NOTA DE LIBRE ACCESO

Milagro en Haití

Portada de libro Milagro en Haití.

Rafael Gumucio
Random House, Santiago, 2015

Vemos Haití en plena revuelta contra el segundo Gobierno de Jean-Bertrand Aristide, mediante el monólogo imparable de Carmen, una chilena de clase alta que sobrevive a una absurda operación de cirugía estética. Su única compañía es Elodie, su cocinera. Desde allí se escucha el estallido del carnaval primero y las protestas después.

Hay un poderoso clima de violencia, atenuado por las ventanas del hospital, y detrás de las palabras de la protagonista, quizá el lector aspire a saber más, mucho más de Haití.

Carmen es la esposa del embajador de Dinamarca en Haití, un personaje casi ausente. Elodie es joven, haitiana, negra. “Tiene pésima voluntad esta niña, estoy obligada a quererla para siempre”, dirá Carmen al final. Una gran ironía sobrevuela la novela. El hijo llega desde Chile pero no quiere que lo vean, “su pobre niño inútil que no tiene orgullo porque es puro orgullo”.

Aristide, el padrecito salesiano devoto de la teología de la liberación, el primer presidente elegido democráticamente, la gran esperanza negra, escapa en un helicóptero norteamericano.

Estamos en 2004. Carmen ve desde el hospital ese país que no se va a arreglar nunca, que va de mal en peor porque “no saben lo que quieren, están enamorados de su desastre”. Y los grupos armados van a volver, y los gringos y los huracanes, todo de nuevo. Entre tanto, Elodie habla de los zombis y el vudú. Y Carmen habla como chilena pituca.

La novela tiene ese ruido de fondo, ese inescapable tono. Es el autor, Rafael Gumucio hablando a través de una mujer que podría ser su madre pues la suya vivió en el caótico Haití una historia parecida, con cirugía y todo. (Mili Rodríguez)

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