El artista polaco-ecuatoriano Carlos Echeverría Kossak exhibe “Obra Pictórica”, su primera exposición antológica en el Centro Cultural de la PUCE. La muestra estará abierta hasta el 10 de marzo.
En 2013, José Hernández escribió un ensayo titulado “Híbrido y posmoderno”. Cinco años más tarde, el texto fue incluido en el libro “Narrativas habitables“, publicado por la editorial de la Universidad San Francisco.
En su ensayo, Hernández sostiene que ‘híbrido’ es la palabra que mejor sirve para definir el trabajo pictórico de Echeverría Kossak, entre otras cosas, porque “muestra el terreno donde se mueve”.
Estas afirmaciones tienen que ver con lo geográfico: sus continuos desplazamientos entre Cracovia y Quito y viceversa, pero también con sus conexiones entre arte y arquitectura.
Esta hibridez se hace evidente en las 27 propuestas que se exhiben en la muestra “Obra Pictórica”. La más antigua de ellas es”Camuflaje”, (2011) y la más reciente es”Impacto mínimo”, (2021).
“Camuflaje”
Echeverría Kossak comenzó a pintar “Camuflaje” en 2007, mientras vivía en Cracovia, y la terminó en 2011, cuando se instaló de vuelta en Quito.
Sobre el lienzo hay decenas de personas sobre una vereda, caminando aturdidas, y en la calle aparece un carro viejo. Cerca de ellos hay unos perros camuflados en medio de un árbol.
“Camuflaje” nació de una anécdota que le contó un amigo peruano, en Cracovia. Ese amigo le habló del estrés que se sentía en Lima, en tiempos de Sendero Luminoso, cuando las personas veían un automóvil viejo parqueado junto a un edificio nuevo.

“Impacto mínimo”
Si en “Camuflaje” lo que abunda es la figura humana y los colores chillones, en “Impacto mínimo” Echeverría Kossak se coloca en las antípodas.
En esta obra, que mide 1,70 m de largo y 2,80 m de ancho, lo que primero salta a la vista es la ausencia de personas y una paleta de colores dominada por la gama de ocres.
Lo que asoma sobre este lienzo, de gran formato, es una gran infraestructura industrial, asentada en medio de una zona árida en la que hay plantas gigantes.
Como sucede con muchas obras de esta muestra, la pintura nació de la curiosidad de este artista.
Un día, mientras estaba en Chicago, se encontró con una cementera que estaba ubicada en el centro de la ciudad junto a un puente. De inmediato se bajó de su carro y comenzó a tomar fotos.
Cuando regresó al país guardó las imágenes en su archivo. Las fotos permanecieron ahí hasta el inicio de la pandemia, cuando comenzó a imaginarse cómo sería la naturaleza en el futuro.
“Me imaginé una gran infraestructura manejada por plantas. Si te fijas, en esta pintura intento ver la naturaleza desde una posición casi alienígena”.
Carlos Echeverría Kossak
“Obra pictórica”
En esta exposición también están obras como “Estado”, una pintura bañada de amarillo en la que aparece la Refinería de Esmeraldas.
La pintura hace una metáfora del petróleo, como generador de la mayor riqueza económica que ha tenido el país en las últimas décadas.
Pero, asimismo sirve para mostrar que este artista se enfrenta con soltura al desafío del lienzo en blanco sin importar su tamaño.

Este ejercicio se repite en “Nubes urbanas”, “Inteligencia”, “Estrategias”, “Bestiario”, “La cancha”, “Fachada libre”, “Refinería de Esmeraldas”, “Vigilancia” o “Abacá”.
En cada una de estas obras se observa el afán de Echeverría Kossak de comentar el mundo contemporáneo. En unos casos hurga en los terrores del pasado, y en otros en los miedos de lo que está por venir.
En este contexto, Echeverría Kossak no solo es híbrido y posmoderno sino también una especie de cronista, con pinceladas cargadas de humor negro y sarcasmo.