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‘La canción de Lilí’, poesía De Francisco Granizo

Francisco Granizo constituye una de las voces más significativas de la poesía contemporánea del siglo XX. Intensos, musicales, sus versos dejan ver cómo el amor (inalcanzable) o la soledad son algunas de sus grandes preocupaciones.

En su poemario Por breve polvo, de 1951, una voz fresca y joven muestra la búsqueda incesante de ese amor a través de una métrica limpia, de una escalera de palabras magistralmente construidas, palabras-sentimientos que claman por otra voz. Mas, es solo a través de la poesía, de su escritura, que logra sobreponerse a la melancolía. 

En la poética de Granizo las palabras se tornan cuerpo y deseo: “Mi palabra en el junco de tu sexo ¡despierta!”. Pero, entre sus obsesiones se encuentra también la idea del padre a través de Dios.

Una imagen que el yo poético reclama, necesita, a pesar de su rechazo: “En angustiada mano yo Te cojo Señor,/ y en mis aguas Te arrojo con frenético amor/ En Tu mano dejada y pavorosa/ la piedra de Tu amor… arrójala, arrójate, Señor/ Yo la arrojada piedra, Tú la mano/ que la arroja, Señor”. 

Francisco Granizo

Al respecto, vale dialogar con su novela La piscina, en la cual habla también de Dios, aunque su postura cambia: “si alguna hubo para mi Dios tuve que matarle, éramos él o yo”.

El erotismo y la diversidad conforman otro de los grandes ejes de la obra del escritor. Aquí pone en escena el deseo homosexual: “Danza Lilí frenética. Caídos, enredados, los marineros se aman”. Y, de manera magistral, reafirma este erotismo en El Evangelio según San Juan: “¿Cómo me has de cazar, tú, crucifijo,/ si no corren tu lengua y tu belleza/ a penetrarme, Juan desfalleciente?” Granizo: poderosa e irreverente voz de la lírica ecuatoriana. 

(Pedro Artieda S.)

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