El serigrafista colombiano Carlos Neyra (Cali, 11 mayo, 1955) define su trabajo como totalmente manual y pictórico. Nada fotográfico ni digital. Un pionero en este campo artístico en Ecuador con muy poca competencia aún, tras décadas de trabajo.
Revista Mundo Diners conversó con el experimentado grabador y artista plástico desde su domicilio, en el norte de Quito. Carlos Neyra se siente a sus anchas entre sus obras. Acopló su taller a la sala principal. En cada esquina asoman sus serigrafías. Un territorio bajo sus dominios.
En el siguiente video, él explica detalladamente las técnicas implementadas en sus obras, y también en colaboración con reconocidos pintores. Serigrafía pictórica manual pura.
Casi todo lo relativo a la serigrafía lo aprendió de su padre Guillermo Neyra, quien también ejercía esa labor en su taller y fotograbado, considerado el primero en la ciudad de Cali. A los 16 años de edad completó su experiencia empírica en otro taller similar en Bogotá, enfocándose en la serigrafía publicitaria.
El artista realizó sus estudios enfocados en la publicidad en la academia Pittsburg de Bogotá. Luego, Neyra llegó al Ecuador en 1978 con una simple oferta de trabajo en un taller. Años después montó su propio espacio de trabajo en Quito a principios de 1983.
Durante este tiempo las exposiciones de artistas plásticos en la capital eran numerosas. Neyra se dio cuenta que en casi ninguna galería existían serigrafías de alta calidad realizadas localmente. Allí se dio cuenta. Debía dedicarse a la serigrafía artística.
Tras unos breves talleres de capacitación sobre grabado en la Casa de la Cultura Ecuatoriana impartidos por el artista plástico Carlos Viver, inmediatamente consiguió trabajar a mano con obras de artistas como Mauricio Bueno, Enrique Tábara, Oswaldo Viteri, Luigi Stornaiolo, Ramiro Jácome y Judith Gutiérrez, durante 1984.
“Con Ramiro Jácome era muy amigo y vecino en la zona de la Mariscal. Se trabajaba muy fácil con él. Con Kingman (Eduardo) trabajé una de las obras más difíciles porque llevó 69 colores densos, pura acuarela. Allí aprendí más, por la cantidad de texturas y veladuras”. La colombiana Amparo Garzón, el chileno Carlos Catasse, el argentino Alejandro Facuse y el reconocido mexicano Ismael Vargas fueron parte de su inspiración internacional.
Entre los materiales preferidos de Neyra para sus serigrafías se encuentran la cartulina Fabriano, Guarro, Canson, brillante; cartón corrugado o película Ulano.
Nelson Román – 1945 – Latacunga, Ecuador – “ Árbol de la vida “. Seigrafía pictórica manual editada por Carlos Neyra. 55 colores dibujados directamente sobre el tamiz entre colores densos y veladuras. Cartulina Guarro 100 x 70 cm. 1999. Eduardo Kingman – Loja, Ecuador, 1913 – 2003 “Acaso un ruego”. Serigrafía pictórica manual. 69 colores entre densos y veladuras dibujados a pincel directamente sobre el tamiz. Editada por Carlos Neyra – Edición limitada de 100 obras. Cartulina Canson francesa de 250 gramos – 65 x 50 cm. 1986. ‘Mono Eros Cultura La Tolita, Ecuador’. Serie ” Arqueográficas de Ecuador “. Monocopia en serigrafía. Dibujos realizados con espátula directamente sobre el tamiz. Cartulina Canson Montval francesa de 300 gramos. 50 x 35 cm. 2002. ‘Antropomorfo con tocado ceremonial con collar de huesos Cultura Muisca, Colombia’. Serie ” Arqueográficas de Colombia “. Monocopia en serigrafía sobre Canvas americano. Dibujos realizados con espátula directamente sobre el tamiz. 50 x 35 cm. 2006. Pieza de su serie ‘Tangos’, 2015. Oswaldo Viteri – 1931 – Ambato, Ecuador ” Sin título “. Serigrafía pictórica manual. Editada por Carlos Neyra. 55 colores dibujados a pincel directamente sobre el tamiz. Cartulina Tintoreto italiana de 300 gramos. Medida: 45 x 33 cm. ( sin enmarcar ). 2011.
El gran reto serigráfico de Carlos Neyra
Su serigrafía pictórica manual sobre la obra ‘Arbol de la vida’ trabajada para el pintor ecuatoriano Nelson Román (1997-1999) aún la considera su obra más compleja. Puro pincel a mano, trazos de color en miniatura, uso de veladuras y sacando diferentes planos en la obra fueron parte de su trabajo en esta pieza, que le llevó más de dos años.
Fueron más de 55 colores dibujados a pincel directamente sobre el tamiz. Todo a mano.
Para lograr más flexibilidad y durabilidad, algunos colores se prepararon con óleo y pintura a base de aceite. El oro en polvo checoslovaco de 14 quilates fue denso y duro de pasar por el tamiz. La impresión de la obra fue manual en todos los colores, transparencias y colocación del polvo de oro.
En años recientes, Carlos Neyra ha trabajado su propia obra en lienzos, cartulinas y series, entre ellos; ‘Precolombinos’, ‘Tangos’ y ‘Abstractos’.
Durante el periodo inicial de la pandemia por covid-19, el artista colombiano se sintió “feliz” porque pudo avanzar en sus ‘Abstractos’ durante el confinamiento.
“Las obras de Carlos Neyra nos presenta otra propuesta: las piezas arqueológicas se liberan del peso de la inercia y se integran a la modernidad para brindarnos la vigencia milenaria de su mensaje sacro. En su obra se tienen claras referencias al estilo de la Figuración Libre del Neo Expresionismo con su iconografía de gran complejidad y estilo espontáneo, inspiradas en temas del inconsciente amerindio (…) la serigrafía de Neira devuelve a las piezas milenarias la autenticidad de instintivo”, de acuerdo al arqueólogo Francisco Valdéz Valdéz.
Desde 1978, él apostó por quedarse en Ecuador. “La tranquilidad del país. Mi papá quería mandarme a Estados Unidos. Me dije: para qué irme a otro lado y aquí no había nadie que hiciera la serigrafía, entonces; continué aquí con lo mío”.
A pesar de las nuevas tendencias digitales sobre arte y pintura, Carlos Neyra sigue enamorado por trabajar a mano.
