El estudio de la psicología humana, los comportamientos sociales y planos cinematográficos emparejados bajo un mismo lenguaje. La obra de Mikaela Montenegro (Quito, 21 noviembre 1997) abarca óleo con temáticas sombrías y pálidas que guían a los espectadores a crear sus propias experiencias sensoriales, más allá de un mensaje definido.
Gran parte de su trabajo proyecta personajes femeninos cubiertos de capas difusas y transparentes, de algo que no se deja ver. A la vez, de momentos íntimos construidos por la artista visual quiteña.
Por otro lado, a Mikaela Montenegro le encanta recrear su propia versión de la realidad, que recoge por medio de la fotografía espontánea.
En conversación con Revista Mundo Diners, la artista emergente ecuatoriana cuenta sobre sus investigaciones que vinculan al cine de medio siglo XX, su análisis a las obras pertenecientes al irlandés Francis Bacon o al estadounidense Edward Hooper y su visión contemporánea de las distorsiones mentales humanas.
“Por ejemplo, las pinturas de Hopper son casi como fotogramas, son escenas aisladas, que pasan en un relato. Bacon lo que hace es distorsionar la imagen. Lo interesante es que estos dos artistas trabajan mucho acerca de lo psicológico (…) yo todo eso lo traslado a mi pintura, con todos esos conceptos psicológicos”, dice.
En el siguiente video, desmenuza las ideas que le llevaron a seleccionar sus series en su más reciente exposición titulada ‘Paredes Invisibles’, que se realizó en septiembre de 2022 en la sede de la Alianza Francesa en Quito:
Mikaela Montenegro experimentó con la pintura desde pequeña, gracias a su madre. En un principio, su sueño consistía en convertirse en patinadora sobre hielo profesional. Sin embargo, una lesión fuerte a la edad de 15 años de edad en una de sus rodillas truncó esta aspiración artística. El estado de inmovilidad le arrastró de nuevo a la pintura con óleo.
A partir de una intensa búsqueda sobre carreras artísticas, entra finalmente a la facultad de Artes de la Universidad Central del Ecuador. La pintura al óleo se convirtió en su técnica favorita.
Por medio de un intercambio académico, tuvo la oportunidad de estudiar en la Escuela Nacional Superior de Bellas Artes de París. Una experiencia que le cambió su forma de explorar en el arte. A partir de ese momento, se convierta en una fiel seguidora del impresionismo francés, específicamente de autores como Claude Monet o Eugène Delacroix.
Los trabajos pictóricos de Mikaela Montenegro se rehúsan a dar voces claras o salidas convencionales. Reitero, dejan entrever caminos para que los observadores se autocuestionen y consigan las salidas a sus propios laberintos.
Su paisajismo está directamente vinculado a los horizontes ecuatorianos, sea en planos generales o muy cerrados. De montañas y los mares. Sus lienzos son de gran formato. La libertad y amplitud de sus trazos son sumamente relevantes para ella.
Muchas de sus piezas se apropian de títulos o frases de canciones o películas reconocidas dentro de la cultura pop, aunque solo como una referencia personal y no literal.



“Hay una obra que se llama ‘Is There Anybody Out There?’ por una canción de Pink Floyd, tengo otra que se llama ‘El Desierto Rojo’, que hace referencia a la película de Michelangelo Antonioni o ‘Zérkalo’ sobre la película soviética ‘El espejo’, de Andréi Tarkovski. Entonces, me gustan todas esas ideas”, explica.
Actualmente, Mikaela Montenegro trabaja desde su taller ubicado en Valle de los Chillos. Sobre ‘Paredes Invisibles’, espera llevar esta muestra a otras ciudades del Ecuador.