En cinco semanas, la película de James Cameron se ha colocado entre las diez producciones más taquilleras de la historia. Uno de los temas centrales de esta distopía gira alrededor de la crianza de los hijos.
No importa si es en la Tierra o en Pandora, el mundo distópico que creó el director James Cameron, la paternidad siempre estará llena de aprendizajes y fracasos cotidianos. Jake Sully, uno de los protagonistas de Avatar: el camino del agua, lo sabe bien. Lo que también tiene claro este gigante de tez azul es que no es necesario tener algún lazo genético para ejercer la paternidad.

En Avatar 2, Sully es muchas cosas: el jefe del clan Omaticaya, el esposo de Neytiri, pero, sobre todo, es el padre biológico de Neteyam, Lo’ak y Tiri; el adoptivo de Kiri, que nació del avatar inerte de una científica humana; y de Spider, un joven humano que creció en medio de los na’vi. Los cinco transitan esa espinosa etapa de la vida que es pasar de la niñez a la adolescencia.
Sully y la paternidad activa
En este contexto, Sully pone en práctica una de las máximas del salsero panameño Rubén Blades: ‘amor y control’. Como le sucede a la mayoría de padres novatos, le cuesta entender que a medida que los hijos crecen necesitan más independencia. Donde él ve peligro sus hijos otean aventuras; y lo que para él es irresponsabilidad, para ellos es pura exploración.
Lo interesante de la paternidad de Sully, es que así como se empeña en controlar a sus hijos también está obstinado en demostrarles cuánto los ama. El excabo del ejército está ahí cuando sus hijos lo necesitan; se preocupa por su crianza; los abraza y acaricia con sus manos largas y azules; besa su cabeza llena de rastas; y cuando habla con ellos, cosa que hace seguido, los mira directo a esos grandes ojos.
La antítesis de Sully es el avatar del coronel Miles Quaritch. En este personaje Cameron deposita todas las características de lo que un millennial llamaría ‘paternidad tóxica’, caracterizada por: irresponsabilidad, indiferencia y ausencia de afecto. Mientras Quaritch explota a Spider, Sully cuida a los suyos. En un pasaje de la cinta lo dice con fuerza y claridad: “un padre protege; eso es lo que le da sentido a la paternidad”.
En este punto de la historia humana es claro que esa protección que un padre debe dar a sus hijos -en esto ahonda Cameron en su cinta- no solo tiene que ver con el aspecto material sino con ser partícipe activo del cuidado y su crianza y, entre otros, promover espacios de vínculos cariñosos y apego mutuo, como se menciona en la Guía de Paternidad Activa para Padres publicada por Unicef, en 2014.
Spider, el Mowgli del siglo XXI
Si se pudiera rastrear el ADN literario de Spider, el segundo hijo adoptivo de Sully, nos toparíamos con historias como las de Rómulo y Remo, los legendarios fundadores míticos de Roma; de Mowgli, el protagonista de El libro de la selva, de Rudyard Kipling; o de Tarzán, de Burroughs. La diferencia está en que Spider no fue criado por lobos o simios sino por na’vis, raza de humanoides extraterrestres que habitan en Pandora.
Al igual que Neteyam, Lo’ak , Tiri y Kiri, Spider ha recibido el amor y el cuidado de Sully y de Neytiri. Eso no ha evitado que siempre termine invadido por la nostalgia de la ausencia de su madre y la incertidumbre de no saber quién fue su padre biológico. Cuando descubre la verdad y se desencanta de su progenitor entiende que la paternidad no tiene que ver con el acto de engendrar sino con la crianza.
Precisamente, los valores que Sully y Neytiri sembraron en Spider lo impulsan a que tome una de las decisiones más inesperadas de esta trama; una acción que emerge en los minutos finales de la cinta y que extiende el hilo narrativo de Avatar para una tercera entrega.
Como mencionó en una entrevista que concedió al The New York Times, la decisión de Cameron de colocar las relaciones entre padres e hijos en el centro de su relato responde a algo evidente: las películas de superhéroes no se arriesgan a bucear en las desconocidas aguas de la paternidad responsable y afectiva.