Por Natalia Carbajosa Palmero, profesora de Filología Inglesa, traductora y poeta, Universidad Politécnica de Cartagena.
Edición 463 – diciembre 2020.

Muchos son los libros de la flamante Premio Nobel publicados en español: Ararat, Averno, El iris salvaje, Las siete edades, Vita nova y Praderas. En palabras del poeta, editor y traductor Jordi Doce, “es quizá la poeta norteamericana contemporánea más traducida y editada en España”, con excepción quizá de Anne Carson.
Sin embargo, este considerable foco de atención —considero sin dudarlo que merecidamente vertido— acaso no arroje muchas pistas sobre quien ha escrito:
No todos los seres vivos necesitan
la luz en la misma proporción. Algunos fabricamos
nuestra propia luz.
Living things don’t all require
light in the same degree. Some of us
make our own light.
¿Poeta confesional?
Desde que ha recibido este máximo galardón, estamos oyendo hablar de Louise Glück como “poeta confesional”. Al igual que Elizabeth Bishop, con quien suele compararse por su austeridad expresiva y complejidad conceptual; y como en el caso de todos los poetas que lo son a su pesar, esto es, que encuentran su pequeña estatura biográfica arrollada por el continuum implacable y colosal de la poesía, la etiqueta no aclara nada, y más bien confunde.
Porque si la historia personal de Glück, plagada de baches psicológicos que contradicen la “felicidad” de su apellido germánico, se atisba en sus poemas, aparece siempre indisolublemente unida a esa otra lectura de la realidad —mítica y/o telúrica— cuyas resonancias, por universales, disuelven los contornos del “yo”.


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