Milagros León: “Dejar el periodismo es imposible”

Sus enormes ojos verdes y su sonrisa con hoyuelos siguen en la retina de quienes recuerdan a Milagros León en la televisión nacional.

Milagros León, periodista.
Fotografía: Juan Reyes.

Presentadora de noticias y periodista, atleta, madre, amiga, hija, hermana, compañera y, hoy, historiadora. Milagros León es de esas personas con una impronta especial: cálida, alegre y fuerte.

Tenía apenas veintiún años, en 1986, cuando empezó en la tele, en Canal 10. Primero fue presentadora de noticias del mediodía y encargada de seleccionar los cables internacionales que llegaban a la estación de televisión. Tenía que escoger las noticias que le parecían importantes e ilustrarlas con imágenes de archivo.

En su carrera pasó de reportera nacional a enviada internacional y, luego, a directora de noticias. El periodismo entonces era adrenalina pura. Hoy también, pero en los noventa había otras dificultades, empezando por la tecnología que hoy nos permite estar informados al instante. Algunas coberturas eran toda una odisea. Fue, dice, una época lindísima y el periodismo era una pasión. Tuvo puestos de responsabilidad y reporterías que así lo exigían.

Mientras tomamos un café aprovechando su breve estancia en Quito, hace memoria de alguna de esas jornadas, entre ellas, la firma de la paz entre Ecuador y Perú, después de años de conflicto: luego de la guerra de Tiwintza, recuerda, la mandaron a Washington a cubrir la reunión en la Organización de Estados Americanos (OEA) y luego a Lima.

En ese momento no había satélite en el canal para el que trabajaba, así que hizo la transmisión de la noticia en directo desde un canal peruano. Luego, la transmisión conjunta desde Itamaraty que implicaba una gran movilización. Hoy las noticias internacionales se transmiten mucho más rápido… podemos presenciar noticias al instante, cuando estas están ocurriendo. Antes había grandes dificultades, tantas que, por ejemplo, para la transmisión de lo de Itamaraty se juntaron periodistas; no importaba competir por quién tenía la noticia, sino poder transmitirla.

Milagros León trabajó en el programa Día a Día, un hito en la televisión nacional; tuvo a su cargo la revista Cosas y fue directora de noticias en Guayaquil. No fue fácil. Joven, mujer y serrana… una experiencia que le hizo notar lo distinto que se ve el país desde otras orillas. Trabajó también en Paraguay y Bolivia, fue corresponsal de Televisa e hizo reportajes para CNN.

“Si bien es cierto que ya no ejerzo el periodismo como antes, escribo de vez en cuando para el diario El Universo. Me queda la necesidad de estar siempre informada sobre lo que pasa a mi alrededor y en el mundo. No escribo editoriales, me gusta más reportear”, dice. Hace no mucho empezó a alimentar un blog en el que ha colgado algunos de sus textos. “Hoy, las agencias de prensa son mucho más rápidas para transmitir los sucesos por lo que a mí me encanta contar cómo esos mismos hechos afectan a la comunidad o cómo son recibidos”.

Milagros León periodista.

Mila León dejó el periodismo, pero eso es como algo que se lleva adentro. Cuando puede, cuando algún tema le interesa y le emociona, escribe. Ha escrito sobre Trump y su dramático final; sobre la toma del Capitolio, sobre sus viajes y los sitios asombrosos que ha visitado o sobre Neisi Dajomes, a quien conoció por su cuñado, Álvaro Alemán.

El periodismo sigue siendo una pasión aunque el oficio haya cambiado. A ella le molesta que se culpe a la prensa de todo lo que ocurre, no solo en el Ecuador de la última década sino, en general, en gobiernos autoritarios o con aspiraciones a serlo, como Erdogan en Turquía. “Personajes que, al mismo tiempo que ejercen un mayor control sobre la prensa formal, permiten y fomentan el abuso de información no verídica en las redes sociales.

Creo que la situación de la profesión se ha debilitado enormemente y con eso la que pierde dramáticamente es la democracia. Hoy el público mide la verdad de acuerdo con qué es lo que se tuitea y retuitea más, no escuchando a las partes y sacando una conclusión propia. Entonces, como no hay a quién creer, la gente se permite creer en cualquier cosa. Y en ese vasto universo de noticias sin confirmar, donde no hay ningún control, nadie exige calidad ni verificación”.

En 2006 la vida de Milagros León dio un giro radical. Un nuevo reto profesional y personal cambió su vida. Fue a trabajar a Fundación Coca-Cola. Del vértigo de las noticias al mundo de las relaciones públicas. Al principio se aburría un montón… pero a la hora de los balances, no le fue mal pues desde la Fundación pudo llevar a cabo algunos proyectos sociales, como una librería móvil que tuvo mucho éxito y llegó con un programa educativo a escuelas rurales, a lugares marginados en Esmeraldas, donde no había nada que leer ni en la escuela ni en las casas.

La responsabilidad social corporativa implica muchos retos que las empresas tienen que cumplir y también es un término que está bajo sospecha, así que hacerlo bien era parte de su trabajo.

En el camino de la vida hay varias puertas, unas que se abren, otras que se cierran. Hace dieciséis años dejó el Ecuador y tuvo que replantearse su vida. “Dejé todo, seguí a mi marido y desde entonces hemos vivido en tres continentes”. Reinventarse y redescubrirse sería parte de su nueva tarea. Pasó de tener trabajos de responsabilidad y con horarios de tiempo completo, a una vida más pausada, casa adentro.

Milagros León periodista.
“Me siento muy afortunada de haber podido viajar y conocer a las personas y su cultura”.

Ha tenido el privilegio de viajar por el mundo, vivir en varios países, conocer otras culturas, disfrutar de su condición de mamá y también de estudiante, pues ha aprovechado el tiempo para estudiar Historia, que es algo que le apasiona.

Esa vida errante le entusiasma. No le cuesta hacer maletas ni adaptarse, es amiguera y se organiza rápido. Primero fue Brasil, a Río de Janeiro, adonde viajó con sus dos hijos pequeños y con quien hoy es su marido, Hendrik. De la prisa y el vértigo a ese tiempo más bien detenido, de las miles de responsabilidades a una fundamental: hacer feliz a sus hoy tres hijos. Luego a Atlanta, Estados Unidos y ahora, de vuelta a Berlín.

“Mi vida es el movimiento. Está en mi naturaleza, creo. Nací en Paraguay, de donde es mi madre; viví mi primer decenio en Uruguay; la adolescencia en Quito; estudié en España, Italia y Holanda; me casé primero con un italiano y vivimos en Roma, La Paz y Guayaquil; me volví a casar con un alemán para vivir en Río de Janeiro, Atlanta y Berlín. Mis hijos nacieron en tres países diferentes; en mi casa hablamos simultáneamente tres idiomas y rara vez hemos estado más de cuatro años en un mismo sitio”, dice Mila León en la carta de presentación en su blog.

Al Ecuador suele venir de tanto en tanto, a visitar a la familia y a las amistades. Ahora que sus dos hijos mayores —Matteo y Adriano— están en Estados Unidos (¡ya es abuela!), Hendrik está ya jubilado y su hijo menor, Serguiño, aún necesita de ella, piensa tomar las cosas con calma, mejorar su alemán y dedicarle tiempo a una investigación histórica sobre mujeres en el Ecuador a inicios del XIX, cosa que le divierte, le interesa y le apasiona. Ojalá pronto tomemos otro café y podamos conversar no de periodismo o de la familia o de las amistades y parentelas que nos unen, sino de sus hallazgos en esa historia que está investigando y que, seguro, quiere contar.

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