Malqui Machay, la morada de Atahualpa y el último espacio de la resistencia

Atahualpa fue el último rey descendiente del Sol, emperador de los incas en el Perú, hermano y rival de Huáscar, a quien hizo dar muerte para apoderarse del trono. Se sabe que el emperador fue asesinado por orden de Pizarro en Cajamarca, en el norte del Perú en 1533, pero sus restos nunca fueron encontrados. Fotografías: Shutterstock y Facebook.

El cuerpo momificado (malqui) de Atahualpa habría llegado desde Cajamarca en Perú hasta el Quito-inca, donde, según el cronista Juan de Betanzos (1551), lo esperaba el capitán Rumiñahui para trasladarlo hasta su última morada en la región de los Sigchos. Por el largo camino, la momia del inca habría sido llevada en andas y resguardada por un séquito de mamaconas, ñustas y camayos. Al observar el entramado de caminos de la región, Rumiñahui pudo haber tomado la ruta que va desde Quito a Lasso y desde ahí a Toacazo, Sigchos, Chugchilán (Churo de Amanta) y finalmente Malqui-Machay.

El sitio ceremonial y posible fortaleza descansa sobre una pequeña colina en el flanco occidental de la provincia de Cotopaxi, a mil metros de altura y está ubicado en el recinto Malqui, parroquia Guasaganda del cantón La Maná.

Si la investigación de la historiadora Tamara Estupiñán, quien hace una década sorprendió al mundo de la historia y la arqueología, es acertada, Malqui-Machay sería el lugar más importante de la resistencia inca-quiteña y, por su simbolismo, la de todo el Tahuantinsuyo. El lugar escogido por Rumiñahui no es accidental.

Según Estupiñán, el único ayllu (el Puxilí de los Ingas) que la nobleza inca fundó en la Audiencia de Quito se encontraba en tierras privadas de Atahualpa (Atabalipa, Atawallpa) y estaba localizado en Cuturiví e Isinche, en el cantón Pujilí. Un detalle que llama la atención en cuanto al lugar en el que se asentaba el ayllu (comunidad) es que este estaba situado a veinticinco kilómetros, en línea recta de la laguna del volcán Quilotoa y también en línea recta, a veintiún kilómetros de las ruinas de Malqui-Machay.

El testimonio de la mujer más poderosa del Tahuantinsuyo

Cixirimay Ocllo.

La relatora oficial de Juan de Betanzos, autor de Suma y narración de los incas (1551), publicado por primera vez en su totalidad en 1987, fue su esposa Cuxirimay Ocllo y bautizada como doña Angelina Yupanqui. Su historia se asemeja a la de muchas mujeres nobles del incario, quienes, a la llegada de los españoles y caída del imperio, pasaron a ser concubinas o esposas de los conquistadores. Sin embargo, Cuxirimay Ocllo fue más que una mujer noble. Fue prima de Atahualpa y a los diez años se convirtió en su piviguarme o esposa principal. Su hermano, Cuxi Yupanqui (Illescas), fue quien desenterró el cuerpo de Atahualpa para llevarlo hasta Quito y entregarlo a Rumiñahui.

Además, según la crónica y antes de marchar a Quito, Cuxi intentó varias veces rescatar a su hermana del poder de Francisco Pizarro, quien a la muerte de Atahualpa la había tomado como concubina. Para apoyar el relato de Betanzos se han usado, entre otros, las ilustraciones de Felipe Guamán Poma de Ayala (Primera nueva crónica y buen gobierno, 1616). Una de ellas coincide con las crónicas y muestra que, al recibir el cuerpo momificado del inca, Rumiñahui asesinó a Cuxi Yupanqui. En 1541 y a la muerte de Pizarro, doña Angelina contrajo matrimonio con el cronista.

Además de lo anterior, el relato de Cuxirimay Ocllo pone en relieve la figura de Rumiñahui, quien al convertirse en el protector de la momia del emperador y de su panaca (familia), su figura adquirió un gran valor simbólico y un poder absoluto para actuar y liderar la resistencia contra los españoles, pero sobre todo y como lo explica Tamara Estupiñán, “Si Rumiñahui no recibía el cuerpo de su monarca, lo más probable es que habría pasado desapercibido como actor histórico”, y como el hombre más leal de Atahualpa.

Malqui-Machay, quinientos años después

Antes del hallazgo, la historiadora Tamara Estupiñán estuvo más de una década investigando —en “distintos archivos y bibliotecas, transcribiendo documentos y analizando las diferentes lecturas”— las razones que llevaron a Rumiñahui, en un momento de caos e incertidumbre, a organizar un ejército de cincuenta mil incas y otros grupos para enfrentar a los conquistadores españoles y a los indígenas aliados. A la investigación académica de Estupiñán se suma su intenso trabajo de campo y dos expediciones que la llevarían a determinar que Malqui-Machay, hoy propiedad de Francisco Pucho Moncayo Naranjo, fue la última morada de la momia de Atahualpa.

La primera expedición se realizó en 2004 a partir de una rigurosa investigación etnohistórica en archivos, bibliotecas y trabajo de campo, tanto en el Ecuador como en el extranjero. En esta fecha, señala Estupiñán, ella y su equipo llegaron a Malqui, a las ruinas que se levantan en la zona baja del río Quindigua. En la segunda expedición en junio de 2010, Estupiñán y su equipo entraron a Machay, una pequeña colina a tres kilómetros de Malqui en cuya cima se encuentran los vestigios del sitio ceremonial y posible fortaleza.

En el centro ceremonial existen piedras magnéticas.

El complejo arquitectónico de Malqui-Machay reúne una plaza trapezoidal, un ushnu (asiento del inca) y un pucullo (bóveda del enterramiento). Además, cuenta con un baño, un acueducto subterráneo que pasa por debajo de una pequeña plaza de piedra labrada, varios canales de agua en la superficie, veredas de piedra y un callejón de ingreso en forma de zigzag (que nos recuerda la leyenda del amaru) que sube desde el río y un puente para cruzar que bordea el complejo.

Gracias a las descripciones de distintos cronistas, dibujos de Guamán Poma, literatura sobre la cultura inca y el plano topográfico que levantó el Instituto de Patrimonio Cultural, se pudo comprobar que todas las estructuras recorren el camino del sol, es decir, de este a oeste. Para finalizar hay tres razones, manifiesta Estupiñán, por las que Rumiñahui habría escogido a Malqui-Machay: población incondicional a su causa en una guerra asimétrica, infraestructura adecuada para ataque y defensa y las condiciones geográficas óptimas para el refugio.

Malqui-Machay, última morada de Atahualpa y espacio último de la resistencia. El cuerpo momificado de Atahualpa habría llegado desde Cajamarca en Perú hasta el Quito-inca, donde Rumiñahui lo esperaba para trasladarlo hasta su última morada en Malqui-Machay, el lugar más importante de la resistencia inca-quiteña y, por su simbolismo, posiblemente la de todo el Tahuantinsuyo.

Posterior a las dos primeras expediciones, se realizaron trece más con varios equipos de arqueólogos, antropólogos, historiadores, geógrafos, académicos, autoridades políticas y medios de comunicación local e internacional y la comunidad, para constatar in situ que Malqui-Machay no es una construcción aleatoria ni tampoco un cúmulo de piedras apiladas, pero sí la última morada del emperador. La noticia oficial del descubrimiento fue divulgada en abril de 2011 en el Octogésimo Aniversario del Instituto Geográfico Militar del Ecuador y a su vez Latitude France y el diario Le Monde en su sección “Sciences Decryptages” comunicaron al mundo el notable descubrimiento.

El sitio ceremonial Malqui-Machay, gracias a los estudios de Tamara Estupiñán y su equipo, abrió un nuevo campo de exploración para la historia, la etnografía y la arqueología ecuatorianas, y obligó a su recuperación y restauración. Francisco Moncayo, dueño y administrador del sitio, ha tenido que enfrentar, además del deterioro del lugar, la indiferencia y la desidia institucional. A pesar de que el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural adquirió la obligación de restaurar y proteger el sitio, esto no ha sucedido.

Pocos años atrás, cuenta Francisco, se hizo un precario trabajo de restauración de uno de los muros que al poco tiempo se vino abajo. Posteriormente, denunció ante el Ministerio de Cultura el mal manejo de los contratos de restauración, pero tampoco fue atendido. El poco apoyo que Francisco ha logrado obtener ha sido otorgado por del Instituto de Patrimonio Regional 3 de Riobamba, la Alcaldía de La Maná y la Junta Parroquial de Guasaganda, así como de algunos amigos, pero esto no es suficiente. Ante tal abandono, urge que las respectivas instituciones del Estado retomen los trabajos en Malqui-Machay y se lo ubique como destino turístico dentro de un proyecto sostenible que garantice su protección y perdurabilidad.

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