La fusión entre técnicas de construcción milenarias, última tecnología y sostenibilidad en la arquitectura contemporánea es posible. Ecuador se pone a la vanguardia en un movimiento mundial que piensa más allá de lo estético y rentable.
Apolo Gavilánez y Valeria Bustos son dos arquitectos cuencanos convencidos en fusionar la sostenibilidad y energías renovables en sus diseños.
Inspirados en los antiguos pueblos como Cañaris y Valdivia, ellos toman técnicas como el bahareque, el adobe y el tapial para mezclarlos con barro y madera. Volver a las raíces ecoamigables con el uso de tecnologías como paneles fotovoltaicos, biofiltros, internet de las cosas o sistemas automáticos de recolección de agua de lluvias.
Tras años de investigación, ambos profesionales apuestan actualmente en pensar en cada persona, familia y visitante que contemple y disfrute de espacios interiores. De eso se trata la ‘Neuroarquitectura’. Económico en muchos casos y; por encima de todas las cosas, amigable con el medio ambiente.
Revista Mundo Diners conversó con los arquitectos especializados, fundadores del estudio Al Cubo Arquitectura. En noviembre de 2021 y abril de 2022 fueron galardonados con los premios ‘Golden Wings, Internacional WQC Award for Sustentability París 2021’ y “Business Management Awards 2022 Panamá’, respectivamente.
En el siguiente video, ellos comentan las razones por las que apostaron a un nuevo movimiento arquitectónico que ‘humaniza’ a gran escala los espacios habitacionales o de esparcimiento.
En las últimas décadas, el uso de cáñamo y caña o bambú guadúa se relaciona con innovaciones en la construcción. Sobre todo en regiones costeras. Sin embargo, Bustos aclara que esta materia se puede adaptar a localidades con climas fríos, basada en sus experiencias con construcciones en la Sierra ecuatoriana.
“La arquitectura contemporánea tiene mucho de lo eclético, mucho lo de mezclar material. Este concepto abarca todo tipo de material que se pueda fusionar. Hay mucha tecnología sí, pero nosotros damos prioridad a los ecomateriales y a las técnicas ancestrales de construcción para nuestros proyectos”, indica Apolo.
La caña guadúa es un elemento muy noble. Entre sus beneficios ofrece el autoregular la humedad y dejar márgenes adecuados para que el aire circule en espacios interiores.
Un ejemplo de ello es el hotel Tarcila en Olón, ubicado a orillas del mar. Lo relevante consiste en “utilizar la materia prima local”, resalta Bustos.

El denominado ‘súperadobe’ es un material que junta tierra, materiales orgánicos y en ocasiones cal. Un recurso sumamente valioso para la construcción económica, natural e incluso antisísmica.
Una muestra de ello es la propuesta cuencana realizada en una primera fase en la localidad peruana de Tayambama. Una gran vivienda unifamiliar, destinada también para actividades sociales comunitarias.

En Ecuador este concepto bioarquitectónico es “muy nuevo” todavía. Este estudio arquitectónico ecuatoriano inició sus proyectos residenciales y turísticos a mediados de 2004. Disruptivo e incomprendido en esa época.
Hoy, imponen una tendencia ecológica con más de 100 diseños en todo el país, que piensa primero en el beneficio humano y eternizar la arquitectura contemporánea para futuras generaciones.