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La poesía filosófica y evolutiva de Marialuz Albuja

Como un apego natural a la escritura. Desde pequeña, la poeta ecuatoriana Marialuz Albuja (Quito, 19 abril 1972) recuerda que la voz de su abuela al recitar desde la cocina impactó en lo que iba a desembocar en su amor por las letras. 

Los escritores cuencanos Gabriel y Eduardo Cevallos García, hermanos de su abuela, conversaban sobre diversos libros y las publicaciones recientes más interesantes. Su tía Eugenia le leía muchos cuentos. Marialuz lo absorbió todo.

Para ella, la escritura es un proceso “que se posesiona del cuerpo”. En una íntima charla, Revista Mundo Diners escudriñó en los inicios de Albuja como poeta, sus novelas, su aproximación a la literatura infantil y sus nuevos proyectos; que incluyen un monólogo para teatro.

-¿Cómo defines tu proceso para esribir y narrar?

Vea el siguiente video para conocer su respuesta

 ¿Cuáles eran tus ideas principales en tu primer poemario ‘Las naranjas y el mar’ (1997)?

A ese libro le tengo mucho cariño. Solo salió en una edición pequeñita y como unos 300 ejemplares nada más. Lo escribí cuando hice un viaje por Europa, como mochilera y después de haber estado en Francia y asistir a cursos abiertos universitarios en Montpellier.

Ese viaje me convocó tantas imágenes y experiencias, que el libro nace de eso. Fue mi primera publicación. Y sentí que tenía que publicar eso, porque si no, nunca iba a publicar otra cosa. Así empecé.


-Unos años después vinieron ‘Llevo de la luna un rayo’ (1999) hasta ‘Paisaje de sal’ (2004). ¿Cómo fue la evolución hacia estas publicaciones?


El primer libro nació de una relación directa con la ciudad de Quito. No habla de Quito como un protagonista, pero sí está muy presente en mi imaginario: las esquinas, las iglesias o el Centro Histórico. Además, versa sobre contenidos filosóficos vivenciales, el amor y el desamor.

En ‘Paisaje de Sal’ me enfoqué en la muerte. Perdí a mi mejor amiga y fue la pérdida más grande hasta ese momento. Eso hizo que ese poemario tuviera un hilo conductor sobre la muerte. Para mi fue necesario escribirlo.

-Tu primera novela, ‘En Caso de Emergencia (No) rompa el vidrio’, cuenta la historia de Bernarda (2017). ¿Qué te motivó en esta historia?


Esta novela vino a raíz de la muerte de mi abuela, justo de quien me enamoró de la literatura. Ella antes de morir “tu vas a ser novelista”. Pero, yo no sé si soy novelista porque no me identifico con algo en específico. 

Al mes de su fallecimiento, un día me desperté y me llegó la primera línea de la novela, y la abuela es un personaje importantísimo. Es una historia de la adolescencia y sus vivencias, llevadas a la literatura.

Marialuz Albuja
La portada del libro ‘En caso de Emergencia (no) rompa el vidrio’, de Marialuz Albuja. Foto: Víctor Vergara.

-Esta novela ganó el Premio Darío Guevara Mayorga en su categoría…


No creo que un premio haga a un escritor, pero es una motivación. Fue muy bonito. Dos años después también ganó mi novela ‘Maura’ (2018). La recepción del público para mi ha sido lo que más me ha motivado.

-Has incursionado también en la literatura infantil con relatos y poesía como ‘Cuando cierro mis ojos’, ‘Cuando duerme el sol’, y ‘De viento y sol’, ¿cómo fue dar ese salto para llegar a los más pequeños? 

Fue también una necesidad. El tener a mi hijos (tres) me cambió la visión de expresar. Yo jugaba mucho con el lenguaje y con ellos inventando palabras. Empezó a surgir la poesía como un juego. A mis hijos les gusta verse reflejado en mi poesía, como un juego más.

-¿La pandemia fue un castigo para tu creatividad?

En muchos momentos me paralizó, más por el encierro de la primera época. Perdí el miedo a la enfermedad y no paré de vivir. Leí bastante.

Terminé de escribir un monólogo para teatro, que ya está listo para que el próximo año salga a escena. Incluso ya tenemos un director.

-¡Qué novedad!, ¿Dentro de qué género se enmarcará ese monólogo?

Yo no escribo dramaturgia, pero es un experimento. El monólogo mezcla la tragedia con la comedia. Tiene un trabajo profundo de lenguaje con el personaje principal.

-Sabemos que seguiste la obra de Hugo Mayo, de Alfredo Gangotena, César Dávila Andrade, Francisco Granizo. De poetas ecuatorianos actuales, ¿a quiénes sigues?

Leo mucho a Mónica Ojeda. Me gusta su estructura y su propuesta estética que me fascinan. También la grande Ana María Iza. Me encanta la literatura japonesa, como Jun’ichirō Tanizaki; me gusta su sobriedad.

Lo dice todo y lo justo. Me gusta también Ryūnosuke Akutagawa, es quizás el mejor cuentista japonés.

-¿Preparas algún próximo poemario?

Durante la pandemia, entré en la recta final de otro poemario que lo había estado trabajando antes. Tiene un título provisional: ‘Palabras Voraces’.

La idea nació con un diálogo con la poesía de María Rosa Di Giorgio (escritora uruguaya, 1932-2004) y su obra ‘Los Papeles Salvajes’. Creería que en 2022 salga ese libro.

-¿Algún encuentro donde tus lectores puedan encontrarte?

Iré a México a del 27 al 31 de octubre (2021), para una gala de poesía en el Teatro de Bellas Artes (centro histórico de Ciudad de México). Es un lugar hermosísimo. La idea de tener una lectura allí me emociona mucho. Luego iremos a Zamora y Michoacán.


Por Víctor Vergara

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