Con 33 años, Luis Sigüenza es uno de los saxofonistas más destacados del país. También es uno de los músicos que forma parte de la nueva edición del Festival Ecuador Jazz, un encuentro musical con una programación que se extenderá hasta el 23 de septiembre.
Este año, el Festival Ecuador Jazz rinde homenaje al saxofón, ¿cómo definiría el vínculo entre este instrumento y el jazz?
Esta edición del Ecuador Jazz es muy especial, porque vienen grandes saxofonistas como la chilena Melissa Aldana, que estuvo nominada al Grammy; Immanuel Wilkins, de Estados Unidos; y Miguel Zenón, de Puerto Rico, uno de los saxofonistas y compositores de jazz más influyentes de su generación. El saxofón y el jazz tienen un vínculo muy fuerte, que ha crecido con la evolución del instrumento. Su papel protagónico dentro de este género se dio gracias a Colman Hawkins, que grabó una versión de ‘Body and soul’, uno de los primeros solos para saxo.
Tenía 12 años cuando comenzó a tocar el saxofón, ¿Qué le atrajo de este instrumento? ¿Por qué lo eligió?
No sé si yo lo elegí o él me eligió. Antes del saxofón toqué la trompeta dos años y estuve en un coro. Siempre tuve esa conexión con la música gracias a mi abuelo, que tocaba guitarra y cantaba. La música siempre ha estado entre mis memorias más tempranas. Mi gusto por el saxo comenzó con una atracción bastante visual. Un día, cuando estaba en Nueva York con mi familia vi el instrumento en una vitrina. Era un saxo de bordes dorados. Lo recuerdo como un momento mágico. Un año después tuve mi primer instrumento.
¿Qué resultó más complicado en el proceso de aprendizaje?
Mi desafío más grande con el saxo estaba relacionado a una cuestión técnica.Tenía muchos problemas de afinación por la embocadura (la postura de los labios contra la boquilla del saxofón, para que salga el sonido). Es algo que hasta hoy sigo perfeccionando.
¿Hay que tener buenos pulmones para tocar el saxo?
Siempre trato de que mi cuerpo esté en las mejores condiciones para ejecutar mejor el instrumento. Hay que tener buenos pulmones, porque trabajamos con el aire. En ese sentido, la labor de un saxofonista es bastante poética, porque ‘estudia’ su respiración todo el tiempo. Es un trabajo que está conectado a los pulmones y al diafragma.
¿Quiénes fueron los primeros referentes de Luis Sigüenza?
Mi primer profesor fue Luis Silva, él daba clases en la academia Preludio. Luego fui conociendo a saxofonistas que tocaban en bandas de reggae y ska. Antes de entrar a estudiar jazz en la Universidad San Francisco, hice una lista como de 50 saxofonistas y escuché muchos discos de jazz. Los saxofonistas que más he escuchado sin duda son Charlie Parker, Dexter Gordon y John Coltrane.
¿Y cuál es el disco que más ha repetido?
El disco que más he escuchado es uno de Wayne Shorter, que se llama ‘Introducing Wayne Shorter’. Me gusta porque es su primera obra como solista con la banda que tenía Miles Davis. Tuve ese álbum en mi carro durante un año y lo escuché todos los días, todo el tiempo. Ahora puedo cantar el disco completo y nunca he visto una partitura.
¿Charlie Parker o John Coltrane?
Sin Charlie Parker no hay John Coltrane. Y no hay Luis Sigüenza sin ninguno de los dos. He estudiado mucho la obra de ambos y los he explorado armónicamente, intentando aprender no solo las notas musicales sino sus texturas. Pero si ponemos las cosas en la balanza, Parker está por encima del resto de saxofonistas.
Y, ¿qué opina de Kenny G?
Me parece un genio. Si pudiéramos, todos seríamos Kenny G. Es un ‘crack’, porque puede tocar su música y vivir de eso. Su estilo no es tan bien recibido dentro de la línea más intelectual del jazz; pero para mí, simplemente está poniendo a la música en un nivel más digerible y eso no me parece ningún crimen. Más bien es importante que logre acercar el jazz a mucha más gente. Una vez me topé con él en el bar Blue Note y lo saludé. Le pedí una foto, me vio con mi estuche de saxofón y me dijo que si estaba seguro de que quería aparecer con él. Es una persona que bromea sobre sí mismo con los demás y cuando lo conoces y entiendes cómo piensa solo lo admiras más.
El saxo está muy ligado al jazz pero también a la música popular.
El saxofón es un instrumento muy versátil. Hay muchas personas que dicen que es el más parecido a la voz humana y que incluso la puedes reemplazar. Claro que eso, al final, depende de quién lo ejecute. Para mí tiene mucha calidez. Siempre trato de meter el saxo donde más pueda: reggae, ska, salsa, rock, punk, metal. Hace poco estuve de gira por Europa con un amigo y mezclamos música electrónica y ecuatoriana con mi saxofón.
¿Y cómo le ha ido con los sonidos andinos?
Me va superbién con los sonidos andinos. Mi papá es de Chordeleg y desde que era pequeño me obligaba a tocar la música andina. Siempre que llegaban visitas a la casa tenía que entretenerlos. Eventualmente había cierto rechazo de mi parte pero cuando crecí adopté la música nacional como una influencia temprana. Si alguien me escucha en alguna improvisación, capaz se encuentra con alguna frase del ‘Toro barroso’.