140 migrantes aglomerados en un bote. Algunos sonríen, otros lloran y con la vista perdida. Las diferentes esperanzas humanas se reflejan en la escultura ‘Ángeles inconscientes’ (Angels Unawares) apostada en la Plaza San Pedro, en la Ciudad del Vaticano.

Tres toneladas y media es el peso de la gran figura de bronce y seis metros de largo creada por el escultor canadiense Timothy Schmalz. La escultura llama a la conciencia humana sobre la difícil situación de los refugiados y los migrantes en el mundo. 

El título de la obra alude a la necesidad de hospitalidad, como se destaca en Hebreos 13:2, que recuerda a la época en que Abraham, sin saberlo, brindó hospitalidad a ‘ángeles’ disfrazados de hombres.

En la barcaza, se observan a madres y padres que sostienen a sus hijos cansados y con expresiones de susto. En el centro, se hallan unas alas de ángeles que se elevan entre el grupo de migrantes, que simbolizan lo sagrado que llevan por dentro.

Schmalz dedicó infinitas jornadas de trabajo para tallar y finalizar su escultura, que se exhibe desde el 29 de septiembre de 2019. El Sumo Pontífice quería llamar la atención sobre la vida de los migrantes y refugiados, que sin saberlo, contribuyen enormemente a la sociedad.

«No podemos ser indiferentes a la tragedia de las viejas y nuevas formas de pobreza, al aislamiento, al desprecio y a la discriminación que sufren los que no pertenecen a nuestro grupo. No podemos permanecer insensibles, nuestros corazones muertos, ante la miseria de tantas personas inocentes. No debemos dejar de llorar. No debemos dejar de responder»”.

Papa Francisco, 29 septiembre 2019

Los refugiados también existen

La obra escultórica interpreta esta creencia de que se puede encontrar lo sagrado en la personas desconocidas y migrantes, de todos los orígenes culturales y raciales.

En el bote, se muestran migrantes de todos los períodos históricos juntos, hombro con hombro, congregando en colectivo la esperanza de un mejor porvenir.

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