Esta historia comienza en 1999, un año caótico para el país. En medio de una fuerte crisis económica y política, Iván Vallejo (Ambato, 1959) y Sebastián Cordero (Quito, 1972) consiguen logros personales que cambian su vida para siempre. El primero corona la montaña más alta del mundo y el segundo estrena su primer largometraje.

Hasta ese momento, nada auguraba que 20 años más tarde la pasión que tenían Vallejo por el montañismo y Cordero por el cine los llevaría a una convivencia de cerca de dos semanas, al otro lado del mundo, hasta alcanzar los 5 364 metros de altura en el campamento base del Chomolungma (Madre del universo), nombre tibetano del Everest.
Tampoco que los tres, montaña, escalador y cineasta, se convertirían en los protagonistas de ‘Al otro lado de la niebla’, documental dirigido por Cordero con el que este año se inaugura la nueva edición del Festival Internacional de Cine Documental (EDOC), el encuentro audiovisual más importante del país.
1999, ¿qué recuerdan de ese primer encuentro?
Cordero: “Yo lo tengo bien clarito. Nos conocimos en la ceremonia de Reina de Quito. Ahí nos tocó estar de jurado. Justo tenía mucho interés por el Everest, porque había terminado de leer un libro de Jon Krakauer sobre la industria del turismo en esa montaña y las catástrofes que había generado. Tenía un montón de preguntas y cuando vi a Iván me dije aquí voy a aprovechar para que me cuente todo”.
Vallejo: “Para mí fue curioso que nos conociéramos en este evento de belleza. Lo recuerdo como un momento especial, por lo que había pasado en mi vida ese año después de coronar el Everest. Me acuerdo que cuando nos saludamos hubo mucha naturalidad y comenzamos a conversar como si hubiéramos sido panas de años. Fue un encuentro muy fraterno, que se repitió varias veces”.
1. El motivo por el que los humanos hacemos las cosas
De entrada habría que aclarar que este documental no va de los logros personales de los protagonistas sino de sus fracasos, de sus miedos pero, sobre todo, de sus inquietudes existenciales y espirituales. Cordero habla de ‘El mito de Sísifo’, de Albert Camus. Aquí, la metáfora del esfuerzo inútil e incesante del hombre sirve para que el cineasta lance una pregunta: ¿por qué hacemos las cosas que hacemos?
¿Por qué decidió proponerle el documental a Cordero?
Vallejo: “En la Escuela Politécnica Nacional dividía mis clases de matemáticas en dos, en la primera les daba la materia y en la segunda les contaba cómo me había ido en mis últimas expediciones, con un componente de liderazgo que siento que es algo que siempre tuve en la sangre. Resulta que al final del semestre los alumnos se acercaban y me decían que mis relatos los había ayudado a mantenerse en la universidad. Ahí me doy cuenta que mis historias les servían a los chicos. Un día de 2019, mientras me entrenaba, me puse a pensar en que las nuevas generaciones no conocen mi historia ni la de Sebastián y cómo podíamos hacer para perpetuarlas así que lo llamé”.
¿Por qué decidió aceptar la propuesta de Vallejo?
Cordero: “Un día estaba en Guayaquil, ensayando ‘Rabia’, y me entró una llamada de un número desconocido. Por alguna razón no tenía el contacto actualizado de Iván y normalmente cuando no tengo registrado el número no contesto pero en esa ocasión lo hice. Iván me contó del proyecto y me invitó a su casa a comer. Acepté, pero enseguida comencé con las dudas y me dije que si lo que él quiere es un reportaje sobre su carrera eso no es lo mío. En la sobremesa me contó de la motivación que tuvo desde su infancia por escalar el Everest y sacó un dibujo que hizo de niño. En ese momento dije, aquí hay una historia increíble y decidí irme con él a Nepal”.
2. Un retrato de Vallejo y otro de Cordero
De la vida y de los logros deportivos de Vallejo se han hecho decenas de reportajes e incluso se ha escrito un libro. Por eso, desde el inicio del documental, uno espera encontrarse con una faceta desconocida de este montañista, pero lo que se termina viendo es la versión más transparente de Cordero. A pesar de que él no aparece ni en una sola escena, sus reflexiones, dudas y confesiones permiten ver un mundo más allá de esa niebla que lo cubre todo.
¿Este documental es una historia donde se conoce el lado más íntimo de Cordero?
Vallejo: “Sebastián se expone de una manera sorprendentemente abierta. Lo lindo de la montaña es que te da la chance de conocer a las personas, desde sus esperanzas y desesperanzas hasta sus miedos y dudas. Tuvimos unas conversaciones muy chéveres pero me impactó cuando retomamos el tema de las muertes de su hermano y de su papá. La historia de la pérdida de su ñaño me golpeó muchísimo, porque había mucha coincidencia con lo que me pasó con mi hija cuando ella me necesitaba en el hospital y yo no estaba en el país”.
¿Qué de nuevo sobre Vallejo se puede conocer a través de esta película?
Cordero: “Hay algo que es importante decir y es que Iván se ha dedicado por años a contar sus historias en las montañas. Pero en el documental, de alguna forma, hay más cercanía con esas mismas historias porque las cuenta desde ese lugar que él adora y considera su casa. Siento que eso lo hizo sentir más vulnerable. Mi segundo nombre es duda. Yo dudo de todo, y dentro del escepticismo que tenía, descubrir que lo que decía frente a la cámara era la plena hasta ahora no me deja de sorprender”.
3. Positivismo versus escepticismo
El montañista es un optimista empedernido y el cineasta, un escéptico obstinado. En las dos semanas de convivencia en la montaña ambos se dejan permear por sus historias de vida. La cámara no muestra ningún momento de tensión entre los dos; sin embargo, en varios pasajes el rostro del optimista se ve lleno de dudas y frustración mientras que al final de la película la voz del escéptico suelta una de las confesiones más conmovedoras.
¿Un pesimista no podría escalar una montaña como el Everest?
Vallejo: “Lo que creo es que en el peor de los casos el pesimista no podría llegar a la cumbre; y en el mejor de los casos sí llegaría, pero con una cuota de angustia altísima y la vida no está para vivirla angustiado. Estar en Ecuador ya es un reto cotidiano, si no es la política es el volcán o el paro. Por eso, cuando llevo a mis clientes a la montaña les digo que subirla es duro, pero que pongan en su cabeza el verbo disfrutar”.
¿Cómo le va a un escéptico escalando una montaña como el Everest?
Cordero: “Que sea escéptico no significa que no me maraville ante las cosas. Mientras subía la montaña no me frustré por la niebla, visualmente me fascinaba. Iván que me decía “no sabes la montaña que hay detrás” y sentía que eso no hacía falta en el proceso que estaba viviendo. De verdad sí pasé un par de malas noches y sí hubo momentos duros en los que me cuestioné por qué estaba ahí, pero la reflexión que hago al final del documental es sincera y espontánea. El mundo y la naturaleza tienen cosas maravillosas y eso algo que no lo voy a discutir”.



