Ediciones El Nido, Quito, 2018
La primera novela del Pájaro Febres Cordero llega después de haber publicado durante años sus crónicas, artículos, ensayos, memorias, biografías e historias políticas y humorísticas.
En estas nuevas páginas, su pluma refinada constituye un remanso de dulzura y nostalgia de un personaje llamado Rubén, que es en principio un ser de ficción pero, conforme el lector se adentra en su mundo, se convierte en el doblez de nuestra propia vida, reflejada en los seres queridos que tenemos o tuvimos a nuestro lado, o en nosotros mismos frente al abismo temible de la soledad.
El poder sutil de las palabras entrelazadas con temple, ligazón y mando, tal como hacía Rubén en su lejana juventud cuando soñaba con ser torero, nos transforman de manera casi imperceptible en ese hombre extraviado que no logra recordar el título del libro que está leyendo y tampoco recuerda que minutos antes acabó de regar aquel bello y adormecedor floripondio donde descansan las cenizas de su mujer, ni sabe si ya ha cenado o no, pero es capaz de acudir a los intersticios de la mente para evocar aromas, pesares y alegrías de su niñez temprana.

Con parsimonia y meticulosidad avanza el relato de vida cotidiana, caótica a momentos, angustiosa cuando la domina el olvido, pero profunda y sensible en cada una de sus reflexiones. Aparecen entonces los temores: la soledad, la amenaza de terminar recluido en un asilo, los problemas de su única hija; la angustia de Olimpia, la empleada doméstica de toda una vida, por no encontrarlo nunca más si es que sale solo a la calle en alguno de sus arranques; la proximidad del fin que se sabe llegará pronto, pero ¿cómo, cuándo, dónde…?
(Óscar Vela)