Alfaguara, 2018
El señor Watanabe recorre lugares y tiempos intensos de su vida, desde una infancia de muerte en Hiroshima, hasta una vejez que intenta devolverle al inicio, antes del dolor, antes del amor. Intenta comprender por qué las bombas, por qué el tsunami, por qué las fugas radiactivas de Fukushima.
Un narrador omnisciente conoce sus más escondidos sentimientos, su condición de sobreviviente que camina cansado, buscando algo que nunca termina de encontrar.
Parecería que la radiactividad lo ha perseguido toda la vida. Su familia muerta, el padre en Hiroshima, la madre y las hermanas en Nagasaki. Él, solo, vagando por entre escombros contaminados. Así creció. Así se hizo el silencio en su alma.

Lo describen desde una primera persona las mujeres que pasaron por su vida, en distintos puntos del planeta. Desde la mirada de ellas, cada una con su voz, dependiendo del país, van configurándose su personalidad, sus sentimientos, su ser. Las mujeres aceptan sus excentricidades, su forma de amar… y de partir.
Desde el hilo conductor de esa historia, Neuman cuenta la historia mundial y espeluznante de bombas atómicas, contaminación nuclear, Chernóbil y tantas repeticiones del mismo humano furor por destruir.
Como si mirara un noticiero, el lector se acerca a la vida cotidiana de los supervivientes, los alimentos contaminados, la desolación de las víctimas. Gente perdida, sin entender qué pasó con su tierra, su cielo, su agua.
El señor Watanabe es el pretexto para enjuiciar a esos poderes crispados a nombre de la paz. “Los gobiernos creen, o fingen creer, que en caso de emergencia somos capaces de afrontar la verdad”. Pero él sabe que jamás dirán la verdad.
(Jennie Carrasco)
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