NOTA DE LIBRE ACCESO

Luz Albán, la bailarina de la rueda Cyr


Primeramente, una bailarina. En otras facetas artísticas el arte escénico, la gestoría cultural e incluso la disciplina ‘Air Yoga’. Para Luz Albán (Quito, 27 diciembre 1993) la danza contemporánea es simplemente “libertad en movimiento”.

Elementos como la expresión corporal y la sensibilidad desde el artista son vitales para considerarse un exponente de este estilo de baile. Así se siente esta artista quiteña, actual cofundadora del centro cultural ‘El Útero’, ubicado en el sector capitalino de la Mariscal.

Revista Mundo Diners conversó con la experimentada bailarina desde las instalaciones de este espacio cultural, que cuenta con el restaurante vegetariano ‘Kawá’ (¡recomendado!). Ella explica una definición de sí misma, aclara lo que significa realmente ‘girar’ en la rueda Cyr e incentivar el impulso de espacios culturales.


El arte clásico siempre estuvo presente en casa. Luz creció muy apegada a las costumbres artísticas de su familia materna, de origen italiano.

Por iniciativa de su abuela Lía, Luz tomó clases de ballet clásico en su infancia. Por culpa de algunas clases extracurriculares de baile urbano y breakdance en el colegio La Condamine, rompió su relación con las inclinaciones clásicas.

“Fue cuando tenía unos 13 años cuando dije ¡Wao! Fue en un concierto de la banda de rock Viuda Negra, cuando vi bailarinas que hacían un performance que nunca había visto. Era danza contemporánea. Ahí fue un flashazo y me enamoré. Ahí le dije a mi mamá para aprender danza contemporánea. Esto es lo que quiero”, recuerda.

Luz Albán
Luz Albán durante sus estudios de danza en la adolescencia. Foto: cortesía

Desde esa edad hasta los 17 años ejerció estudios académicos en la Compañía Nacional de Danza en Quito. Poco tiempo después, se mudó a París. Se insertó en la movida cultural francesa gracias a su hermana Aurora que residía allí.

Desde la capital francesa impulsó sus conocimientos sobre Danza Contemporánea en el Conservatoire de Montreuil. Pina Bausch y Jiří Kylián fueron desde siempre sus más grandes referentes sobre el baile.

Obtuvo una maestría en Antropología y Cooperación Internacional. Fue una época muy ajetreada, sacrificada. Su vida social era casi inexistente. Pero todo lo valía con tal de salir del “aburrimiento” que significaba vivir en Quito.

Luz Albán y la rueda Cyr


Al culminar su preparación académica, regresa a mediados de 2017 a Ecuador. Como un complemento de flexibilidad y fuerza a su baile, estudia el Air Yoga. Le encantó la idea de enseñar esta técnica.

Aunque lo que más capta la atención a sus más de cuatro mil seguidores en Instagram es su destreza en la peculiar y llamativa rueda Cyr. Una herramienta esférica hecha de aluminio o acero, que recuerda a los populares Hula Hoop.

Luz Albán se quedó maravillada al contemplar artistas callejeros en París utilizando este aparato, que ofrece posibilidades acrobáticas poco vistas y espectaculares. Las rotaciones dejan perplejos a los observadores.

Ella consiguió comprar una rueda Cyr desde Ucrania. La trajo a Ecuador como pudo, con ayuda de un excuñado. Casi nadie ofrecía clases de rueda Cyr en Ecuador.

“Aprendí a bailar sola, intentando sentir la técnica. Pasé dos años. Ha sido un camino largo. Desde 2019, tuve la rueda más dominada y llegar a ciertas armonías con los movimientos. También, que sea un instrumento escénico en mi danza”, explica.


El círculo es un símbolo universal y mágico. Este baile lleva a los espectadores a descubrir un movimiento ilusorio por primera vez. Como cuando se observa un parque de diversiones por primera vez.

Desde marzo de 2020, la bailarina se encontró con las dificultades del encierro por la pandemia. Se concentró en hacer videos de bailes para redes, ofrecer clases virtuales y encontrarse con sí misma. Bailar mucho más, con sentidos de improvisación.

Crear, enseñar y proponer


El centro cultural ‘El Útero’ sirve como una plataforma autogestionada de unión de esfuerzos entre artistas multidisciplinarios ecuatorianos.

Luz Albán se encarga de toda la logística y coordinación de propuestas que nacen y se desarrollan en este espacio, que funciona en una antigua casa patrimonial abandonada por muchos años.

Desde principios de 2018, la familia Albán se encargó de resucitar “este espacio de resistencia y otras alternativas” culturales. Allí se dictan actualmente clases de acrobacias aéreas, danza, escultura, artes plásticas y espacios para productores audiovisuales, colectivos de trabajadores sexuales, psicólogos, tatuadores y emprendimientos locales.

Hoy, Luz Albán se dedica enteramente a sus proyectos de danza, montaje de obras, ofrecer clases de Air Yoga y atender a “su hijo” llamado El Útero.  Su cuerpo y mente se concentran en impartir sus saberes.

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