Por Leisa Sánchez
Franz Liszt nació el 22 de octubre de 1811 en la localidad de Raiding, en Austria (ese territorio perteneció a Hungría). Murió en Bayreuth, Alemania, el 31 de julio de 1886, debido a una neumonía.
Gozó de gran popularidad en los salones aristocráticos y en las salas de conciertos europeas. No solo ejerció influencia como compositor, arreglista, director de orquesta y profesor, sino también por su magistral capacidad interpretativa y prolija técnica. “…era el pianista técnicamente más avanzado de su época y quizás el más grande de todos los tiempos”, destaca Google Arts & Culture.
Su carrera transcurrió entre París, Roma, Budapest y Weimar. No olvidó sus orígenes y fue un gran promotor del teatro nacional húngaro y fundó en 1875 la Academia de Música que lleva su nombre en la capital húngara.

El autor de Sueño de amor, Estudios de ejecución trascendental, las Rapsodias húngaras y la extraordinaria Sonata en si menor se convirtió, en 1839, en el primer concertista en dar un recital completo como solista, en contra de las presentaciones de varios intérpretes como era la norma, destaca el Museo Franz Liszt en Budapest.
Este gran músico sobresalió en el rígido mundo clásico por su carisma y fascinante personalidad. Fue Liszt quien, por así decirlo, sentó las bases de la oleada de fanáticos que estalla en gritos y llantos cuando ve a sus artistas favoritos, como sucede desde la era de Elvis Presley y The Beatles.
El portal web https://hipertextual.com describe el furor que causaba Franz Liszt, en particular en el público femenino: “…las mujeres de la audiencia se peleaban para adquirir los guantes del pianista y el pañuelo que cargara en su traje para la ocasión.
Las batallas para hacerse con las cuerdas rotas de su piano eran las más violentas. Incluso llegaban a arrancarle pedazos de ropa para guardarlos de recuerdo. Otras incluso recogían sus colillas de cigarro y se las guardaban en el escote”.
Lo paradójico es que este fenómeno -tan común desde los años cincuenta y sesenta con figuras de la cultura popular- se gestó en las salas europeas de la música clásica en el siglo XIX, cuando un joven pianista “escandalosamente talentoso” desató la “Lisztomanía”, un término acuñado por el poeta alemán y contemporáneo de Franz Liszt, Heinrich Heine, precisa un reportaje de BBC Culture.

Y citando a Oliver Hilmes, historiador y biógrafo del compositor, ese reportaje sustenta que “hubo momentos en que el entusiasmo que desencadenaban sus apariciones públicas bordeaba el delirio, y se convirtió en una figura en la que sus contemporáneos proyectaban todo tipo de fantasías eróticas y deseos secretos. Hubo mujeres que se olvidaron de todo, incluido el buen nombre de su familia y su educación refinada, para estar cerca de su Dios”.
Te podría interesar:
La anatomía humana según Auguste Rodin
Durán Ballén, tres siglos de música, un siglo de su nacimiento