Edhasa, Buenos Aires, 2014
En la portada de la novela ‘Más liviano que el aire‘ de Federico Jeanmaire aparece una imagen tomada del rico universo visual de la artista Liliana Porter, argentina como el escritor, y creadora de varias escenas en miniatura que aluden al mundo laboral y al trabajo forzoso.
En esta, una mujer teje sin descanso lo que empieza a ser un follaje azul desparramado. Pocas imágenes se podrían haber acercado tanto al contenido mismo del libro, que se basa en un largo relato, o tejido, contado fatigosamente por una anciana de 93 años; en el que aparecen elementos como la historia de su madre, aficionada a la aviación y víctima de violencia de género, así como múltiples disertaciones filosóficas que solo una persona entrada en edad podría generar, sin tan solo alguien la escuchara.
La novela de Jeanmaire se acerca también a una pieza teatral. Está compuesta a manera de un diálogo que dura cuatro días, entre la señora, Rafaela o Faila, como le dicen sus allegados, y un pibe, Santi, de catorce años, quien quiso asaltar y robar a Faila en su propio departamento, pero terminó siendo atrapado por ella en el baño. Un ladrón secuestrado por su potencial víctima. A pesar de que es un diálogo, solo escuchamos hablar a la señora. De Santi solo se perciben, a través de la misma Faila, sus quejas, su inocencia, su malacrianza.

El texto de Jeanmaire es magistral. Está redactado con el oído fino de alguien que ha crecido rodeado de matriarcas alrededor de la estufa. La señora habla con frases cortas y directas.
Se deja llevar por emociones que la sobrecogen. Toma pausas. Pero tiene una respuesta para todo y emana la clase de sabiduría que no distingue entre temas espirituales y cómo preparar una milanesa.
(Salvador Izquierdo)