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La chica, una novela trepidante de Mariasol Pons

La chica es la novela de la escritora guayaquileña Mariasol Pons Cruz, publicada por primera vez en 2013 en Editorial El Conejo y reeditada en 2022 por Planeta Colombiana S.A.

Novela La Chica

A sus 36 años Gabriela Millás, una quiteña de la alta burguesía mira la vida desde la ventana de su casa; tiene todo lo que el dinero puede comprar, pero sufre de una obsesiva escasez de amor que la lleva, inconscientemente, hasta un abismo infernal.

La historia transcurre en su mayor parte en Quito y en varias ciudades del mundo occidental, pero el drama se vive entre 2005 y 2010 en la selva colombiana y ecuatoriana, donde la guerrilla de las FARC había instalado campamentos con una sofisticada logística.

La obra transita por varios géneros; a ratos parece novela histórica porque se basa en hechos reales y en personajes que sí existen o existieron, también parece un thriller cuando la violencia arrecia y se encadenan episodios de intriga.

En la página inmediatamente anterior al inicio de la narración se lee la advertencia de la autora: “Los hechos y personajes de esta historia son ficticios”, o en otras palabras “lectores, quedan advertidos”.

Un detalle honesto de la escritora que precisamente entró a la literatura con esta novela, que tiene una precuela ¿De quién son estas piernas? Y que entre la primera y la última publicó El libro de Olga, una historia relacionada con la dictadura comunista de Ceaușescu en Rumanía.

Cuidadosa en el relato y en el manejo de los tiempos, la escritora incursiona en el terreno doloroso de la violencia, del secuestro, la hipocresía política y las relaciones de pareja de los protagonistas de la historia: Gabriela y Diego, un inversionista de origen colombiano muy respetado en la sociedad quiteña.

Después se sabría que Diego, en realidad, era Federico Guardado Vila, de finos gustos culinarios, respetado por su poder económico (se movilizaba en carros de alta gama con escoltas, viajaba siempre en clase ejecutiva y políticamente era un izquierdista convencido).

Era el principal enlace entre la narcoguerrilla colombiana y la política ecuatoriana. Las FARC financiaban campañas electorales y operaban desde el territorio nacional para eludir el acoso militar en Colombia.

La primera parte del libro es un viaje a fondo que deja claro en el lector los sentimientos de Gabriela, sus gustos musicales, los estudios y sus novios, que siempre parecían definitivos… pero ella no podía estar sola.

Cuando creía que sus inestables relaciones de pareja tomarían un rumbo definitivo aparece Diego en su vida. Todo marchaba bien hasta que se descubre que las operaciones financieras del “respetable” personaje en Quito no eran más que una pantalla para lavar dinero del narcotráfico.

Ahí comienza la novela trepidante; Diego no explica nada a Gabriela, que solo entendió que debía huir de Quito para salvar su vida. La familia entra en desesperación, la desaparición era tema de conversación, la policía no tenía idea por dónde empezar a buscar.

Para evitar las habladurías del círculo de amistades convencieron a todos que Gabriela fue secuestrada, una teoría que también fue respaldada por la inteligencia israelí contratada por la familia para intentar aclarar el caso.

El relato del escape adquiere un lenguaje cinematográfico, Gabriela creía que estaba en Colombia, a la final más conocía Estados Unidos y Europa que el Ecuador. Sin embargo, estaba en territorio ecuatoriano en calidad de ¿secuestrada? ¿cómplice de la guerrilla?

Eso se sabrá más adelante, porque en el relato no hay nada predecible, cada capítulo obliga a seguir con el siguiente sin pausa para llegar hasta la verdad. Lo que sí son predecibles son los hechos históricos, como por ejemplo el bombardeo a Angostura, territorio ecuatoriano en el que la narcoguerrilla había instalado un campamento tan bien dotado que incluso era visitado por turistas.

Gabriela tampoco conocía que el sitio en el que permaneció junto a su amante estaba cerca del campamento bombardeado que causó la muerte de una veintena de guerrilleros, incluido alias Raúl Reyes, a quien se lo identifica por su reloj Rolex.

Antes de eso, durante el gobierno de Luis Burremes, en 2003, a Reyes lo habían visto muy campante comer un ceviche en la avenida 6 de Diciembre, al norte de Quito.

Burremes había recibido ayuda financiera durante la campaña que lo llevó al poder, a cambio de eso la guerrilla podía descansar en territorio ecuatoriano, aprovisionarse de víveres, proteger a sus integrantes… y lavar dinero aprovechando que la economía de Ecuador estaba dolarizada.

En territorio ecuatoriano y ya en el gobierno de Pabel Morrea la guerrilla se sentía como en su casa. Algunas ONG incluso facilitaban la entrega de documentos; los hermanos Otárola, vinculados a la narcoguerrilla, fueron detenidos.

¿Qué ocurrió con Gabriela tras el bombardeo? ¿Se acaba ahí la historia? No.

La novela continúa en una isla caribeña y aumenta en intensidad e intriga. Hay que llegar hasta el final para conocer el porqué del título La chica; es que Mariasol Pons no deja nada suelto, lo cual permite suponer que en materia literaria tiene todavía mucho que aportar.

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