Sudaquia Editores, Nueva York, 2015
En esta novela de Esteban Mayorga (Quito, 1977) el narrador es amigo de Ð, a quien conoce desde la infancia y cuyo nombre no nos será revelado. Solo sabemos que eran inseparables en sus correrías y que el narrador enviudó temprano debido a que su mujer murió en un accidente, acontecimiento circunstancial en el relato.
El narrador innombrado, en capítulos cortos, algunos de gran intensidad y muy logrados, habla con minuciosidad la vida de Ð en Moscow, Idaho, “tan pequeño que era, también, inagotable”, de su fracasada relación amorosa con la chica que lo recibe como inquilino y de las vicisitudes de sus estudios doctorales. La chica lo abandona junto con el perro que él le regaló por el cumpleaños.
“¿Cuáles son los vestigios de una relación?”, se preguntará mucho después de que fuera abandonado por ella. La narración de la vida de Ð en Moscow es tamizada por permanentes retornos al pasado, a su vida en Quito. El narrador permite que se manifieste un mundo onírico sorprendente en los relatos del extraño conocido de Ð, a quien llama el Estudiante.
El cuento que este personaje comparte con el protagonista en la parte V de la novela es uno de los más inquietantes momentos de lectura.

Historia paralela, muy imbricada con las de su desventura amorosa, es la de los estudios doctorales de Ð y la redacción de la tesis. ¿Es posible sobrevivir manteniendo la cordura frente a estas dos circunstancias y a las decepciones de la vida que se escapa como agua entre los dedos? El lector lo deberá descubrir en una novela en la que el lenguaje hace requiebros insospechados hasta el absurdo, con ironía, crudeza y sarcasmo.
(Carlos Arcos)