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“El albergue”, el cuento genial de Maupassant

Al estilo de la “Tormenta de nieve”, novela corta de Tolstoi, “El albergue”, de Maupassant muestra la crudeza del invierno en los Alpes y la angustia de los protagonistas.

Antes de comentar el cuento del francés Guy de Maupassant (1850-1893) es necesario referirse a este irreverente autor de más de 300 obras literarias consideradas entre las más prodigiosas del siglo XIX.

Prolijo escritor de cuentos y discípulo de Flaubert (“Madame Bobary”,) Maupassant es la figura más importante de las letras francesas de esa época y sus relatos se han convertido en obras de teatro o películas.

Fue calificado por la crítica como un escritor naturalista y realista, llegó a ser uno de los primeros en lograr un éxito comercial a gran escala y su lenguaje, en la mayoría de obras, era conciso y sin adornos.

En la parte final de su carrera se advertían algunas alucinaciones que fueron atribuidas a su precaria salud y a su vida promiscua, tal como se describe en algunas biografías.

Sufría de una enfermedad conocida como priapismo, además de la sífilis, que se negaba a que fuera tratada por los médicos.

En la época se decía que era un mal congénito porque su hermano también había muerto por causa de la sífilis.

Pidió y se le fue concedida esta frase en su epitafio en el cementerio de Montparnasse:

Lo he codiciado todo y no he sentido placer en nada”.

Guy de Maupassant

Aunque su cuento más famoso fue “Bola de cebo”, en “El albergue” despliega toda su idea naturalista y realista alrededor de muy pocos personajes: son solo dos, porque los otros protagonistas solo aparecen al principio y al final de la historia.

Los Alpes

La historia se desarrolla, tal como dice el título del cuento, en un albergue de la zona alta de los Alpes, al pie de los glaciares perpetuos donde el blanco de la nieve cubre todos los rincones durante seis meses.

El albergue cuento

En esa soledad un viejo, un joven guía y un perro tienen que sobrevivir hasta que el albergue se vuelva otra vez accesible para los turistas y los aventureros.

En esa “cárcel de nieve”, tal como se describe en el cuento, deben permanecer hasta que la primavera retorne, derrita la nieve y permita nuevamente apreciar el paisaje.

El viejo guía Gaspard Hari, con 14 inviernos consecutivos en las montañas de Hautes-Alpes y el joven senderista Ulrich Kunsi son los protagonistas de la historia de sobrevivencia a más de 2.500 metros sobre el nivel del mar y una temperatura de hasta 30 grados bajo cero.

Aquí un párrafo para apreciar la habilidad narrativa del escritor francés:

El sol inundaba aquel desierto blanco resplandeciente y helado, lo iluminaba con llamas cegadoras y frías; ninguna vida aparecía en aquel océano de montañas; ningún movimiento en aquella desmesurada soledad; ningún ruido turbaba su profundo silencio”.

“El Albergue”, Guy de Maupassant

Angustia y desolación

¿Cómo soportar seis meses encerrado en un lugar donde la nieve cubre puertas y ventanas y los únicos sonidos por la noche son los ronquidos del viejo y los aullidos de Sam, el perro aclimatado para los fríos imposibles?

Los primeros días se iban entre pelar papas para la sopa, jugar a las cartas, al dominó y a contemplar por la ventana el vuelo de las pocas aves que se atrevían a aventurar en un paisaje blanco como resultado de los primeros diez días continuos de lluvia y nevadas.

Cuando todavía era posible, el viejo salía del albergue con su escopeta en busca de alguna gamuza, una especie de antílope un poco más grande que una cabra.

Lo importante, pensaba el experimentado guía, era salir del encierro, pero esa idea de aventura sería fatal cuando el paisaje perdiera sus referentes de bosques, de montaña o valle… el único color externo muy pronto sería el blanco.

En el relato de Maupassant se transmite angustia y desolación a medida que el invierno extiende su poder.

El cuento es perturbador, a ratos fantástico, mantiene la expectativa durante toda la historia.

La imprudencia de uno de los protagonistas causa la primera de las tragedias; el repentino escape de Sam, que aprovechó el mínimo descuido de una puerta abierta, también se transforma en otro episodio de fatalidad.

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