Esta vez las quinielas acertaron. Durante la última semana, Jon Fosse era el primer opcionado para ganar el Nobel de Literatura. Lo hizo con 64 años, siendo popular en Noruega, su país natal, y, digámoslo con sinceridad, un desconocido en Ecuador.

En este punto de la historia sabemos que es poco probable que uno de nuestros escritores favoritos gane el Nobel y quizás eso sea lo mejor. También tenemos claro que, a veces, no saber nada del ganador nos ayuda a conectarnos con su obra sin prejuicios ni ‘spoilers’. Me pasó con la bielorrusa Svetlana Aleksiévich y el nipón Kazuo Ishiguro.
Con la obra de Aleksiévich me enganché a la primera. ‘Voces de Chernóbil’ (1997) se convirtió en uno de mis libros de crónicas favoritos. Con Ishiguro la historia fue distinta. A pesar del entusiasmo con el que Leonardo Valencia me habló de su obra, hasta ahora no he pasado de la página 80 de ‘Los inconsolables’ (1995).
Seguro no soy el único al que le pasa, pero cuando los libros de esos ‘desconocidos’ llegan a las librerías del país, con suerte los de Jon Fosse estarán en la mesa de novedades para Navidad, me entra la curiosidad de leerlos, aunque antes me haya jurado que no caería en la ‘trampa’ del mercado editorial y que siempre hay otros escritores que me interesan más.
De hecho, me acabo de imaginar parado frente a una de esas mesas leyendo la contraportada de ‘Trilogía’, ‘El otro nombre. Septología I’, ‘El otro nombre. Septología II’, ‘El otro nombre. Septología III’, ‘Yo es otro. Septología IV’, ‘Un nuevo nombre. Septología VI-VII y ‘Mañana y tarde’, los seis libros de Fosse que están traducidos al español.
Jon Fosse y su literatura
“Por sus obras de teatro innovadoras y por una prosa que da voz a lo indecible”. Esta es una de las frases con las que el jurado del Nobel justificó el premio para Fosse. También alabó su “inmensa obra escrita en ‘nynorsk’ noruego y que abarca una variedad de géneros, desde una gran cantidad de obras de teatro a novelas, colecciones de poesía y ensayos”.
La crítica literaria señala que su obra se caracteriza por su estilo minimalista y poético, centrado en la exploración de las emociones y relaciones humanas. También dice que, a menudo, a través de sus libros se sumerge en las zonas grises de la existencia humana, abordando temas como el amor, la muerte, la soledad y la esperanza.
Hasta aquí lo que se dice sobre Fosse podría calzar perfecto no solo al trabajo literario del noruego, sino al de decenas de escritores de todo el mundo. La que ha dado una visión más particular de su obra es Cristina Gómez-Baggethun. Su principal traductora al español ha declarado que traducirlo es una tarea difícil pero muy divertida.
En una entrevista para ‘El País’ de España, señaló que su estilo es muy similar en todos los géneros que cultiva, “en realidad es como si todo fuera poesía”. Cuando escribe, Fosse no suele usar puntos sino muchas comas. Tampoco usa muchas mayúsculas y cuando aparecen diálogos estos no se señalan con guiones.
Un fan ecuatoriano de Fosse
Mauro Xavier Cárdenas es un escritor guayaquileño, que apareció en el radar literario en 2016. Ese año publicó ‘Los revolucionarios lo intentan de nuevo’. Un año más tarde fue incluido en la lista Bogotá39, una selección de los escritores jóvenes más destacados de Latinoamérica, en la que también está la ecuatoriana Mónica Ojeda.
Cárdenas es uno de los pocos escritores locales que ha hecho pública su emoción por el Nobel de Fosse. En un intercambio de correos con Mundo Diners, apuntó que se trata de un autor al que lleva leyendo durante años. El más reciente es ‘Septologia’, una historia escrita con oraciones larguísimas sobre un pintor solitario y viudo -ya en sus últimos años de vida- que tiene un doble alcohólico que acaba muy mal.
“Hay un pequeño grupo de lectores que, sin importarles de qué país son, leen a escritoras y escritores descendientes del modernismo -por llamarlos de alguna manera- los cuales todavía creen que hay otras formas de representar nuestras vidas – otra forma de hacer literatura- lejos de intereses comerciales; y entre esos está Fosse”.