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Adolfo Macías explora el mundo de las adicciones en la novela ‘Donde el sol pierde su reino’

El escritor guayaquileño Adolfo Macías regresa con una historia en la que hurga en los miedos, traumas e infancia de un joven bailarín de danza contemporánea.  El libro, que se presenta este jueves en la librería Española del CCI, fue publicado por el sello Seix Barral. 

Como muchas personas, el escritor Adolfo Macías (Guayaquil,1960) decidió eliminar de su memoria una época de su vida que considera fallida. Una existencia que estuvo marcada por el estrés, la presión laboral, el alcohol y la calle. 

Adolfo Macías es autor de ‘Las niñas’, ‘El mitómano’ y ‘Geografía del asombro’.

Sin embargo, hace unos años decidió, recuperar esas memorias y las experiencias que había tenido trabajando con adictos, para armar la historia de Carlos, el personaje central de su nueva novela, “Donde el sol pierde su reino”. 

Carlos es un joven bailarín de danza contemporánea, con una infancia llena de grietas afectivas, una madre desaparecida y una abuela con delirios de grandeza que se autotitula marquesa de Solanda. 

A través de este personaje, Macías explora los fantasmas de la infancia, la capacidad de resiliencia que tienen las personas, la complejidad de los procesos creativos y el mundo de las adicciones.

Macías, que ha ganado el Premio Joaquín Gallegos Lara en dos ocasiones y que también ha trabajado como psicoterapeuta, conversó con Mundo Diners acerca de las adicciones dentro y fuera de la literatura. 

Adolfo Macías novela adicciones

Literatura y adicciones

Usted es uno de los escritores ecuatorianos más prolíficos de la última década, ¿la escritura se ha convertido en una especie de adicción en su vida intelectual?

En términos estrictos no, porque una adicción está vinculada a una actividad que no puedes detener, a pesar de que te está produciendo sufrimiento, deterioro o daño personal a ti o en tus relaciones. A mí la escritura no me produce sufrimiento, sino liberación y catarsis. Escribir me sana. Lo que sí puedo afirmar es que es algo que no puedo dejar de hacer. 

Desde hace varias décadas, escritores de Estados Unidos se han interesado por explorar el mundo de las adicciones. ¿Hay algún autor estadounidense que leyó ANTES DE escribir de su novela?

Antes de escribir esta novela ya había leído cosas de (William) Burroughs y (Jean-Louis) Kérouack. Más bien uno de mis referentes para esta historia fue ‘Viaje al fin de la noche’, de Louis-Ferdinand Céline; y respecto de la estructura de la novela, siempre estuvo presente ‘Sobre héroes y tumbas’, de Ernesto Sábato. 

¿Por qué cree que todavía es inusual que se hable de personas adictas y de adiciones en la literatura ecuatoriana?

No conozco toda la producción de ficción ecuatoriana que se produce en el país, pero en mis lecturas de autores locales es un tema que no está presente. La adicción a sustancias es un grave problema social, que ha alcanzado niveles sorprendentes con el incremento del narcotráfico y de la criminalidad. Que no se hable de esta realidad en la ficción me parece asintomático. 

¿Puede pensar en algo positivo en relación con las adicciones?

Un adicto es una persona que está en búsquedas constantes de experiencias que lo hagan sentir vivo. Algo que otras personas buscan a través de la mística, la religión y el arte. Es alguien que está abierto a lo nuevo, que acepta riesgos, explora y que muchas veces no se resigna a formar parte de una estructura familiar caduca o represiva. En cierta forma es una persona inquieta, que no se contenta con lo que le ha sido dado. El problema es que estas búsquedas por intentar sentirse vivo finalmente terminan matándolo o son las que lo hacen sentir muerto. 

¿Desde su experiencia como psicoterapeuta, cuáles son las adicciones que necesitan mayor atención en la sociedad ecuatoriana?

 Durante el tiempo que trabajé con personas adictas, la sustancia más consumida era la base de cocaína, pero actualmente hay nuevos químicos y pastillas como la H, que entiendo se está consumiendo mucho. Por otra parte, está el tema de la pornografía y de las cosas que se consumen a través de Internet. En mi novela intenté crear un personaje en el que cualquier adicto pueda verse reflejado. Desde el principio lo que me interesó fue ese viaje de caída y de recuperación que tienen muchas de estas personas. 

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