Por Fernando Larenas
Manuela Sáenz es uno de los principales referentes en la historia de la independencia del Ecuador. Respecto a su participación en la prolongada guerra se ha escrito bastante, pero muy pocos se han detenido a investigar si su fama se la dio Bolívar o si fue ella y su inteligencia la que posicionaron su nombre.
Esta es la historia de una mujer escrita por la académica de la lengua Susana Cordero de Espinosa en el libro Bicentenario de Pichincha – Reflexiones sobre la República, Racimo UDLA 2022, cuyo editor es Fabián Corral Burbano de Lara.
La académica cita a la historiadora estadounidense Pamela Murray, quien escribió lo que tal vez sea la única investigación sobre la vida de la quiteña narrada por una mujer, pero que va mucho más allá de la fascinación de los historiadores por el hecho de haber sido la amante de Bolívar.
Manuela Sáenz, amiga, amante y aliada de Simón Bolívar, héroe de la independencia hispanoamericana -hoy considerada ícono de nacionalistas y feministas a lo largo de la región- fue ignorada por la mayoría de los historiadores profesionales.
Pamela Murray, Manuelita, por la gloria, por Bolívar, Bogotá Penguin Random House, 2020.
Susana Cordero de Espinosa, directora de la Academia Ecuatoriana de la Lengua, anota que Manuela “defendió con ardor la lucha bolivariana, no solo mientras vivió Bolívar (porque) ella vivió a su lado empujándolo, aliviando sus dudas, escuchándole, sino incluso en el campo de batalla”.
En medio de incesantes batallas, de presencias y ausencias, durante ocho años y hasta el último instante de la vida de Simón Bolívar y Manuela Sáenz, él y ella se escribieron, se conocieron, se esperaron, se amaron, lucharon y nunca estuvieron largo tiempo juntos, anota la escritora Susana Cordero.
Además, Manuela consolaba, limpiaba, curaba heridas y ayudaba a todos junto con sus dos esclavas negras Jonatás y Nathán: “llenas las tres de piedad por el dolor y la muerte”.
El escritor uruguayo Eduardo Galeano, tal como se anota en el libro, decía que Manuela vestía ropa de varón, fumaba y domaba caballos y no montaba de costado como las señoras.
Es decir, como escribe Susana Cordero en su libro “para escándalo de los biempensantes que la rodeaban “Manuela montaba a horcajadas, a lo varón y gustaba de vestir pantalones”.
El ensayo de Susana Cordero de Espinosa relata incluso algunas facetas de Manuela Sáenz en su adolescencia.
La escritora reproduce otra cita de Galeano: “a los 16 años la encerraron en uno de los muchos conventos de esta ciudad (Quito) rezadora y pecadora donde los frailes ayudan a las monjas viejas a bien morir y a las monjas jóvenes a bien vivir”.