Artista cumbre de la modernidad, es lo menos que se puede decir de Auguste Rodin, un hombre que se enfrentó al academicismo y abrazó los postulados del impresionismo para llevar el arte a una dimensión nueva de libertad y realismo.
De padre policía y madre costurera, Rodin nació el 12 de noviembre de 1840 en París.
Recibió clases de pintura y dibujo en la adolescencia, aunque no logró ingresar en la escuela de Bellas Artes para especializarse en escultura.
Sin embargo, el trabajo como decorador y vínculos con escultores como Albert Ernest Carrier-Belleuse fueron cimentando su formación artística, en la cual fue determinante el estudio de los renacentistas, en especial, Miguel Ángel.
El gran escultor francés aseguraba que para un artista “todo es bello”, ya que “en todo ser y en toda cosa su mirada descubre el carácter, es decir, la verdad interior que se trasparenta bajo la forma, y esta verdad es la belleza misma”.
Sus creaciones no encontraron aceptación en el estricto círculo artístico parisino del siglo XIX. Por ejemplo, el busto El hombre de la nariz rota, que Rodin consideraba “su primera buena escultura”, pasó sin pena ni gloria en el Salón de París de 1875.
En 1877 el desnudo masculino a tamaño natural de La edad de bronce era tan real que causó un escándalo y su creador fue acusado injustamente de usar un supuesto molde humano. Tres años después se reparó el error y Rodin comenzó a ser reconocido y recibió múltiples encargos privados y para monumentos públicos, tanto en Europa como fuera de ella.
Así recibió el encargo de la famosa Puerta del infierno, para la cual creó más de 200 figuras y grupos que nunca terminó ni fundió en bronce, pero lo llevó a la cúspide. El beso y El pensador son algunas de las figuras de ese conjunto que cobraron vida propia como piezas autónomas y están entre las mejores obras escultóricas de todos los tiempos.
También fue un gran dibujante. El museo que lleva su nombre en París conserva siete mil de los cerca de 10 mil dibujos que realizó en su vida. Estampas y cerámicas ocuparon otra vertiente del artista, quien, además, llegó a ser un gran coleccionista de pinturas y de obras de la Antigüedad (más de seis mil).
El Museo Rodin tiene un fondo de 25 mil fotografías, seis mil documentos, libros y periódicos que revelan más de 70 años de la vida privada, social y artística de un hombre que “más por intuición que por reflexión, sintió lo mucho que su universo cotidiano era importante para la comprensión de su obra. De modo que lo guardó todo”.
Las mujeres de Auguste Rodin y el final
Rodin fue mentor de la escultora Camille Claudel, su musa y ayudante, con quien mantuvo una relación amorosa tormentosa hasta 1898. Ella sufría de esquizofrenia y terminó recluida los últimos treinta años de su vida, sola y olvidada, en un manicomio.
En 1916 el escultor donó al Estado francés toda su obra en yeso, mármol, bronce, piedra y dibujos, así como la colección de antigüedades. Por voluntad propia, ese legado fue asignado al Museo Rodin de París, abierto en 1919.
Tras una gripe, el gran escultor francés murió el 17 de noviembre de 1917 en la residencia de Meudon, el gran taller donde gestaba sus ideas en yeso, antes de llevar las obras a bronce o mármol. En enero de ese año se había casado con su compañera de mucho tiempo, Rose Beuret, un matrimonio que apenas duró porque ella falleció en febrero.
Colecciones de 140 museos, galerías e instituciones de arte en el mundo, incluyendo treinta museos en Francia, poseen obras de Rodin.
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