El musical “El amor es un cabaret” vuelve este fin de semana al Teatro San Gabriel. La obra se presenta este viernes y sábado a las 20:30. La interpretación está a cargo de la colombiana Carolina Sabino y las ecuatorianas Karla Kanora, Lola Guevara y Monserrath Astudillo.

La canción “Que nadie sepa mi sufrir” apareció en 1936. Desde entonces se ha convertido en parte de la banda sonora de varias generaciones.
La letra, escrita por Enrique Dizeo, cuenta el sufrimiento que vive una persona después de que su pareja, el amor de su amores, la deja por otra.
Originalmente fue interpretada por Hugo del Carril. Y ha sido versionada por artistas como Édith Piaf, Julio Iglesias, Raphael, la Sonora Dinamita, Lila Downs y Julio Jaramillo.
La canción es uno de los temas interpretados en el musical “El amor es un cabaret”, una obra escrita y dirigida por Christian Valencia.
En esta puesta en escena también suenan temas como: “Amor de hombre”, de Mocedades; “La cima del cielo”, de Ricardo Montaner; y la “Maldita primavera”, interpretada originalmente por Loretta Goggi.
En total son 27 canciones de amor, que se cruzan con historias de mujeres que giran alrededor de la idea del amor idílico y su relación con la violencia de género.
Se trata de historias cotidianas que, a veces, caen en estereotipos pero que en el fondo invitan a reflexionar sobre la forma en que cada uno concibe y vive el amor.
A ellas se suman, en el escenario, Gabriela Cobo, en el violín, y Christian Valencia, en el piano.
El musical
Hace cuatro años, Valencia estuvo en una oficina de la Fiscalía en Guayaquil. Mientras esperaba en una sala, él y otras personas escucharon una historia de terror.
La protagonista era una mujer joven que contaba al funcionario de turno, con detalles, la violencia de la que había sido víctima por parte de su pareja.
Después de escucharla comenzó a reflexionar sobre cómo la idea del amor idílico se ha convertido en el mejor pretexto para justificar la violencia que se ejerce sobre las mujeres.
A criterio de Valencia, muchas generaciones crecieron pensando que solo había una forma de amor, el romántico; una creencia que está atada a la visión judeo cristiana del sufrimiento.
“A nuestras generaciones nos vendieron esa idea del amor idílico que veíamos en las novelas venezolanas, mexicanas y colombianas”.
Cristian Valencia, dicrector de “El amor es un cabaret”
Amor romántico
En 1979, Francis Cabrel lanzó el sencillo “La quiero a morir”. Al igual que el tema de Dizeo, esta canción ha sido versionada por varios artistas, desde Camilo Sesto hasta Shakira.
Asimismo, “La quiero a morir” es el título de un libro publicado por la editorial de la Universidad Católica, en el que varios autores reflexionan sobre las facetas del femicidio en Ecuador.
Una de esas autoras es la investigadora Marie-France Merlyn Sacoto. En el ensayo titulado “Femicidio: ¿Qué está detrás de la conducta femicida?” habla sobre el amor romántico.
Merlyn explica que el mito del amor romántico es un concepto fundamental en el imaginario occidental y que muy a menudo se muestra como trasfondo de la violencia de género.
“No se debe perder la perspectiva -dice- que muchos de los casos de femicidio se dan dentro de las relaciones de pareja: 71% son pareja o expareja”.
Esta investigadora también plantea que el maltratador sustenta la posesión del otro y siente que es lícita porque surge de su amor y, al mismo tiempo, la víctima cae en la trampa.
En “El amor es un cabaret”, Sabino, Kanora, Astudillo y Guevara exploran los mecanismos de estas trampas en la vida cotidiana. Engaños que, a menudo, llegan con música de fondo.
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