La pasión musical de Andrea Vela (Quito, 5 junio de 1975) nació en su núcleo familiar. Su entorno cercano estuvo lleno de profesionales de la medicina pero, a la vez; de música clásica, barroca y popular.
Andrea recibió a Revista Mundo Diners en su domicilio, en el norte de la capital ecuatoriana. En su íntimo espacio, ella ensaya y revisa su agenda de actividades como docente de Dirección de Orquesta y Coral en la Universidad Central del Ecuador. Rodeada de sus logros académicos y el apoyo cercano de su madre Pilar Mosquera. Así vive la primera mujer directora de orquestras del Ecuador.

A los cuatro años de edad, sintió la atracción por la imponencia de la Orquesta Sinfónica Nacional del Ecuador (OSNE), proyectada cada viernes desde el Teatro Sucre. Ella esperaba con ansias cada semana ese día.
El Conservatorio Nacional de Música se convirtió en el escenario donde se levantó un reto a temprana edad: a los siete años comenzó su relación con el violín. Compañero eterno de vida.
A los 16 años fue aceptada como miembro de la OSNE. La disciplina retumbó en su vida para trabajar de día y culminar su bachillerato en horario nocturno. Pronto formó parte de los primeros violines de la agrupación.
Su independencia fue natural. A los 18 años se fue a Kentucky (Estados Unidos) para terminar su licenciatura en estudios del violín. A los 21 años, se convenció de que su futuro estaba ligado a la conducción de orquestas.
El reconocido compositor y director de orquestas estadounidense Harold Farberman fue su mentor. Con él cursó una maestría en este campo. La Banda Sinfónica Metropolitana pronto fue su hogar por tres años hasta irse a China con una beca académica por otros cinco años para el estudio de dirección de orquestas en el Conservatorio de Música de Shanghái.
Los primeros ocho meses fueron un impacto fuerte en su vida, incluyendo la comida. “La forma de trabajar en China es sumamente intensa y hay competencia muy fuerte”, recuerda. En la urbe china adquirió su propio lenguaje para expresarse con las batutas.
La apuesta de Andrea Vela por su país
El amor por su tierra la hizo regresar a Ecuador los primeros meses de 2021. Ve con emoción el talento que se viene en nuevas generaciones de alumnos que dirige en sus clases en la UCE.
Bajo sus brazos, guarda propuestas por las fusiones de géneros, música de cámara y actores en vivo para acercar al público joven ecuatoriano a las orquestras.
Sin embargo, expresa su lamento por los pocos espacios que existen para la dirección de orquestras en Ecuador y la fuga de talentos musicales al exterior.
Por ello cree en su país para que las cosas cambien “en un plazo, sino; me voy a ir. Tengo mucha energía como artista y me iré donde me abran las puertas”, reflexiona.
Durante el confinamiento por la pandemia, Andrea se dispuso a utilizar las redes sociales para construir pastillas audiovisuales pedagógicas para que sus seguidores entiendan mejor la profesión de dirección de orquestas. “Muchas veces no se comprende esta especialidad”, dice.
Levantar una escuela de dirección de orquestas en Ecuador es su más grande sueño por cumplir a largo plazo.
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