‘Una mujer fantástica’, cinta estrenada en 2017, ganó al año siguiente el premio Óscar en la categoría de Mejor Película en lengua extranjera.
El triunfo fue doble: se trata de una película latinoamericana, más cerca del cine que de la industria, y su protagonista es una mujer trans. Mucho se dijo, en su momento, sobre si eran estas las supuestas cualidades que se premiaron, pero la cinta supo defenderse sola, pasar por encima de los aparentes compromisos de la corrección política y hacerse ver por mérito propio.
Ahora bien: es cierto que hubo campaña. Mucha parte de la crítica apoyó al largometraje chileno haciendo fuerzas para que fuese tomada en cuenta hasta en las últimas instancias. Supongo que ninguna película, venga de donde venga y valga lo que valga, puede abrirse camino sola. El Óscar, entonces, legitimó el esfuerzo de la producción chilena, despojó cualquier duda y de alguna forma la volvió parte de la cultura oficial.
Esto significa que, después del premio, el tema quedó dispuesto sobre la mesa y pudo conversarse más tranquilamente. La discusión, que tiene partes de militancia y partes de romance, se amplió y se iluminó gracias al reflejo de la estatuilla dorada.
Ahora que las instituciones van cayendo y que las autoridades se derrumban, quizás la verdadera función del Óscar sea sellar los pasaportes de las películas y que estas puedan viajar hacia mayores audiencias. ‘Una mujer fantástica’ está ahora en Netflix y, sin el glamour de los festivales y las ceremonias de premiación, ha ganado mucho público y visibilidad.
‘Una mujer fantástica’
‘Una mujer fantástica’ arranca cuando un hombre, pareja de la protagonista, sufre un súbito accidente que acaba con su vida. ¿Hay vida después de la vida?, por lo menos es cierto que la vida de los demás continúa, y ese es el camino que escoge la trama.
La protagonista se llama Marina (Daniela Vega) y la familia de quien fuera su última pareja está empeñada en borrar cada rastro que los une: no vaya a ser que demasiada gente se entere de un secreto que ya sabe todo el mundo.
Aquí, es cierto, puede venir la parte discursiva. La cinta tiene un mensaje claro: la sociedad busca esconder lo que no conviene mostrar, y en este caso es Marina quien tendría que cumplir con el protocolo y desaparecer.
Curioso, pero real: son las víctimas, los más afectados, quienes deben hacerse a un lado y dar la espalda y mantener la boca cerrada. Pero ‘Una mujer fantástica’ no es ese tipo de película. Supera, y por mucho, el melodrama que uno esperaría.
Tiene una carga de realidad bastante pesada y es así como las historias terminan ganando el juego: buenas escenas, buenos diálogos, en fin, que en la pantalla aparezca gente de verdad y no sólo actores tratando de parecerse a la gente.
La cinta, incluso Óscar mediante, no tuvo la distribución que merecía, estuvo en pocas salas y por poco tiempo. Es raro, pero sucede y cada vez más: salvo alguna cinta argentina, por ejemplo, es muy difícil encontrar en la cartelera local títulos que vengan de países vecinos. Para eso está Netflix, supongo, para ver lo que no se puede ver de otra manera.