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El Guernica: epicentro de la obra de Picasso

Hace 84 años se expuso por primera vez el Guernica. Esta obra de Pablo Picasso, es trascendente no solo en lo artístico, sino como símbolo antibelicista y social, que deslumbra por la sobriedad cromática, la intensidad y articulación de motivos de un carácter extremadamente trágico.

Múltiples interpretaciones generan aún la composiciones pictóricas dominadas por mujeres, el caballo, el toro y el ave.

Una pared de azulejos en el municipio de Guernica (Viscaya, País Vasco) recuerda el bombardeo durante la Guerra Civil Española. Foto: Shutterstock

Los bocetos y el cuadro como tal -aclara una reseña del Museo Reina Sofía- “no contienen ninguna alusión a sucesos concretos, sino que, por el contrario, constituyen un alegato genérico contra la barbarie y el terror de la guerra”.

Picasso creó su famosa pintura por encargo del Gobierno republicano para el pabellón español de la Exposición Internacional de París de 1937. La inspiración sobrevino con el bombardeo alemán sobre la villa vasca Guernica.

La artista surrealista Dora Maar, pareja sentimental en aquel momento de Picasso, documentó con fotografías todo el proceso creativo del cuadro en París, entre el 1 de mayo y el 4 de junio, hasta su instalación en el Pabellón Español.

Tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial, por decisión expresa de Picasso, el óleo, de 3,49 x 7,76 metros, pasó a custodia del MoMA, un préstamo que renovó en 1958, con la condición de que se devolviera a su país natal cuando se restablecieran las libertades democráticas.

El regreso no resultó fácil, tras intensas negociaciones del Gobierno español, el MoMA exhibió por última vez la obra el 9 de septiembre de 1981 y un día después fue trasladado a suelo español con fuertes medidas de seguridad.

Su primera sede fue el Casón del Buen Retiro, anexo al Museo del Prado, y de allí se lo llevó en 1992 a su actual casa, el Museo Reina Sofía.

Según la biblioteca del Artium, Centro-Museo Vasco de Arte Contemporáneo, para poder sacar la pintura del Casón, sin desenrollar, hubo que derribar una pared entera y el traslado implicó la instalación de una armadura de protección y el empleo de una caja metálica con sistema blindado interior y otro para controlar los cambios de humedad, temperatura y vibración.

Leer más:

200 años de historia de los edificios del Museo del Prado

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