Miguel Pasquel vs. el asesino silencioso.

Por Pablo Cuvi.

Foto: Juan Reyes.

Edición 415 – diciembre 2016.

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Acelerado, a ratos atropellado al hablar, este médico de raíces imbabureñas que estudió en Suiza es uno de los principales especialistas en la enfermedad que es la primera causa de muerte en el Ecuador: la diabetes. Desde los años ochenta, el doctor Pasquel investiga y dicta clases sobre endocrinología, metabolismo, nutrición y otras áreas relacionadas, al tiempo que atiende pacientes en el Instituto Médico Integral donde conversamos en esta tarde quiteña que se luce más allá del ventanal. Mi objetivo es lograr que un tema que puede ser árido se vuelva interesante para todos pues todos vivimos bajo la amenaza de la glucosa y tenemos algún pariente con diabetes, pero también disfrutamos en nuestro cuerpo de la maravillosa fiesta de las hormonas. Así que pilas con esta consulta gratis.

—¿Por qué se orientó a la endocrinología?

—El actual rector de la Universidad Central, Fernando Sempértegui, que era mi profesor de bioquímica en tercer año de la facultad, me vendió la importancia de la bioquímica, y por ahí se llega al metabolismo y las hormonas. Después fui su ayudante de cátedra y cuando pasé a hacer mis prácticas en el Pablo Arturo Suárez, se dio una reforma universitaria y obligaron a que cada hospital tuviera sus profesores de endocrinología. El doctor Guarderas, que era capo del hospital, siendo yo todavía estudiante de séptimo año, me asignó como profesor titular de los estudiantes de quinto año.

—¿Dónde se especializó?

—Después de graduarme obtuve una beca del Gobierno suizo por tres años y medio, y me tocó aprender alemán. Hice mi formación en Bioquímica Metabólica, y me dediqué a trabajar en diabetes y metabolismo como área específica de la endocrinología.

—¿Qué le atrajo de la diabetes?

—En 1980 cambia totalmente el conocimiento de la diabetes, por primera vez se entendía que la glucosa sabía variar, la glucosa es tan fugaz que en una o dos horas cambia todo. Entonces aparecen los aparatos para medirse la glucosa en segundos. Llego a Suiza y me encuentro en el servicio donde yo trabajaba con el doctor Flückiger, que era uno de los descubridores del mejor método para el diagnóstico del control de la diabetes de largo plazo.

—¿En qué consiste la diabetes?

—La diabetes es un trastorno en el cual la glucosa de la sangre empieza a no distribuirse a las células y empieza a almacenarse en la sangre. La glucosa es la única fuente de energía que tiene el cuerpo, pero quien distribuye eso es una hormona que se llama insulina, y que avisa que va a venir la glucosa para que salgan unos trasportadores a coger la glucosa y embutirla.

—¿O sea que es un mensajero químico?

—Sí, la insulina es una molécula que sale del páncreas y se dirige a las células para abrir las puertas para que la glucosa entre.

—¿Y qué falla con la insulina en la diabetes?

—Que puede estar totalmente ausente o puede ser deficiente en su función. Cuando hay una ausencia total es diabetes tipo 1, que es principalmente de los niños. Un niño está sano y de la noche a la mañana algún virus se mete al páncreas y destruye la fábrica de producción de insulina.

—Yo pensaba que era genético.

—Nace uno con la predisposición, pero falta un detonante, por lo general viral para la diabetes de los niños.

—¿Qué virus es este tan terrible?

—El problema es que no tenemos uno solo, por eso no podemos hacer vacunas. Son virus generales que pueden ser de una simple gripe, una simple diarrea, y es la predisposición la que facilita que ese virus sea totalmente tóxico. El cuerpo, al darse cuenta que entra el virus, manda a un tropel de policías para apalearle al virus, con tal fuerza que termina apaleando y rompiendo la casa, termina dañando la célula que produce la insulina.

La diabetes tipo 2 es la que está relacionada con la obesidad y la vejez. O sea que la edad es un factor de riesgo y la herencia sí juega un papel importante porque crea el riesgo, pero el detonante es la obesidad. El páncreas produce la insulina y la manda al músculo para que ordene que deje entrar la glucosa y que queme glucosa, pero las células grasas son tóxicas y bloquean la acción de la insulina.

—¿Por qué son tóxicas?

—Porque la obesidad es una enfermedad inflamatoria. La grasa acumulada produce un montón de sustancias tóxicas que bloquean la acción de la insulina. Este tipo de diabetes debe llamarse diabesidad.

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ADICTOS AL AZÚCAR

—Hace unos años hice un trabajo para la Organización Panamericana de la Salud sobre el problema del azúcar, la grasa, la sal y eso que llaman el shock metabólico. Ahí me enteré que la diabetes es la primera causa de muerte en el Ecuador. ¿Por qué se muere uno de diabetes?

—Porque cada vez que el azúcar no se distribuye a las células, se queda flotando en la sangre, no se cumple el ciclo y cuando esta azúcar se mantiene alta irrita las terminales nerviosas, daña los vasos sanguíneos, se deposita en todas las células, hace como adobes azucarados.

Pero hay muchas falacias: se dice que la diabetes es una enfermedad que ataca a los ojos y eso es totalmente falso; lo que ataca es la glucosa alta. Si sé que soy diabético y tengo mi glucosa alta, voy a tratar de volver a niveles adecuados y prevengo las lesiones.

—¿Cómo logra eso?

—Primero, bajando de peso. Segunda medida: tomando medicación. En una persona normal, la glucosa nunca tiene que pasar de 100 en ayunas.

—Hay toda una campaña mundial contra el consumo exagerado de azúcar.

—El consumo de azúcar per se es inflamatorio, así yo esté sano, porque cada vez que como azúcar aumento los radicales libres, aumento la oxidación del cuerpo. Se ha visto que el simple consumo de glucosa en experimentos agudos dispara estos factores de oxidación. Por ejemplo, no es lo mismo comerse la naranja que tomarse el jugo de naranja ya líquido, la glucosa que entra violentamente dispara más insulina porque ya está triturada la fruta. Y esta insulina que inicialmente es beneficiosa puede volverse tóxica porque es inflamatoria a largo plazo, indirectamente.

—Entiendo que uno de los problemas es que la gente se vuelve adicta al azúcar porque su efecto en el cerebro es parecido al de una droga, ¿no?

—Seguro; se ha visto que la producción, por ejemplo, de dopamina, que es una hormona de bienestar o de saciedad o de satisfacción, se incrementa con el consumo de azúcar. Ese es un factor hedónico que empieza desde la infancia, porque una de las características que aprendemos es que ‘el que no llora no mama’. Desde niños creemos que toda insatisfacción tiene que ser cubierta con lactancia o comiendo algo, y aprendemos que el bienestar esta relacionado con el consumo; ven al niño llorando y le meten la mamadera y quizás el niño está con sed y solo necesita agua; en vez de agua, le enseñamos a que tome leche o jugo o agua azucarada, y uno empieza a tener gustos y factores de saciedad y de bienestar con el dulce desde muy chiquito.

—Leía que cuando el niño se hace un gordito, se desarrollan unas células especiales que pueden estar latentes hasta la adolescencia, unas células comelonas, digamos.

—Si yo me engordo de viejo, digamos que tengo cien células de grasa que se engordan, que han aumentado de tamaño, pero si yo me hago obeso de niño llego a la adolescencia y a la adultez, en vez de con cien células, con mil células, porque estoy en una etapa de crecimiento y las células se multiplican y esas células son las que se van a quedar para el futuro. Durante mucho tiempo los pediatras decían: “Déjale nomás al niño gordo, no le molestes tanto, porque llega a la adolescencia, crece y se mejora”. Eso es falso.

También se vendió la diabetes como una enfermedad de los países ricos o de los sectores ricos, pero la obesidad y la diabetes en este momento son patrimonio de estratos medios y populares.

—En Estados Unidos los obesos son en su mayoría los más pobres porque comen comida chatarra.

—Es lo mismo que está pasando aquí. Los estudios de los últimos cuatro o cinco años demuestran que la obesidad en el país se ha incrementado el doble o cuatro veces con relación a la desnutrición y la pobreza. Hemos encontrado que 30% de los niños en edad escolar son obesos, es una brutalidad; tenemos los mismos datos que México. Y en adultos la prevalencia de sobrepeso y obesidad llega a 75%, solo uno de cada cuatro adultos tiene un peso normal.

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EL ESTRÉS ES LO PEOR

—En México están en campaña contra el consumo de colas porque los mexicanos toman más cola que los gringos, otra barbaridad. ¿Cuán grave es el consumo de colas para el problema de la diabetes?

—No es que la cola da diabetes, pero sí da sobrepeso porque tengo un exceso calórico que no es gastado, y al aumentar de peso sobrecargo de trabajo al páncreas.

—En un estudio de la propaganda en televisión destinada aquí a los niños sobre comida chatarra, resultó que los peores canales, los que más propaganda hacían para los niños, eran los canales estatales. ¿Sabe cuál fue la solución?

—No.

—No publicar el estudio.

—(Hace una mueca de reprobación). La población más vulnerable para llegar al consumo de dulces son los niños y vemos que en el país no hay ninguna restricción de bebidas o gaseosas, ni de la propaganda sutil o no sutil en el manejo de dulces en horarios infantiles.

—¿Cómo se va muriendo uno de la diabetes, cuáles son las etapas si es que no se cuida?

—Si no estoy bien cuidado tengo una polilla que me carcome todo. Y el problema es que se diagnostica tardíamente; es como el colesterol, que no da molestias, da infartos, y la presión arterial no da molestias, da derrame cerebral. La glucosa es tan traicionera que el rato menos pensado puedo quedarme ciego o puedo quedarme sin riñón o voy a tener dificultades en la sensibilidad de mis piernas de la noche a la mañana porque no lo percibí. Pero hay un lapso de tres a cinco años para que se instauren estas lesiones, por eso son prevenibles.

—¿Entonces el control número uno sería la prueba de la glucosa en ayunas una vez al año?

—Mínimo. Y si ya tengo diabetes, tengo la capacidad de controlarla en tres cosas básicas: alimentación, actividad y estado de ánimo, lo que nosotros llamamos AAA. Entonces, una dieta totalmente normal, menos azúcar, menos miel de abeja y menos panela. Segundo, la actividad física, que quema la glucosa que estoy comiendo y me ayuda a restringir medicación. Además, la actividad física es el mejor antiestrés. El estrés es el mayor disparador de glucosa, dispara todas las hormonas que actúan en contra de la insulina: la adrenalina, el cortisol y las otras hormonas que se llaman contrareguladoras.

Por ejemplo, el pobre gato para encresparse ante el peligro tiene que movilizar un sinnúmero de músculos para escapar o para pelear: fight or fly. Lo mismo me pasa con el estrés porque voy a empezar a generar un montón de azucares para la emergencia.

—La palabra estrés en la medicina se parece a populismo en la política, quiere decir cualquier cosa.

—Cualquier cosa. En primer lugar es mal utilizado el término porque estrés es un factor beneficioso; quiere decir elongación, es la capacidad de dilatarse y contraerse de un objeto. Debería hablarse de distrés, cuando se queda elongado y no tiene la capacidad de contraerse, el que no tuvo la capacidad ni de correr ni de pelear y se queda remordido. El estrés es un mecanismo de defensa del cuerpo, una alerta, pero si me quedo remordido, no tengo la capacidad de gastar todo ese esfuerzo metabólico que hice para la pelea.

—Si me siento culpable porque no puedo reaccionar y eso me carcome veinticuatro horas al día, ¿estoy peor que el gato frente a un perro porque es permanente?

—Seguro, porque toda mi maquinaria metabólica, incluso sicológica, está funcionando antinatura…

—Pero ahí ya no se habla de estrés sino de depresión.

—La depresión ya sería el otro concepto que es simplemente el fracaso o la incapacidad de resolverla; si ya me deprimí, ya me tiré al abandono.

—Es que no se tira al abandono, sigue viviendo y sigue trabajando hasta que se bota del décimo piso y dicen: “pero si acaba de dar una conferencia en la universidad” o “se fue a jugar con los guaguas”, pero había un mecanismo que le estaba comiendo. ¿Eso también empuja a la diabetes?

—Claro, por eso mucha gente habla de una diabetes emocional. Tuvo un estrés tensional, laboral, personal, familiar o lo que quiera y eso le disparó esa glucosa que estaba solapada.

CAFEÍNA Y MENSAJE SEXUAL

—¿Qué hace la adrenalina?

—Es un factor de control de frecuencia cardíaca; para la emergencia se necesita que el corazón bombee más sangre para que la glucosa reparta más energía a todos los lados.

—¿La cafeína o las anfetaminas generan un efecto parecido?

—Se dice que la cafeína podría aumentar en ciertas personas los factores de tensiones, pero hay algunos como yo, hiperquinéticos, que necesitamos cafeína para estar todo el tiempo mantenidos. A otros les produce euforia y no pueden dormir; yo, en cambio, tengo que tomar cafeína para ir a dormir. En general, la cafeína actúa como estimulante del sistema nervioso central, para estar más alerta, más lúcido. Sería incluso un factor hedónico, de bienestar. En cambio, la adrenalina es más un factor de control funcional, de dar respuestas. Otros factores de control metabólico o de control general son los corticoides.

¿Qué es la famosa cortisona?

—Es una de las grandes hormonas de resolución inmediata. Por ejemplo, es el antiinflamatorio más potente que existe y que lo tenemos naturalmente en el cuerpo. En una emergencia, el cortisol se dispara y actúa a la inversa de la insulina: si la insulina se encargaba de repartir la glucosa a las células y a diferentes órganos, la cortisona se encarga de sacar las reservas de glucosa que yo tengo en el hígado y en otros segmentos como en las grasas, para suplir ante la emergencia. Si debo pelear o correr, tengo que restringir sectores que no necesito y dar prioridad a otros; necesito unos músculos eficientes y el cortisol produce el azúcar que necesito para esa emergencia.

—Vamos a las feromonas. Yo veo a las hormigas que entran a mi casa en el verano y observo que obviamente tienen un sistema de comunicación, van por un lado, vuelven por otro, y si uno mata unas tres o cuatro hormigas, dejan de pasar por ahí.

—Hay un libro de Williams que analiza la estructura social de las hormigas, que van dejando olores, hormonas de atracción que permiten una relación de contacto hacia el uno o hacia el otro, lo que les permite la comunicación entre ellas, y van dejando marcado el sitio por donde deben ir y por donde tienen que salir. Eso les ayuda a tener una estructura social brutal.

—Y en los seres humanos, ¿cómo funcionan las feromonas para la atracción sexual?

—Parecería que es el asunto del olor, por eso hueles a macho o hueles a hembra, en el sudor hay factores de atracción…

—Inconscientes, ¿no?, una mujer se siente atraída por un hombre que quizás ni le gusta conscientemente.

—Pero eso ha cambiado con los desodorantes, porque el olor es el mensajero y estarían bloqueando ese factor en el sudor, por ejemplo.

—Los desodorantes, más toda la contaminación de los combustibles y los químicos: ya no olemos a los otros, olemos a tubo de escape, con los nervios de punta. Cuando hay una emergencia, ¿cómo se relacionan las hormonas con el sistema nervioso?

—El sistema nervioso simpático que está controlando todas las funciones, queramos o no porque yo no puedo parar el corazón ni puedo dejar de respirar, es un sistema autónomo que funciona permanentemente. Este sistema al estar activado por el estrés, o al estar irritado, tiene que mandar señales de suplencia a los otros órganos. Por ejemplo, ante un perro que está por ahí, el sistema nervioso simpático es el que recibe la señal visual, el que capta la posibilidad de emergencia. Yo estoy tranquilo, pero me da taquicardia porque posiblemente ya vi al perro.

—Aunque más estresantes son los perros imaginarios que los perros reales que vemos con los ojos. Para terminar, ¿qué se debe hacer?

—Si no buscamos una vida saludable y de bienestar, estamos fregados. Lo que nos interesa es calidad de vida y longevidad saludable, pero para llegar a eso yo debo tener una alimentación saludable, actividad física saludable, un ambiente saludable, lo cual no tenemos. ¿Qué se hace en este momento por el asunto de prevención de obesidad infantil? Absolutamente nada. Antes corríamos y jugábamos en la calle todo el tiempo, éramos unos plazuelas. Los niños ahora, por el miedo, por esto o por lo otro, no tienen el derecho a ser niños.

—Peor con las tabletas que les chantan desde guagüitos para que se queden quietos.

—Claro. Por lo menos ahora el Pokemon les obliga a moverse, a buscar. (Risas). En salud escolar, ¿qué se ha hecho? El 25% de nuestras niñas adolescentes se embarazan, no saben ni siquiera alimentarse ellas y tienen que alimentar a un niño.

—Hace algunos años estaban desarrollando el plan de educación sexual y prevención de embarazos adolescentes, pero vinieron unos curuchupas que dicen que son revolucionarios a penalizar el aborto y a quitar la educación sexual para los adolescentes.

—Y a entregarla al Opus Dei. Otro caso: en México hay una estrategia aplicada en una zona donde se eliminaron las colas y las gaseosas, y se pusieron grifos e hidrantes para que los niños vayan a tomar agua. La prevalencia de obesidad bajó notablemente.

—Como hacíamos antes: uno iba a jugar y tomaba agua de la llave. Pero tampoco es gratuito que el presidente de la Coca-Cola de México haya llegado a ser presidente de la República: Vicente Fox. A ese nivel de poder llega ‘la chispa de la vida’.

—Igual acá, con ese cartel que pusieron en la salida del sur de Quito, de que ahí se va a construir la fábrica de la felicidad de la Coca-Cola. O sea: recibirle al presidente de la Coca-Cola en el palacio presidencial quince días antes de poner el semáforo en los alimentos, ¿qué tal?

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