La escritora guayaquileña Mariasol Pons regresa con una nueva novela que se enlaza con su primer libro ‘La chica’; se trata de una distopía que muestra a una sociedad controlada por chip y robots que deciden qué comer y como dejar de sufrir.
Mariasol Pons Cruz, Guayaquil 1979 reeditó en 2022 su novela histórica y trepidante ‘La chica’; ahora nos presenta una distopía post pandémica de características dramáticas y sorprendentes.
‘¿De quién son estas piernas?’, Planeta Colombiana S.A. es la segunda parte del drama que vivieron Gabriela Millás y Diego Pérez, el principal coordinador de la columna guerrillera de las FARC que manejaba la triangulación de dinero del narcotráfico desde Quito entre 2005 y 2010.
Ambos sobrevivieron al bombardeo en Angostura, en la frontera colombo-ecuatoriana, pero murieron en una compleja operación entre grupos narcoguerrilleros en Haití.
Gabriela y Diego tuvieron una hija que quedó huérfana y al cuidado de sus abuelos, que pertenecían a una acaudalada familia quiteña.
La nieta es María Millás, que fue enviada a estudiar a Suiza para esconder la vergüenza de la familia respecto de su origen. Esa identidad fue borrada y el personaje de esta novela es María Rutini.
Desde Quito al mundo
En las primeras páginas del libro se dan algunas pistas del nombre de esta novela de largo aliento, casi 500 páginas, que transita entre Perú, España, Suiza, Inglaterra, Estados Unidos, muy poco en Quito, donde había nacido María.
A Quito María le tenía fobia porque, según decía, representaba “lo peor de mi existencia”.
Durante un paseo en Machu Picchu María sufre una caída y la llevan a Lima, a un exclusivo hospital psiquiátrico donde comienza a recuperar la memoria y a encontrarse con su cuerpo; es que al despertar ni siquiera reconocía sus piernas.
Con 24 años María empieza a vivir su independencia y a buscar la verdad de qué ocurrió con sus padres, cuya historia no terminó con la muerte. El pasado tenía aún muchas cuentas pendientes y deudas que pagar.
Una distopía post pandemia
Era la década de 2030, la humanidad había superado varías pandemias y la sociedad dependía de una ubicua organización anónima denominada Holograma, que controlaba todos los movimientos de las personas a través de un chip instalado en sus cuerpos.
No se podía viajar sin chip, tampoco estudiar en el colegio o en ninguna universidad del mundo. El holograma era todo, similar al control tipo gran hermano en ‘1984’, la novela de Orwell.
En esta novela un robot decidía la dieta en un algoritmo de gustos del usuario, también decía qué pensar, cuánto ganar, qué ver, qué leer y qué tomar si la persona presentaba algún cuadro de depresión.
En ‘La chica’ la escritora no escatima páginas para narrar la personalidad de Gabriela Millás, porque María Rutini deja ver todos sus temores: “recuerdo el día que me desperté sin reconocer mis piernas y siento pánico”.
Historia y ficción
Al igual que el relato del ataque a Angostura, basado en hechos reales, pero ficcionados, la escritora recurre a hechos históricos que sí ocurrieron, como por ejemplo el asesinato de tres periodistas de diario El Comercio en la zona fronteriza de San Lorenzo, dominada entonces por alias Guacho, que tenía conexiones con el cartel de Sinaloa.
Los momentos más dramáticos de la novela ocurren tras la decisión de viajar a Gran Caimán para recuperar el dinero que había dejado depositado el padre de María. Pero tras ese objetivo también iban los mexicanos.
María reflexiona entre lo legal y lo ilegal: ese dinero le correspondía a ella por herencia, algo legítimo, pero con origen ilícito.
La novela tiene personajes muy bien logrados y con un protagonismo que ayuda a entender mejor el desarrollo de la trama.
Henry Keller es el albacea nombrado por su abuelo para que administre los bienes que heredó a María; Luciano Nelli, el psiquiatra italiano que atendió a María en el hospital de Lima y que luego la continuaría acompañado.
El Guapo era el narco mexicano que seguía la pista de la fortuna que logró lavar Diego Pérez y que había depositado en el paraíso fiscal de Gran Caimán.