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“La ballena” que llevamos fuera

El personaje principal de “La Ballenaes un hombre que pesa 600 libras, y fue interpretado por Brendan Fraser, quien acaba de ganar el Óscar a Mejor Actor.

@pescadoandrade

Antes de ser un drama sicológico, dirigido por Darren Aronofsky, la película “La Ballena” fue una obra de teatro de Samuel D. Hunter quien escribió el guion del filme.

El personaje principal de “La Ballenaes un hombre que pesa 600 libras, y fue interpretado por Brendan Fraser, quien acaba de ganar el Óscar a Mejor Actor.

De ahí viene el título.

Este hombre es profesor de escritura creativa y da clases online.

No podría caminar el tramo entre su casa y cualquier facultad de literatura. Hacerlo sería correr el riesgo de morir en el intento de cruzar desde un aula hacia la otra.  

En una escena, en la que discute “Moby Dick” con sus alumnos, el maestro repite lo que hemos escuchado tantas veces: ese hombre (se refiere al personaje de la novela) cree que si logra atrapar a la ballena algo en su vida cambiará, mejorará, pero la verdad es que atraparla no lo ayuda a solucionar nada.

Darren Aronofsky, el director de la cinta, que tiene bien ganadas reputación y fanaticada, atrapó a la ballena. La pregunta, ahora, es otra, ¿qué hacemos con una ballena tendida entre las manos?

¿Nos la comemos o la devolvemos al mar? 

“La Ballena” est{a basada en un la obra de teatro del mismo nombre, escrita por Samuel D. Hunter.

Aronofsky y “La Ballena”

Aronofsky, que logró algo muy parecido, pero mejor, en “El Luchador”, escogió hacer una de esas películas cuyo personaje principal termina siendo narrador y narración al mismo tiempo.

Como en un espectáculo abiertamente freak: fíjate en el hombre sobre el escenario, detrás del vidrio o dentro de la jaula, míralo bien y alégrate de que no eres tú.

A no engañarse, la intención de la cinta es que pases el tiempo necesario y más que suficiente con el protagonista, hasta que no puedas hacer otra cosa que quererlo, hasta que lo correcto sea ponerte de su lado, hasta que conmoverse no sea una emoción reflejo sino más bien un compromiso.

“La Ballena” piensa que su terreno está dividido entre la crueldad y el melodrama: lo que estamos viendo no es el final, es algo mucho peor y por eso se llama agonía.

La vida de este hombre acabará mucho antes que la de los demás, y en algo será también más tranquila su muerte y reposada la eternidad si al final, faltando diez páginas o menos, encuentra algo parecido al propósito.

El propósito de sus clases, dice el maestro, es aprender a escribir de forma clara y persuasiva, de manera que el lector no encuentre obstáculos de camino al desenlace.  

En esto, hay que reconocerlo, “La Ballena” respeta y practica su propia ley.

El gran giro, por así decirlo, sucede cuando el hombre trata de ponerse en contacto con su hija, una adolescente temprana que poco o nada sabe de él.  

Lo hace volviendo a los terrenos de Melville y tratando de elevar el camino de la obsesión dándole, justamente, un propósito más humano o desesperado que del todo noble.  

Antes de irse, el hombre quiere encontrar a esa mujer todavía niña y decirle que la quiso, que la quiere, que no pudo estar siempre con ella porque, y esto no se niega, ¿quién querría a una persona como él en su vida? 

Yo diría, aquí y ahora, que ese solo gesto la justifica: encontrar un propósito es lo menos que esta historia le debe a este hombre.

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