La historia comenzó hace cuatro años cuando el funkeiro-rapero brasileño MC Fioti se encontró, mientras navegaba en la internet, un fragmento musical de flauta traversa de lo que en ese momento atribuyó a “un tal J.S. Bach”.
Con las notas musicales que salían del instrumento creó una contagiosa melodía que denominó Bumbum (nalgas) Tam Tam. Tras el éxito, pocos imaginaban que ese ritmo se convertiría en el símbolo musical de la campaña de vacunación contra el covid-19.
Se trataba de la Partita en la menor compuesta por el músico alemán Johan Sebastian Bach (1685-1750) probablemente en 1718 y que 303 años después fuera convertida en una campaña para salvar vidas.
Resulta que uno de los mayores laboratorios públicos de Brasil, el Instituto Butantan desarrolló una vacuna contra el covid-19, pero el presidente Jair Bolsonaro comenzó una “campaña verbal” en su contra porque argumenta que se hizo con materia prima china.
El video, que muestra al rapero en las instalaciones y en los laboratorios del Instituto, rápidamente se volvió viral en YouTube. En los primeros 10 días fue visto por 10 millones de personas, pero muy pocas conocían el origen de la música.
Lo que en música se conoce como remix repite una y otra vez: “La vacuna va a curar nuestro virus, va a salvar a mucha gente”. A continuación, flauta y percusión y mucha repetición.
Otro caso anecdótico con Johan Sebastian Bach lo narra el escritor español Javier Cercas en El País Semanal. La primera vez que escuchó los Conciertos Brandemburgo sintió un “shock brutal”, dice.
La experiencia, anota Cercas, la vivió cuando tenía 15 o 16 años, fumando porros y escuchando música rock en un automóvil, cuyo conductor, de repente, puso un casete con música de Bach que el autor de Soldados de Salamina nunca había oído.
En su columna del País recuerda al filósofo rumano Emil Cioran, que alguna vez escribió: “Dios no sabe cuántos creyentes le debe a Bach”. Y el mismo Cercas apunta que por muy ateo que uno sea “escuchando a Bach te entran unas ganas irreprimibles de creer en Dios”.

Estudiosos de la obra de Bach siempre señalan esa relación tan cercana a Dios del músico alemán que admiraba a Martin Lutero, incluso se consideraba protestante. Sin embargo, creó una de las más maravillosas misas para la iglesia católica.
Según el músico y profesor Pablo Siana, la Misa de Bach, declarada Patrimonio de la Humanidad en 2015, es un bien cultural que trasciende nuestra propia vida. Incluso -afirma- para agnósticos y ateos “existe un Bach todopoderoso cual Dios padre de todas las músicas”.
Fernando Larenas/