Iris Apfel (1921, EE.UU.) es reconocida en todo el mundo como un gran ícono del estilo. La famosa empresaria estadounidense acumula más de dos millones de seguidores en su cuenta de Instagram. Y sigue más activa que nunca en su trabajo.
La legendaria diseñadora de interiores es todo un peculiar personaje, llena de vida y siempre con una sonrisa de oreja a oreja. Destaca entre la multitud por sus llamativos anteojos de búho, su pelo corto plateado, montones de joyas gruesas y atuendos glamorosamente eclécticos.
El 29 de agosto de 2021 cumplió 100 años de edad. Se refiere a sí misma como una “estrella joven geriátrica”. La más ocupada fashionista en todo mundo. De hecho, es lo que la mantiene viva, dice. Incluso, celebrar su cumpleaños le quita tiempo.
“No es que no me guste, mi cumpleaños llega en una época del año tan incómoda que ha sido difícil celebrarlo. He tenido algunas ocasiones maravillosas, pero en el pasado, siempre hemos estado viajando y es difícil reunir a un grupo porque siempre es justo antes del ‘Día del Trabajador’ o es una festividad judía o algo. Pero estoy muy feliz por este año”, cuenta en una extensa entrevista al medio especializado The Cut.
Reconocible por su estilo extravagante y su capacidad creativa para combinar la alta costura de Dior con hallazgos muy artesanales de algún mercado de pulgas, Apfel ha atraído a millones de seguidores leales. No sigue ni crea tendencias, cree en tradiciones y rompe superficiales creencias.
“Más es más y menos es aburrido”, indica en su perfil de Instagram, despreciando la clásica frase ‘menos es más’. Los logros de Iris Apfel han sido tan vibrantes como su característico guardarropa maximalista.



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Iris Apfel a las altas esferas
La entusiasta de la moda creció cerca de una granja en Queens bajo el cuidado de su familia de origen judío. Estudió Historia del Arte en la Universidad de Nueva York.
No siempre fue un ícono de estilo global. Ingresó al mundo de la moda como redactora en el diario Women’s Wear Daily. Luego entró en el mundo empresarial en 1950. Allí su carrera realmente despegó.
Ella y su esposo Carl Apfel contrajeron matrimonio en 1948. Ellos establecieron la empresa textil Old World Weavers como una forma de mostrar los tesoros exóticos y encantadores que descubrieron en sus viajes internacionales.
En tanto, Apfel perfeccionó poco a poco su ojo para el diseño de interiores, lo que la llevó a trabajar en muchos proyectos de alto perfil, incluida la Casa Blanca, bajo nueve jefes de Estado, entre ellos Harry Truman y Bill Clinton. Además, otros proyectos vinculados al Museo Metropolitano de Arte, Estée Lauder y Greta Garbo.
“Hicimos reproducciones exactas de telas de los siglos XVII, XVIII, XIX y principios del XX, y hacía todo lo posible para que fueran lo más parecidas posible al original. Por eso viajamos tanto, porque no hay una o dos fábricas que puedan hacerlo todo. Todo es muy especializado”, revela Iris en declaraciones a la revista Town & Country.
La pareja viajaba a lugares como Turquía, Marruecos y el Líbano dos veces al año, coleccionando de todo, desde piezas de alta costura hasta prendas que costaban unos pocos centavos.
El negocio funcionó hasta que vendieron la empresa en 1992, cuando ya se había convertido en una de las altas marcas textiles de lujo del mundo.
Carl vivió hasta solo tres días antes de cumplir 101 años en 2015, después de que la pareja estuviera casada durante 68 años. Nunca tuvieron hijos por su vida tan ocupada y llena de negocios.
Iris promociona actualmente sus colecciones de prendas de alta costura, una propia línea de sus gafas tan características y una completa propuesta de artículos para el hogar.
En un documental biográfico titulado ‘Iris’ estrenado en 2015, se contempla un lado íntimo de Iris Apfel.
Percheros repletos con su ropa favorita en algún departamento de Nueva York, su estrecha relación con Carl, sus más cercanos amigos y las estrategias de regateo en compras para actividades comerciales figuran entre las situaciones que la muestran como una investigadora inconmensurable de la moda y… como siempre, una tierna adicta al trabajo interminable.