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Ecuador visto desde la cámara Leica de Gottfried Hirtz

Gottfried Hirtz es un referente de la fotografía en Ecuador. Su mirada particular, su cámara Leica y su espíritu aventurero lo convirtieron en testigo privilegiado de los cambios del país en el siglo XX. 

Sangay retratado por Gottfried Hirtz.

Entre 1934 y 1980, Hirtz armó un archivo fotográfico con más de doscientas cincuenta mil imágenes del país. Ahora, varias de esas postales están en ‘La mirada silenciosa’, un libro que es parte de la serie ‘Memoria, Viaje, Fotografía y Olvido’ editada por Juan Diego Pérez.

Hirtz en París y en Berlín 

Con apenas 20 años, Hirtz encaminó su vida al mundo de la fotografía. Estudió con el retratista Pedro de Lima, un portugués que tenía su estudio en París. De Lima retrataba a la gente rica pero también a personas de la calle, un interés que siempre llamó la atención de Hirtz. 

Cuando regresó a Berlín estudió en la Escuela de Bellas Artes. Allí también recibió clases de diseño e historia del arte, asignaturas que ayudaron a afinar su mirada. Al mismo tiempo trabajó como reportero gráfico de temas culturales en uno de los periódicos de la ciudad.

En 1934, motivado por su madre, decidió acompañar a su hermano Charly a Ecuador. En el Puyo recibieron tierras que el Gobierno ecuatoriano entregaba de forma gratuita para colonizar la Amazonía. De esta forma obtuvieron 50 hectáreas.

Entre los primeros paisajes que retrató ese año está la fotografía del Sangay visto desde Bellavista, en el Puyo. En la imagen se aprecia este volcán activo con su copa llena de nieve y una fumarola que se eleva hacia un cielo despejado. Todo enmarcado en un fondo negro. 

Así pasaron dos años, mi papá hacía fotografías en el Oriente. Procesaba allí mismo la película y lavaba las fotos en un pequeño riachuelo que pasaba detrás de la casa”. 

Christoph Hirtz

Hirtz, en Quito 

Hirtz llegó a Quito en 1936. Aquí se reencontró con Alfonso Aulestia, un ecuatoriano que conoció en la Escuela de Bellas Artes. Juntos viajaron a Cuenca y a Loja. De esa travesía hay varias fotografías. Una de ellas fue tomada en una escuela rural de Loja y en ella aparece una niña que señala un mapa de Ecuador que se extiende hasta limitar con Brasil. 

Con el tiempo, Hirtz montó un pequeño estudio en un departamento en el Pasaje Royal. Hacía fotos de familias alemanas y ecuatorianas y para empresas como Sedta, primera empresa área comercial en Ecuador. Este trabajo le permitió fotografiar desde los aviones nevados como el Chimborazo o el Cotopaxi. 

La vida de Hirtz tomó un nuevo giro en 1942. Ese año, justo cuando Estados Unidos entró en la Segunda Guerra Mundial, hubo una expulsión de alemanes. Él, al igual que muchos de sus compatriotas fue detenido por el gobierno estadounidense y fue llevado a un campo de prisioneros en San Antonio, Texas. 

Después de un intercambio de soldados, Hirtz regresó a Alemania. donde se dedicó a hacer fotografías de monumentos arquitectónicos, conventos e iglesias para que existiese un registro fotográfico por si fueran destruidos. 

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De vuelta a Ecuador

Hirtz volvió a Quito en 1954 y enseguida comenzó a retratar la ciudad y el país. En ‘La mirada silenciosa’ hay varias fotos que asombran. Está la del Hotel Quito, de 1961, la de la terraza del antiguo Aeropuerto Mariscal Sucre, de 1971, o la vista aérea de Quito de 1972; en el fondo de esta fotografía aparece el Panecillo pero aún sin su Virgen. 

En el libro también se aprecia una fotografía tomada en la avenida 6 de Diciembre y Orellana en 1957. La imagen impacta por su composición pero, sobre todo, por el contraste de los personajes que aparecen en ella.

En la calle, se ve a un niño y un padre indígenas y en el balcón de una casa, un niño y un padre de clase media. Como menciona Juan Diego Pérez, al referirse al archivo de Hirtz, se trata de una escena cargada de estética y poesía, “que en su simpleza y candidez eran conmovedores testimonios de la grandeza y profundidad de la vida”. 

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