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Árboles patrimoniales, los gigantes que cuentan historias de Quito

En Quito hay 440 árboles patrimoniales. La mayoría está en parques, plazas, jardines y parterres de la ciudad. Algunos viven en medio de los bosques nativos. 

El italiano Andrea Maroé tiene un trabajo inusual. Desde hace 30 años recorre el mundo escalando los árboles más grandes y longevos del planeta, muchos de ellos patrimoniales. 

arboles patrimoniales quito
Andrea Maroe escalando un árbol patrimonial.

Hace un par de semanas escaló la araucaria de la Plaza de la Independencia, uno de los 440 árboles patrimoniales que hay en el Distrito Metropolitano de Quito. 

Maroé trepó este árbol para determinar su salud, estabilidad y el estado de los salva-rramas, cuerdas colocadas para evitar accidentes a los transeúntes. 

Su diagnóstico fue positivo. La araucaria que está en esta plaza, desde hace más de 100 años, tiene buena salud. Sin embargo, advierte que los salva-rramas ya están viejos y hay que cambiarlos. 

Imagen de la copa de la araucaria de la Plaza Grande capturada por Moroé.

“El peligro ahí -dice- es que las ramas del árbol caigan directo sobre las personas. Las araucarias que están en las ciudades desarrollan copas más grandes que las que están en la selva y esto genera que tengan ramas más gruesas”. 

Andrea Maroé, escalador de árboles

Asimismo, señala que muchos de estos árboles patrimoniales son “padrinos” de varias especies de plantas y animales. 

Árboles protegidos

El ascenso de Maroé a la copa de la araucaria de la Plaza Grande fue parte de una evaluación del estado de salud estructural y fitosanitario de los árboles patrimoniales y monumentales de Quito, impulsada por el Jardín Botánico y la Secretaría de Ambiente. 

Ricardo Zambrano, del Jardín Botánico de Quito, recuerda que es importante proteger los árboles patrimoniales porque son “monumentos” vivientes con gran valor. “Algo que la ciudadanía aún no ha logrado entender”, comenta.

En Quito, los árboles patrimoniales se encuentran en parajes urbanos y rurales. Allí descansan especies de algarrobo, cholán, eucalipto rojo, matapalo, pomarrosa, secuoya roja y yalomán, entre otros.

Entre los criterios para nombrar a un árbol como patrimonial están:

  • Que sean nativos o endémicos
  • Que estén en peligro de extinción y
  • Que tengan formas poco habituales entre ejemplares de su misma especie.

También cuentan su relevancia histórica, como las secuoyas de La Alameda, la clusia de la Real Audiencia o la magnolia del Cadisán; y el hecho de que estén ligados a la tradición de un lugar, como la higuera de la Casa del Higo o el ciprés de La isla. 

Las secuoyas de La Alameda 

Estos árboles son parientes de los cipreses y son originarios de la costa occidental de Estados Unidos. Las secuoyas de La Alameda fueron sembradas en 1926. Las semillas las regaló la Misión Kemmerer al doctor Isidro Ayora. Ese el mismo 1926 se sembraron secuoyas en calle Sodiro y en la quinta de Ayora, ubicada en Uyumbicho.  

Una de las secuoyas del parque de La Alameda.

La clusia de la Real Audiencia 

El árbol fue sembrado por Tito Jara, un morador del sector, a propósito del nacimiento de su hijo, hace más de 40 años. En 1998, el Municipio intentó talar esta clusia, pero un grupo de vecinos se ató a este árbol por dos días con una cadena, para impedirlo. Es el único ejemplar patrimonial de esta especie nativa de los Andes que hay en la zona urbana. 

El ciprés de La Isla

Este árbol se encuentra en la mitad de la calle, en el barrio La Isla, en el norte de Quito. Como sucedió con la clusia, vecinos del sector se encadenaron a este árbol para evitar su tala. Debido a su ubicación ha sido víctima de varios choques. Por esta razón es conocido con el mote de ‘Detector de borrachos’. 

Una higuera patrimonial 

En el patio de la actual sede de la Colonia de Quiteños Residentes en Quito, ubicada en la calle García Moreno, hay una higuera que fue plantada en 1954.  Alrededor de este árbol se ha creado una leyenda vinculada al tema de la fertilidad. La creencia popular dice que la mujer que se siente al lado izquierdo quedará embarazada, mientras que la mujer que lo haga a la derecha no tendrá hijos.

La magnolia del Cadisán 

Este ejemplar se encuentra ubicado en la que fuera la propiedad de José María Lasso de la Vega, quien se educó en Francia. Desde este país trajo una serie de árboles frutales para plantarlos en lo que hoy es el estacionamiento de las calles Mejía y Oriente. La magnolia fue sembrada en 1880, con el propósito de que ayude a mantener sanos a los especímenes frutales. 

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