NOTA DE LIBRE ACCESO

Maradona en México

Por Juan Fernando Andrade / @pescadoandrade 

Diego. 

Maradona. 

D10S. 

La santísima trinidad. 

Todo en uno y todo al mismo tiempo. 

Así como hay historias de Star Wars, películas y series y animaciones derivadas del mito galáctico, hay también historias paralelas del barrilete cósmico y ojalá sean muchas. 

La película de Maradona, los dibujos animados de Maradona, el videojuego de Maradona, la app de Maradona (capaz para ubicar dealers cercanos y vacunados), el playlist Canciones para Maradona de Spotify (cumbia, rock, techno, trap), el cuadernillo con los himnos de la iglesia maradoniana, los libros en los que periodistas y científicos fanáticos y escépticos tratan de calcular -un poco al ojo- la cantidad de ideas que se le ocurrían a Diego incluso mientras dormía. 

¿Sueñan los mejores del mundo con los goles que aún no han hecho?

¿Sueñan con la pelota quieta?

¿Sueñan con hacer un gol con la otra mano?  

Maradona en México, la serie-documental de Netflix, es Una historia de Maradona. 

Cubre sus dos temporadas como director técnico del Dorados de Sinaloa: 2018-2019.   

Y ya desde ahí parece más literatura que streaming. 

¿Maradona dirigiendo al peor equipo de la serie B del fútbol mexicano?, ¿justo en Sinaloa? 

¡Obvio! ¿Cómo no? 

Diego tenía una inclinación por lo imposible y una debilidad por los milagros. 

Para quienes disfrutamos mucho más de lo que pasa fuera de la cancha que dentro de ella, Maradona es un universo inagotable que se rebosa cubriendo lo mismo el piso que el techo.   

Aunque nunca se lo ve frente a una pizarra líquida ensayando jugadas con un marcador, dibujando círculos o líneas o flechas, hay algo que su sola presencia consigue en los jugadores: salpicarlos de brillo, hacer de cada futbolista un mejor profesional sólo para ganarse un abrazo suyo.

Maradona
Diego Armando en acción durante el partido amistoso “Unidos por la Paz” dedicado al Papa Francisco en el Estadio Olímpico de Roma, 12 de octubre de 2016. Foto: Shutterstock

Maradona en México no es una historia de éxito, pero, se sabe, a veces no se trata de ganar sino de perder a tu manera, como Diego.

Ahora que lo pienso, el documental tampoco menciona cifras.

Se dice que le pagaban 125.000 euros mensuales, pero quién sabe.  

¿Quién puso el dinero? ¿A quién le importa? 

Lo real maravilloso es lo que Maradona, ya casi sin rodillas y con los párpados pesados, logra sembrar y cosechar en quienes lo rodean.  

Sólo las personas verdaderamente honestas, los que tratan de vivir con decencia y rectitud, odian a Maradona; pero nadie está escribiendo sobre ellos. 

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