Por Xavier Gómez Muñoz.
Ilustración: Paco Puente.
Edición 452 – enero 2020.
Desde hace ya varios años, los medios digitales de nuestro país cumplen un rol relevante en la relación del público con la información. Lo que comenzó con la promesa de la noticia inmediata ha ido transformándose y evolucionando hasta convertirse en necesidad.
Esta historia comienza con el surgimiento de los primeros periódicos modernos, impresos en tinta y con una fecha de publicación regular, entre los siglos XVII y XVIII. Luego vino el desarrollo de la radio y la televisión, en el siglo XX. Y en los años noventa, gracias al progreso de la computación y la llegada de Internet, aparecieron los primeros medios digitales. Llegaron con la promesa del alcance global, más velocidad y participación del público y la posibilidad de reunir escritura, imagen y sonido en una sola pantalla.
En el Ecuador el primer medio en colgar su contenido en la red fue el desaparecido diario Hoy, en 1994. Cuando empezó la década de 2000 ya le habían seguido varios medios de prensa, radio y televisión, aunque su producción consistía básicamente en reproducir lo que ya habían publicado en sus plataformas originales. En agosto de 2004 el país tuvo por fin su primer medio de comunicación creado exclusivamente para Internet (nativo digital). Se trató de Ecuadorinmediato, y poco después apareció Ecuador en vivo.
Según datos de Ciespal, para 2012 existían en el país 34 medios nativos digitales. Fundamedios difundió que en abril de 2015 ya había sesenta, y hasta el primer semestre de 2018 esa cifra llegó a 83. Esto último, de acuerdo a una investigación publicada en la revista Textos y Contextos, de la Universidad Central. La mayoría de medios nativos digitales son emprendimientos conformados por “equipos mínimos o que pasan la docena, con recursos ajustados y deudas, pero con esfuerzos extraordinarios” para sostenerse, escribió en 2015 la periodista Susana Morán del medio digital Plan V. No obstante, uno de los fundadores de La Barra Espaciadora, Diego Cazar, aclara que es necesario distinguir a los verdaderos medios digitales, esos que tienen cierta periodicidad, independencia y un compromiso ético con sus audiencias, de portales que funcionan como “órganos de difusión del poder” creados en los últimos años.
Debido a su volumen y la facilidad con la que se crean y desaparecen los medios nativos digitales —no solo aquí—, establecer una cifra precisa resulta aventurado. Aunque quizá el meollo no esté en la estadística, sino en comprender su aporte y razón de ser en la nueva frontera digital que comparten con el entretenimiento, los discursos oficiales y la publicidad.
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Carlos Jijón es decano de la facultad de Periodismo y Artes Visuales de la Universidad de las Américas (UDLA) y fundador del portal de noticias La República. Lo fundó en 2011 y fue uno de los primeros en crear contenido periodístico propio para Internet. En esos años ya existían otros portales, recuerda Jijón, sin embargo, se dedicaban a recopilar y difundir noticias publicadas en otros medios, con la respectiva cita de sus autores.
Jijón explica que, pese a que La República cuenta con espacios de opinión, el carácter del medio es sobre todo informativo, “dar noticias sin adjetivos, en tiempo real y durante todo el día”, lo que se traduce en velocidad para informar y prescindir de horarios fijos de publicación, una ventaja de los medios digitales: hoy en día buena parte de la sociedad ya no se entera necesariamente de lo urgente por la televisión y la radio, sino por medios digitales o usuarios de redes sociales.
Luego de ocho años de trayectoria, Jijón considera que La República ha llegado a ser un “medio masivo, dentro de lo que se puede en lo digital”. Asegura que en un mes ingresan a este portal un promedio de 1,4 millones de personas y que su producción se financia principalmente con la venta de espacios de publicidad. Su equipo de trabajo lo conforman cinco colaboradores, entre periodistas y otros profesionales.
La llamada crisis del papel, o disminución de lectores de diarios y revistas, también ha motivado el surgimiento de medios en Internet. Dedicada al periodismo de investigación, la revista Vanguardia dejó de imprimirse en 2013, entre otros motivos, según su exdirector Juan Carlos Calderón, por lo complicado que resultaba hacer ese estilo de periodismo con la Ley de Comunicación que se aprobó ese año. Sin embargo, Calderón y otros doce colaboradores se reunieron, consiguieron financiamiento suficiente para los primeros meses de operación y estrenaron —online— Plan V en septiembre de 2013.
Luego de un primer año duro, en el que se terminó el financiamiento inicial y tuvieron que trabajar tres meses sin sueldo, en el equipo quedaron únicamente Calderón y el fotógrafo Luis Argüello. Pero siguieron, apunta Calderón, en la misma línea editorial de Vanguardia, y respecto al periodismo de investigación hace una aclaración: “No se trata solo de denuncias (de corrupción o temas políticos, peor hackeo de información o filtraciones), sino de aplicar todas las herramientas y la rigurosidad del periodismo a todo hecho importante que merece ser investigado”. En Plan V trabajan actualmente cinco personas que ya no solo se dedican a hacer textos, sino también contenidos multimedia y con cierta “ambición estética”, sigue, lo cual consiste en producir “buenas fotografías, ilustraciones, videos, textos largos, cuando la ocasión lo amerita… Una cosa bien hecha”.
En los últimos años han surgido otros portales dedicados al periodismo de investigación, entre los que se destaca Código Vidrio, creado por los periodistas Arturo Torres y María Belén Arroyo. Están también Mil Hojas y La Fuente. Y, entre los que han dejado el impreso para convertirse en digitales, está la revista especializada en economía Gestión, producida por Multiplica, además del caso de los periodistas José Hernández, Martín Pallares y Roberto Aguilar, quienes, tras el cierre y la salida de los medios en los que trabajaban, emprendieron el portal dedicado a temas políticos 4 Pelagatos.
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Lejos de la lógica de producción de información diaria y con un estilo más narrativo, o empeñado en dar información mediante historias, en la última década han surgido también varios emprendimientos digitales. Uno de los primeros de ese tipo es GK, antes conocido como Gkill City, y fundado en 2011 por José María León e Isabela Ponce, entre otros miembros que ya no forman parte del equipo.
GK empezó como un “experimento”, asegura la directora editorial Isabela Ponce. Desde sus inicios, sus ejes principales han sido transparencia y derechos humanos con particular atención en temas de género y medio ambiente. Con el tiempo, los contenidos de GK han pasado de la opinión, que publicaban bastante en sus primeros años, a una propuesta más investigativa, agrega Ponce, y respecto al cuidado de los contenidos dice: “Siempre hemos editado bastante, pero no tanto como ahora”.
La dinámica de producción de GK también ha cambiado. Anteriormente encargaban textos a colaboradores fuera del equipo, y hoy cuentan con un staff de diecisiete personas, entre los que hay un gerente general (CEO) y otro financiero, dos editores, tres reporteros, un fotógrafo y videógrafo, una directora de arte, alguien encargada de las ventas de publicidad y otra persona en proyectos, como el programa La Foca que transmiten por Teleamazonas.
Respecto a la motivación para crear el “experimento” periodístico que hoy es GK, Ponce explica que surgió de la idea de emprender una propuesta de comunicación distinta a la de los medios tradicionales, en una época en la que el país estaba polarizado entre oficialistas y no oficialistas y en donde los espacios de opinión estaban asignados a unas “130 personas, (en su mayoría) hombres, blancos, de clase alta, media alta”. Uno de los objetivos de GK fue ampliar el número de voces que opinaban.
En 2013, durante el correísmo y con una motivación similar, se fundó La Barra Espaciadora. Aunque mejor lo explica uno de sus creadores, Diego Cazar: “En ese tiempo la agenda pública se concentró en una pregunta y una respuesta entre los medios de comunicación y el poder político, y un grupo de periodistas indignados nos dimos cuenta de que se descuidó lo que debería mirar fundamentalmente el periodismo: las historias que merece la gente de a pie”.
Cazar reconoce que La Barra Espaciadora, al igual que la mayoría de emprendimientos periodísticos en Internet, es un medio nativo digital creado por inmigrantes digitales, en su caso, por cinco periodistas con experiencia en medios impresos. Dice, además, que aquella situación les llevó a reaprender la profesión, “a cuestionar lo que habían aprendido en las aulas y salas de redacción” para aplicarlo en la red. Con el tiempo, a La Barra Espaciadora se han sumado colaboradores externos “con ganas de experimentar”, entre ellos hay periodistas, escritores, académicos y gente de otros oficios que contribuye, en muchos casos, sin recibir una compensación económica. Esto último, a decir de Cazar, demuestra dos cosas: la convicción de la gente con el proyecto, y que los periodistas ya no son los únicos capaces de informar. El equipo permanente de La Barra Espaciadora lo conforman actualmente tres personas. Para financiar coberturas, movilizaciones, dominio del sitio web y demás, han desarrollado un “sistema de micromecenazgos”o donaciones del público y organizaciones.
Uno de los mayores obstáculos que enfrentan los medios digitales, se sabe, es crear un modelo de negocio que les permita no solo sostenerse económicamente, sino crecer, lo que no es tan fácil en una sociedad en la que no existe cultura de pago por información en Internet, como sí ocurre con el entretenimiento: Netflix y Spotify, por ejemplo.
Creado en agosto de 2017 y con una filosofía de “periodismo de reposo: comer poco, digerir bien”, La Caja Negra es otro medio digital en la línea de los anteriores. Además, están La Andariega y Los Cronistas, el primero con sede en Cuenca y el otro con la mira en el periodismo narrativo.
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Luego de más de un año de investigaciones con una consultora especializada, diseño editorial y de la estructuración de una redacción adecuada para sus colaboradores, en mayo de 2019 se empezó a publicar el diario digital Primicias, según cuenta su directora María Teresa Escobar. En Primicias trabajan alrededor de veinticuatro profesionales, distribuidos en cuatro mesas de trabajo: una mesa central desde donde se organiza y lidera, otra de redes sociales, una de apoyo multimedia donde están diseñadores, videógrafos y fotógrafos, y una última de análisis de datos, de donde surgen las estadísticas que utilizan en sus contenidos. En la redacción, además, existen pantallas para ver métricas de sus publicaciones en tiempo real, con base en las cuales el equipo puede tomar decisiones.
Se trata de un diario cien por ciento nativo digital y que trabaja en dos tiempos, añade Escobar: publica información coyuntural pero también “notas más pensadas que aportan al debate” y, pese a que tiene espacios de opinión, lo fundamental para la directora es ofrecer información o “insumos para que la gente opine”, pues considera que de esto último ya hay bastante en redes sociales. El objetivo de Primicias, concluye, es “existir en el largo plazo y convertirse en una institución (un referente), pero de manera seria”.
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Para hablar de “periodismo joven” me recibe Luis Eduardo Vivanco en la redacción de La Posta. Él y el periodista Andersson Boscán son los creadores de ese medio digital que ha optado por publicar sus contenidos únicamente en redes sociales y con énfasis en lo audiovisual. Vivanco y Boscán tenían experiencia sobre todo en medios impresos. Sin embargo, en 2015, cuando Vivanco era editor general del diario La Hora, creó un programa de entrevistas transmitido por YouTube llamado Castigo Divino. Mediante esa experiencia, dice, se dio cuenta de que “sí hay un público al que le interesa hablar de temas importantes, como el producto interno bruto, pero no de manera aburrida ni en términos técnicos, incluso tomándose un vino”.
Para ese público lanzaron La Posta en octubre de 2017. A decir de Vivanco, su audiencia está conformada sobre todo por jóvenes, aunque también tienen un público significativo de mayores de edad. “En nuestra audiencia tenemos gente que nos ama o nos odia —amplía—, pero tratamos de generar una reacción, de no pasar desapercibidos”.
La Posta ha publicado investigaciones que han revelado irregularidades en la compra de kits de VIH entregados por el Ministerio de Salud (“Ministerio de la muerte”) y ahondado en la trama de corrupción de la constructora Odebrecht en el Ecuador (“División de sobornos”), recuerda Vivanco. Pero también ha sido criticada por espectacularizar y banalizar contenidos. Respecto a lo último, responde que el estilo del medio es “ir al filo de la navaja de lo políticamente correcto”, dar información pero de una manera “coloquial, dinámica y entretenida”, y que aquello no equivale a banalizar. Las veces que se han “pasado”, agrega, han quitado el contenido y pedido disculpas públicamente.
Tras solo dos años de actividad, La Posta ya cuenta con un equipo de alrededor de veinte colaboradores de planta, entre periodistas, programadores, videógrafos y gente de otras profesiones. De acuerdo con Vivanco, sus contenidos tienen un alcance mensual promedio de 3,5 a cuatro millones de personas.
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Internet también ha sido un terreno propicio para medios con enfoque de género. En esa línea están portales como Soy la Zoila, Sentimos Diverso, La techa-R y La Periódica. Este último, dice su fundadora, Janneth Cervantes, se formó con reuniones a propósito del incremento de femicidios que provocaron protestas sociales, en 2016, y el movimiento Vivas nos queremos.
En ese contexto, apunta Cervantes, un grupo de mujeres decidió emprender una “iniciativa de comunicación que responda con un enfoque distinto (respecto a los medios convencionales) a los temas de violencia de género”. Autodefinido como un medio digital feminista, La Periódica empezó a publicar en abril de 2017, está conformado por un equipo permanente de diez colaboradoras, entre las que hay periodistas, fotógrafas, activistas y personas con especialidades académicas; no obstante la “convicción de sus integrantes”, aún no es sostenible económicamente. Según Cervantes, “ninguna de las personas que hace La Periódica lo hace por lucrar”, sin embargo, están conscientes de que faltan apoyos económicos para hacer su trabajo, siempre que esto no comprometa su línea política.
Además, existen medios digitales enfocados en el deporte, como Bendito Fútbol; universitarios, como Udla Channel; especializados en verificación de datos, como Ecuador Chequea; comunitarios, como Wambra, y otros. Todo esto da cuenta de que, pese a lo complejo que puede resultar rentabilizar un medio en Internet, cada vez hay más, y más diversos, emprendimientos digitales.