‘Las Catilinarias’ es el libro más conocido de Juan Montalvo, el irreverente escritor ambateño, que combatió desde su exilio al tirano que llamaba Ignacio de la Cuchilla; decenas de versiones se han publicado del famoso libro, la más reciente se presenta a modo de escolio.
Tal vez no exista en nuestra historia un personaje que al menos se parezca en algo al ilustre intelectual Juan Montalvo (Ambato 1832, París 1889), autor de libros y ensayos irreverentes contra el poder político.
Definitivamente, el periodista, el ensayista y novelista Montalvo Fiallos supera a su propia obra escrita desde el exilio, porque un crítico como él nunca halló paz en su país.
Conocedor a fondo de la obra de Cervantes, Montalvo se sintió más identificado con el personaje El Quijote, porque también luchó contra los molinos de viento y porque siempre quiso ser libre.
De Veintimilla, el tirano
Una de sus obras cumbre fue ‘Las Catilinarias’, 12 epístolas en las que desentrañaba los abusos del poder de Ignacio de Veintimilla, ese personaje autoritario que gobernó Ecuador entre 1876 y 1883.
‘Las Catilinarias’ es quizá el libro más polémico que escribió con gran derroche de erudición y de crítica fulminante contra ese presidente al que se refería como Ignacio de la Cuchilla.
Es un texto escrito en un castellano elegante, plagado de referencias históricas y de una prosa en la que está presente siempre el más grande representante de nuestra lengua: Miguel de Cervantes.
¿De qué se trata esta ‘Cueva de murciélagos, comentarios a Las Catilinarias montalvinas’ escrita por Eduardo Villagómez?
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El trabajo del escoliasta
El escritor se declara como un escoliasta, que según la lengua española es la persona que incluye notas a un texto para explicarlo mejor y facilitar su comprensión.
Es el rescate y la actualización del pensamiento montalvino, pero sin modificar ni un verbo, ni un sustantivo, ni siquiera una coma; son las catilinarias en su estado puro, con toda la vehemencia que solo Montalvo pudo permitirse.
Lo que hace el escoliasta, o sea Villagómez, es contextualizar mediante citas no solo el pensamiento del ambateño, también las diatribas y los “ilustrados” insultos que fueron una de las características de su pluma fulminante.
Tan reconocido fue el ambateño en Europa que sus catilinarias fueron prologadas nada menos que por otro ilustre español: el escritor y filósofo Miguel de Unamuno.
El lector va a encontrar en esta Cueva de murciélagos ese famoso prólogo de Unamuno y referencias históricas y universales del pensamiento de los filósofos griegos y de la literatura española.
El legado de Montalvo
Veamos un ejemplo práctico de este trabajo de Villagómez que podría convertirse en una herramienta para entender mejor a Montalvo, a nuestro país, a sus personajes y a sus tiranos.
En la primera catilinaria: “Pueblo que no tiene desahogo sino la humilde queja ni arbitrio sino el llanto, ni compasión merece, menos compasión de los demás (…) Pueblo es un vasto conjunto de individuos cuyas fuerzas reunidas no sufren contrarresto: su voz es trueno, su brazo rayo”.
Reminiscencia a ‘La victoria de Junín’ de José Joaquín de Olmedo. Contrapone la visión del héroe en alusión a Bolívar, a quien el poeta caracteriza (“su voz un trueno, su mirada un rayo”) con la del pueblo como entidad con las mismas prerrogativas.
En casi todas las páginas se aprecia el oficio del escoliasta por poner un contexto con terminología contemporánea; un libro que puede ser útil sobre todo para los “no informados” acerca del aporte a la literatura universal que nos legó Juan Montalvo.