Judith Gutiérrez, Alba Calderón y Carmen Palacios nacieron en provincias periféricas, a inicios del siglo XX. Las tres artistas tuvieron como pareja a reconocidos escritores. Y las tres fueron relegadas por la historiografía del arte ecuatoriano.

Sin embargo, en los últimos meses sus obras han vuelto a ser exhibidas y sus biografías han sido revisadas. Primero fue ‘Polifonía’, una exposición que mostró el trabajo de Alba Calderón. Ahora llega ‘Otro paraíso’, la muestra que reúne las creaciones de Judith Gutiérrez. Las dos, montadas en el Museo Nacional del Ecuador (MuNa), bajo la curaduría de Romina Muñoz.
En cuanto a Carmen Palacios, su obra no ha vuelto a estar en circulación desde los años 60. Sin embargo ella es un referente de escultura local. En este contexto, la exposición de Gutiérrez es una oportunidad para repensar: ¿cómo se ha construido la historiografía del arte en el país?, ¿quiénes han estado a cargo de ese ejercicio? y ¿cuáles son los nombres que han quedado al margen del canon y por qué fueron olvidados?.
Judith Gutiérrez
Judith Gutiérrez nació en Babahoyo, en 1927. Estudió en la Escuela de Artes Plásticas Contemporáneas de Guayaquil. En sus años de juventud fue parte de la Unión de Mujeres de Guayas. En los años 50, junto con Alba Calderón, fundó Punaes, un bazar de artesanías artísticas. Y a inicios de los años 60 comenzó a participar en muestras colectivas.
En 1963 tuvo su primera exposición individual en la Escuela de Bellas Artes y un año más tarde, junto a su segundo esposo, el escritor Miguel Donoso Pareja, se mudó a México. Allí logró ser parte del circuito artístico; expuso en Guadalajara, Puerto Vallarta, Ciudad de México, y Monterrey; y en Estados Unidos, en Lizardi/Galería de Arpa, en Pasadena.
Su producción artística incluye una variedad de temas y campos creativos que van desde la pintura y la creación de libros de artista, objetos e incursiones en las artes escénicas y literarias. Después de retornar al país, en 1982 exhibió su obra en el Museo del Banco Central en Guayaquil, en el Museo Pumapungo de Cuenca y en el Camilo Egas de Quito.
“Una de las artistas claves para comenzar a entender el arte más allá de lo pictórico y los formatos tradicionales”. Así define a Gutiérrez Romina Muñoz, directora del MuNa, y añade que tuvo influencia en varios artistas, sobre todo, en los que formaron La Artefactoría, un colectivo que, al igual que ella, exploró el arte más allá de la pintura.
Alba Calderón
Alba Calderón fue artista y activista política. Nació en Esmeraldas, en 1908. A inicios de los años veinte se mudó a Quito, becada por el Municipio de Esmeraldas, para estudiar en el Normal Juan Montalvo. Luego pasó al Colegio Manuela Cañizares y, al poco tiempo, a la Escuela de Bellas Artes de Quito.
A finales de los años treinta viajó a Guayaquil, donde forjó amistad con la escritora Aurora Estrada y se vinculó al circuito de escritores y artistas de la ciudad. Así conoció a su esposo, el escritor Enrique Gil Gilbert. En esta ciudad también colaboró con el proyecto pedagógico de María Angélica Idrovo. También fue una de las fundadoras de la Sociedad de Artistas y Escritores Independientes (SAEI).
Dentro del arte, su trabajo se movió entre dos mundos: la gestión cultural y la pintura y el dibujo. A Calderón le gustaba hacer pinturas en pequeño formato y dibujar sobre papel. En sus creaciones se destaca su afán de reivindicar a la mujer campesina. Un interés que se ve plasmado en obras como ‘Escogedoras de café’, de 1939.
Para sus obras, Calderón utilizó técnicas asociadas a la pintura moderna, como los trazos rápidos y las formas escuetas. Se definía como una pintora figurativa dentro de la línea del realismo. Para Muñoz, es importante que ahora se reivindique su faceta como gestora cultural y que se lo entienda como parte del conjunto de su trabajo artístico.
Carmen Palacios
Carmen Palacios nació en Esmeraldas, en 1913. Su padre fue el coronel Rafael Palacios, edecán del líder montonero Luis Vargas Torres, y su madre fue Judith Cevallos, profesora normalista. En la década de los años 20 llegó a Quito junto con su familia. Su primer contacto con el arte fueron las clases nocturnas de dibujo que se impartían en el Instituto Mejía.
En 1930 ingresó a la Escuela de Bellas Artes, dirigida por Luis Veloz. Allí tuvo como maestros a Víctor Mideros, en pintura, y a Luigi Casadío, en escultura. Por esos años, también se inscribió en la escuela de ballet dirigida por el francés Raymond Maugé y conoció al escritor lojano Pablo Palacio, con quien se casó y tuvo dos hijos.
Su obra artística, que es poco conocida, se centró en la escultura. Cuando su esposo enfermó tuvo que repartir su tiempo entre el cuidado a su familia, su trabajo en la radio y las clases de dibujo. Después de la muerte de Palacio dictó clases de escultura en el centro nocturno Alfredo Baquerizo Moreno y tiempo después volvió a producir obras.
Entre sus esculturas de mayor dimensión está una Virgen tallada en piedra, de dos metros y medio, para una carretera de Colombia. También está ‘La viejita’, una pieza que reposaba en el patio de la Cruz Roja Ecuatoriana de Quito, y una cabeza de Juan Montalvo, cuyo paradero, como el de la mayoría de obras de esta artista, se desconoce.