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Diana Valarezo, una ecuatoriana nómada en cuerpo y arte

“Soy una artista nómada” se define claramente la artista visual ecuatoriana Diana Valarezo (Guayaquil, 15 octubre 1968). No solamente porque ha vivido en Londres, Bruselas, Pekín o Dakar, sino por su versatilidad e inquietud de explorar los acrílicos, dibujos, cerámica, arte digital, performance e instalaciones.

Revista Mundo Diners retoma el contacto vía Zoom hasta Bruselas con esta artista guayaquileña multidisciplinaria tras una última conversación en abril de 2020. Ella continúa reinventándose. En plenos cambios de piel cada cierto tiempo.

Hasta el 22 de julio de 2022 expone sus piezas en cerámica ‘Seres de la Memoria’ y un performance titulado ‘Rasgar las Vestiduras’ en la exposición ‘Ecuatorianismos en Bélgica’ en el Museo de la Migración de la capital belga.

Su elemento principal es un gran vestido blanco de cola larga, tejido en honor a su padre, quien fue un costeño adaptado a la sierra ecuatoriana. Un migrante nostálgico. “Este movimiento migratorio nos hizo crecer. Es un homenaje a la migración. Es el vestido de la vida”, comenta Diana.



Nació en Guayaquil, pero vivió en Quito desde los dos años de edad. Creció en la finca de sus padres en Pomasqui (Pichincha). Su madre le llevó a un par de talleres de pintura durante su niñez, pero no pasó de ahí. Ni en su adolescencia se le pasó por la cabeza dedicarse al mundo de las artes plásticas.

Diana Valarezo alude al mero azar su inmersión al arte. Una cosa llevó a la otra. El momento de elegir una carrera universitaria finalmente llegó. Se enamoró al instante de la Facultad de Artes de la Universidad Central del Ecuador una vez que pisó sus alrededores.

“Yo pensaba que no existía esa profesión del arte. Fue una coincidencia perderme en la Universidad Central y conseguir esa facultad”, dice.

Se graduó en 1991. Recuerda con un cariño enorme las enseñanzas de maestros como Marcelo Aguirre en el dibujo y a Mauricio Bueno en pintura.

Su estadía en China por más de cinco años fue un antes y un después. Estaba desesperada por irse del Ecuador para consumir arte mundial. Ella estudió grabado tradicional chino en Pekín desde 1998 al 2001. Fue todo un reto.

“El primer año fue muy difícil. A los seis meses estaba con una depresión. Aunque luego, pasé la ola de no saber el idioma y acoplarme a una nueva cultura. Hoy, me acostumbro a cualquier cosa”.

A principios de 2004 regresa a Ecuador. Le costó readaptarse a su país natal. Se dedicó a la docencia en artes. En ese tiempo conoce a su marido de origen belga Guy Castadot. Por 2010 se van a vivir a Senegal por compromisos laborales de Guy.

“Me encantó Senegal. Es una cultura súper fuerte y la gente muy amable. Dakar es muy bello. Yo había dejado de pintar, pero desde aquí me sentaba en los cafés para dibujar los wax (vestidos tradicionales) de las mujeres. Y tomé muchas fotos. Hice una exposición con esta obra en Nueva Delhi”.

Tras una corta estadía en Bruselas, la pareja se fue a vivir a Lima por unos cuatro años. Fue difícil acoplarse, cuenta. “Es una ciudad complicada. Estos cambios son partes de mis cambios de piel”, recuerda la artista.



La época de confinamiento durante 2020 por la pandemia de covid-19 fue de provecho. Su tiempo de encierro lo consagró para realizar una gran instalación de porcelanas, destinado para un club de mujeres de Bruselas.

“Iba al taller todos los días. Fueron 44 erizos marinos grandes de 44 cm. Trabajé mucho. No sentí la pandemia en ese sentido. Pasamos dos meses metidos en casa. Pude incluso dormir, para estar tranquila con mi marido. Fue un espacio sagrado de tiempo que tuve. Agradezco a Dios que fue un tiempo de desarrollo muy bueno”.

Todas sus estadías en Bélgica, China, Senegal o Perú significaron desafíos realmente duros. Abrirse un camino artístico “a pulso” en cada contexto desconocido. Hoy vive en Bruselas, donde crea sus nuevas series en su taller. También se dedica a la enseñanza de artes plásticas e idioma español.

Su última exposición en Quito fue durante 2020 denominada ‘Consciencia Imaginada’ presentada en la N24 Galería de Arte. Para enero de 2023 regresará por unos tres meses a Ecuador, con la intención de escapar del frío europeo.

Diana Valarezo prepara un “nuevo cambio de piel” con un proyecto artístico “que ya se empieza a cocinar.”

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