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Sobre Los Fabelman

@pescadoandrade

Si Los Fabelman fuera una película de superhéroes, entraría en la ya no tan nueva categoría de “película de origen”. Me refiero a las cintas que dedican su trama, enteramente , a la historia del héroe antes de que se convierta en súper.

¿Es Steven Spielberg un héroe? Para muchos, sí. Un ídolo, incluso. Más que un ejemplo a seguir, el molde de cineasta al que se aspiraba uniformemente desde finales del siglo pasado.   

Los Fabelman Spielberg

¿Quién es más independiente que Spielberg? Sus películas cuestan millones de dólares, a veces, cientos de millones de dólares, esto espanta a los puristas, pero a mí me da la impresión de que Spielberg hace con esos millones lo que quiere, capaz no exactamente lo que le da la gana, pero vaya que invierte cantidades importantes en obsesiones personales.

Y, casi siempre, triunfa.

Si no consigue una buena película, consigue un buen negocio.

Hubo un tiempo en el que a nadie se le ocurría jugar con dinosaurios, por ejemplo, y Spielberg cambió eso con una película, Parque Jurásico. Fue tanto el impacto cultural de la cinta, que hoy por hoy no se concibe la niñez sin al menos una etapa, muchas veces intensa, de paleontología aplicada.

Y eso que la saga jurásica no brilla con luz propia, quiero decir que mucho de su resplandor viene de los juguetes, las camisetas, los videojuegos, no precisamente del cine.     

Warren Buffett, ejecutivo, uno de los hombres más ricos del mundo (actualmente, su fortuna se calcula en 110 billones de dólares), suele decir lo siguiente: De lo que te gusta, haz un hobby. De lo que le gusta al mundo, haz un negocio.

En Los Fabelman, su película de origen, Spielberg demuestra que este principio puede doblarse a conveniencia.

Todos sabemos que el personaje principal terminará siendo un famoso director de cine, tanto así que mucha gente pensará en él cuando pronuncie/escriba la palabra Hollywood; y todos sabemos que la historia de su infancia merece tiempo en pantalla porque, de otra manera, siendo él un director que procura la compañía del público, ¿por qué contarla?

No hay gran misterio en Los Fabelman y quizás por eso funciona.  

Spielberg hizo de su apellido una marca, una estética, una forma de cuadrarse detrás de la cámara y una manera de ser.

No se trata tanto de la historia familiar, que mucho lo vale, de la cercanía o la honestidad con que está tratada (y, por cierto, la verdad debe ser muy escasa, porque cada vez que aparece se nos va la mano con los halagos y los premios), sino de una especie de principio científico: la pasión es incontenible.

La gente piensa que esto se te va a pasar, que te vas a cansar de insistir, que más temprano que tarde encontrarás otra novelería, que al final, a la hora del juicio final, habrás encontrado un camino mejor iluminado y quién sabe hasta más directo.

Pero la verdad es que no.

Uno sabe lo que quiere ser. Primero lo sospecha, lo intuye, pero luego, muy pronto, lo sabe. Entonces comienza la pelea.

Y comienza en casa.

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