Los versos satánicos

Esta obra de Salman Rushdie debe leerse con calma para no caer en malas interpretaciones y terminar acusando de blasfemia a su autor. Abrimos un horizonte de lectura para “Los versos satánicos”.

Libro Los Versos satánicos
“Los versos satánicos”, le valieron acusaciones de blasfemia a su autor, Salman Rushdie.

“Al vilipendiar al profeta Mahoma y difamar al Sagrado Corán, el autor, un experto analista de las creencias musulmanas, debió anticipar una reacción de horror en todo el mundo islámico”. Quien escribe así no es un ayatolá ni el líder de un grupo islamista; es el expresidente Jimmy Carter, que, como muchos, malinterpreta esta obra del escritor indio de religión islámica, Salman Rushdie.

En 1989, en el extremo de este desentendimiento, el líder supremo de Irán, Ruhollah Jomeini, promulgó una fetua, orden judicial del clero islámico que pedía ejecutar al escritor por blasfemo, y ofrecía una recompensa a quien llevara a cabo la condena. Tras la muerte de Jomeini, el Estado iraní se desentendió de la orden, pero por lo menos dos fundaciones islámicas doblaron la apuesta. Y hace pocos meses un fanático entusiasta estuvo a punto de perpetrar el crimen, devolviendo a la actualidad esta obra publicada inicialmente en 1988.

Singular experiencia enfrentarse a este volumen de 680 páginas, con contenido lleno de conceptos y alusiones, para cuya lectura vale tener una buena conexión a Internet, en la que se aclare todas las figuras y referencias que se precipitan en un erudito vórtice de imágenes y sucesos.

Esta narración se encasilla en un realismo mágico, con clara influencia de autores latinoamericanos como García Márquez, a quien hay claros guiños. A pesar de incurrir en esta corriente fantástica, el relato consigue enfrentarnos a una visión panorámica del subcontinente indio y su abigarrada complejidad religiosa.

¿Dónde estuvo la blasfemia?

Salman Rushdie autor Los versos satánicos

La historia sigue la trayectoria de dos actores indios, un hindú y otro islámico, que caen desde el cielo tras la explosión de un avión en vuelo. Luego de una serie de peripecias fantásticas se involucran en diversas historias, entre las cuales una que ocurre en una ciudad árabe, trasunto de La Meca en la época de la fundación del Islam por Mahoma.

En la urbe existe un burdel en el que doce prostitutas adoptan como alias los nombres de las mujeres del profeta. Se trata de una caricatura, que debe ser juzgada en el contexto mágico en el que se desenvuelve toda la novela. Esta es la referencia más específica a la Revelación islámica, pero no la única, en la que el autor trata de poner en cuestión la sacralidad del Corán, un texto cuya integridad no puede ser cuestionada para los musulmanes.

El título del libro alude a un pequeño pasaje en el que el Profeta consciente en el culto de tres divinidades a más de Alá (Dios, el Dios), versos que se atribuyen a un engaño de Satán que se hace pasar por el arcángel Gabriel. Uno de los protagonistas hace de amanuense del dictado angelical, pero aumenta a su gusto muchos pasajes, como en efecto la tradición árabe pretende completar el libro sagrado.

Pero estos y otros juegos, o figuras, no calumnian a la fuente del islamismo y a su autor, sino más bien a las manipulaciones que han generado interpretaciones intolerantes e inhumanas.

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