Por María Belén Arteaga.
Edición 446 – julio 2019.
Actualmente se cría a un perro de manera similar a la de un niño. El mundo actual, tan marcado por la individualidad, la competencia y la rapidez, hace que el perro por su característica de fidelidad supla la relación afectiva que tendría un ser humano con otro. Sin embargo, el exceso de atención podría ser considerado maltrato para el animal. Conozca testimonios reales, lo que dicen los especialistas, las cifras y las leyes con respecto a los canhijos.
“No sé lo que es que le digan a uno ‘mamá’ o ‘te quiero’, pero sí sé que esos ladridos de emoción y esos brincos que hacen, cada vez que llego a casa, dicen eso. Y lo más importante: no sé lo que es parir, pero sí sé lo que es ser madre. No importa que tengan cuatro patitas, son mis canijos y haría cualquier cosa por ellos”. Este mensaje fue compartido en el muro de Facebook de mi amiga Valeria Sandoval el pasado 12 de mayo, cuando se celebraba el Día de las Madres; en él etiquetaba a nueve de sus amigas seguido de un “¡Feliz Día Dog Moms!”.
Valeria tiene 34 años, es casada y no tiene hijos —aunque no descarta la posibilidad de tenerlos o adoptar uno en el futuro—. De lo que sí está segura es de que Becca es su primogénita. La cocker de seis años llegó a la vida del matrimonio Grijalva-Sandoval después de verla en una tienda de mascotas. “Desde ahí se ganó mi corazón; la amo inmensamente y solo espero hacerla tan feliz como ella me hace a mí”, dice Valeria. Sin duda, Becca es su hija. Va a los paseos de la pareja y está en todos los portarretratos de su casa, así como en las fotos de perfil de sus redes sociales.
Existen muchas parejas, mujeres y hombres que conviven con una mascota y el mundo los conoce como sinkies, un acrónimo de los vocablos ingleses: single, income, no kids. Es decir, solteros con ingresos, pero sin hijos. Este es el caso de María del Carmen Coronel. Ella está divorciada, tiene 38 años y afirma con seguridad que no quiere tener hijos. Actualmente, es gerente en una empresa de tecnología y entrega todo su amor a una pastora de shetland y a una cocker americana.
Esta última parió una camada de tres perritos y la orgullosa abuela le realizó un baby shower con gorritos, pastel para perros y varios invitados perrunos con sus respectivas madres. “A decir verdad mi perra no entendió nada sobre su baby shower pero para mí fue una alegría y todo salió tan bonito que lo volvería a hacer”. María del Carmen escogió cuidadosamente a los padres humanos de las hijas de su perra y “hasta hoy se mantiene el vínculo madre-hija con dos de ellas, a las que veo con frecuencia, tal vez no sean conscientes de su relación pero se saludan con emoción, como si se recordaran de siempre”, dice.
La psicóloga clínica María Fernanda Andrade dice que el modelo social se ha transformado activando nuevas formas y filosofías de vida. Una de ellas es decidir tener o no tener hijos. Sin embargo, el ser humano en su capacidad de desear y sentir necesita un ser para transmitir sus sentimientos mediante los cuidados, la crianza y el cariño. Por ello, se mima o cría a un perro de manera similar a como se trataría a un niño. “Al elegir no tener hijos, quizá debido al conflicto que significa mantener relaciones importantes o duraderas entre humanos, la persona podría obtener de su mascota lo que le falta al humano en un mundo tan marcado por la individualidad, la competencia y la rapidez. La fidelidad es una de las características más importantes de estos animales; por eso, esta nueva transacción afectiva será potencialmente más correspondida y satisfactoria”.
Restaurantes, vestidos y fiestas
Pero, según la especialista, hay personas que dependen de sus mascotas para ser felices y van más allá de sus cuidados o el respeto a sus derechos por hacerlos sentir y a su vez sentirse bien, llevándolos a restaurantes, vistiéndolos o planeándoles fiestas. “No hay que olvidar que todo hiperestímulo es nocivo para cualquier organismo y por ello hay que medir si los perrohijos están creciendo sanamente, sin alteraciones, de acuerdo con su naturaleza; porque el mundo animal es perfectamente sabio y se basa en la simpleza y la humildad”.
En cuanto a la alteración psicológica de los amos de los canes, la psicóloga afirma que, si los humanos solo dependen de su mascota para ser plenos y si presentan en su generalidad problemas de adaptación social y deterioro interior, se podría hablar de algún problema psicológico, sin que la mascota sea necesariamente la causante directa de tal fenómeno. “Siempre es necesario analizar cada caso y saber qué hay detrás para determinar a qué se debe un comportamiento determinado, porque no existen las generalidades”.
Delia Guevara, máster en Terapia Familiar, cuenta que ha realizado sesiones de superación de duelo a personas que no pueden dejar ir a su mascota fallecida o desaparecida y que pueden llegar a sufrir por eso durante un largo período. “Hay personas a quienes les cuesta mucho retomar su vida y aceptar que su mascota ya no va a estar; todo depende del tipo de relación que tuvieron con su animal de compañía”.
¿Trato humano?
Hasta este punto hemos tratado la relación humano-perro, pero, ¿qué hay de la relación perro-humano? Jaime Grijalva, profesor de etología y bienestar animal de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ) y especialista en comportamiento animal del centro canino Vet Behavior señala como muy positivo el hecho de que, por el boom actual de tener perrhijos, la gente se preocupe más por exigir temas de política pública, respeto y dignidad no solo para los perros sino para varios tipos de especies. “La gente ya sale a las calles a reclamar por los derechos de los animales, eso está bien. Lo que está mal es que se trate a una mascota como humano: es un tipo de maltrato que le causa un fuerte estrés al animal”. Cuenta que en sus consultas la mayoría de casos tiene que ver con la humanización de los perros. Por ejemplo, en el feriado anterior llegó un perro tan mimado por su dueño que la impresión de convivir con su propia especie le generó gastritis. “Al dejarlo en su hogar entendí la razón: el perro comía alimento de humano, dormía en la cama de su amo, no lo dejaban mojarse en la lluvia… es decir, no le permitían ser perro”. Entre los casos más extremos está el de una señora que convivía con cinco perros, entre machos y hembras, y un día llegó a Vet Behavior porque quería que su perra mimada fuera la líder de la manada, manipulando así el proceso natural de interacción de los animales. “El resultado: fuertes peleas entre los canes”.
Los desplazados
Los procesos naturales también son tristes cuando el canhijo mimado del hogar es desplazado por uno humano. Esto es lo que vivió Hegel cuando después de nueve meses llegó a su casa el nuevo integrante de la familia: Julián Romero Jarrín.
Vanessa Jarrín dio a luz a Julián hace tres años y, antes de su llegada, el terrier escocés era su adoración: dormía en el cuarto del matrimonio, lo paseaban constantemente, tenía golosinas y juguetes, pero cuando llegó su primer hijo todo cambió. Hegel ya no podía entrar a los cuartos y tampoco tuvo más golosinas ni juguetes. De hecho, a partir de esa fecha todos los mimos fueron para el bebé. El resultado: hongos, cuya cura representaba un proceso largo y dedicado, una razón que les hizo pensar en darlo en adopción pues el bebé era delicado, también requería cuidados especiales y sobre todo no podía estar en contacto con Hegel. Grijalva cuenta que este es uno de los casos más comunes para el abandono de animales, incluso él vivió una situación similar cuando tuvo a su hija. “La mamá no quería que se le acerque el perro, pero yo le demostré con estudios científicos que es importante, desde la etapa del embarazo, que tanto el perro como el bebé se reconozcan y está comprobado que tener un perro cuando hay un bebé en casa es beneficioso para que los infantes tengan menos probabilidades de contraer alergias en el futuro”.
Afortunadamente, el pequeño Julián no desarrolló ninguna alergia y hoy convive y juega feliz con Hegel. “También es muy importante la educación que uno como padre les proporcione a los hijos en casa desde pequeños sobre el cuidado animal y cómo convivir de mejor manera con las mascotas, respetando su naturaleza y tratándolos con amor”, dice María Piedad Heredia, madre de dos adolescentes de doce y quince años, y también de dos perros de tres y cuatro años. “Siempre me han gustado los animales y, a pesar de que cuando nació mi hija era alérgica al pelo de perro, nunca pensé en deshacerme de mi mascota de ese entonces. “La clave es adaptarse a las nuevas circunstancias de manera creativa”. María Piedad, por ejemplo, instaló una casa de perro en el patio y no dejó que su hija interactúe con la mascota hasta que cumplió el primer año.
Dormir con el perro, gastar más dinero en él que en ti, comprarle ropa, publicar fotografía en redes sociales, crear perfiles para ellos, celebrar su cumpleaños y llamarlo “mi bebé”, son señales de que podrías padecer algún trastorno psicológico. Tratar como ‘bebés’ a los perros y gatos provoca que el animal se vuelva dependiente, ya que está acostumbrado a estar cerca de nosotros, creando un apego excesivo.
Fuente: www.sumedico.com
Los abandonados
Desafortunadamente, las estadísticas revelan que, pese a que ahora existen ordenanzas en contra del abandono, el maltrato y la comercialización de animales, estos siguen presentándose con frecuencia: no existen leyes ni sanciones efectivas que puedan frenar este tipo de acciones. Un estudio de la USFQ reveló, en octubre de 2018, que existe un animal abandonado por cada veintidós quiteños. Según las proyecciones poblacionales del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), en Quito había 41 676 perros callejeros; para 2018 la cifra aumentó a 122 280. Es decir, el abandono de mascotas se triplicó. Tan polémico es el tema que el recién electo alcalde de Quito, Jorge Yunda, declaró el municipio como el primer edificio pet friendly del Ecuador y autorizó que los funcionarios municipales llevaran su mascota al trabajo al menos una vez a la semana para que “relaje a todos y tengan mejor actitud en sus actividades”. Además, mencionó que ya están funcionando dos hospitales veterinarios públicos en los sectores de El Calzado y Calderón para un adecuado manejo de la fauna urbana.
En México se trata con más familiaridad este tipo de temas, las cifras señalan que existen más mascotas en los hogares que niños menores de nueve años: veintiséis millones de animales de compañía y veintitrés millones de niños menores de nueve años registrados, de acuerdo con los datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). En ese país, desde 2014, las mascotas y lo que tiene que ver con ellas está considerado como “artículo de lujo”. Por eso, su alimento tiene un IVA del 16 % y esa es la razón por la cual en México se factura más por comida de perro que por comida de bebé. Análisis realizados allí concluyen que la vida de un cachorro durante sus seis primeros meses de vida cuesta un poco más de $ 600 y durante sus diez primeros años puede llegar a los $ 11 000, razón que también desencadena el abandono.
Privilegios
El mercado para mascotas está tan desarrollado en ese país que se ofrecen seguros de vida (que cubren desde una visita al veterinario hasta gastos médicos mayores y de terceros por ataques), cremación y cementerios para perros e inclusive colecciones exclusivas de marcas como Moschino para mascotas y restaurantes especiales para canes. Si uno desea actualizarse en la última tendencia para los hijos de cuatro patas basta con seguir la página @perrhijos de Facebook, que cuenta con noticias y actualizaciones casi a diario.
Gabriela Rubio no cree en esos excesos. Dice que en un mundo lleno de desigualdades uno no puede darse el lujo de gastar tanto en un animal cuando hay niños muriendo de hambre. Ella también tiene una perrhija: Muca, de nueve años, pero cuenta que siempre se ha frenado mucho para no humanizarla. “Ella tiene su casa en el patio, a veces la llevo conmigo de viaje y siempre trato de que las visitas no le den comida de humano”. Hace poco le creó un perfil en Instagram (@mucarules), que tiene una particularidad: no se trata de una perra de raza, como aquellas de perros famosos del mundo que cuentan con más de 53 mil seguidores. Muca actualmente tiene 76 fans y su perfil la describe “bilingual and ecuadorian”. Mi perra es raza del mer, “del mercado”, lo dice, se ríe y afirma que los perros deben tratar de ser en su mayoría rescatados y nunca comprados porque eso alienta un negocio perturbador y esclavizante.
“Le creé un perfil a la Muca porque desde que era cachorra se apasionaba por las cámaras, por imitar mis gestos y porque cuando yo subía alguna foto de ella a mis redes sociales mis amigos siempre le hacían preguntas a la perra”. En sus fotos posa coqueta y hace preguntas a quienes la siguen. “Es tan divertido que hace poco me escribió un perro de Estados Unidos que quiere ser amigo de Muca y obsequiarle un arnés para que vaya a sus paseos”. De hacerse efectivo, este sería el primer regalo que Muca reciba por Instagram.
El amor por los animales hace que las personas los traten como seres humanos y por eso se pueden ver restaurantes para perros, escuelas, fiestas de cumpleaños y otros establecimientos dedicados a someter a los animales a actividades propias de las personas. Los dueños hacen esto porque quieren mucho a sus mascotas, eso no significa que sea un buen trato. Por el contrario, humanizar a los animales hace que pierdan su identidad, que se sientan frustrados, ansiosos e inseguros. No se están teniendo en cuenta las necesidades del animal. El ser humano se ha enfocado en ser profesional y no en tener familia. Por eso quieren llenar ese vacío con los animales. Pero los animales se sienten incompletos porque no son seres humanos y tienen otras necesidades físicas y psicológicas. César Millán.
Fuente: www.semana.com
Orígenes
Las investigaciones determinan que los perros han acompañado al ser humano desde hace al menos quince mil años. Se trató de una especie extinta de lobo, que le servía al humano para la cacería y para defenderse de los peligros. A su vez, al perro le servía el humano para obtener comida de mejor calidad y cobijo.
A medida que el proceso de domesticación de los lobos continuó, los humanos comenzaron a criarlos selectivamente, pero sin saberlo: no mantenían a los lobos agresivos sino a aquellos más fieles y útiles. Luego, los humanos habrían necesitado rasgos diferentes en sus lobos para sus necesidades específicas: tamaño, longitud del pelaje, capacidad de caza, etc. A medida que pasó el tiempo y las civilizaciones se desarrollaron, el comercio de perros empezó. En este punto inició el origen de las razas de perros que actualmente suman más de 340, de acuerdo con la revista científica de la Universidad del País Vasco.
Hay que precisar que el cuidado del animal está más allá de su raza y significa hacerse responsable de él. Actualmente, colectivos como Activistas por la Defensa y Liberación Animal (ADLA), Protección Animal Ecuador (PAE), Protección y Ayuda a Nuestros Animales (PANA), entre otros, velan por difundir información acerca del cuidado y respeto por los derechos de los animales. “La idea es crear conciencia de que si no pueden adoptar al menos ofrezcan comida o agua a los animales callejeros o algún centro de rescate donde tanta falta hace, y a las personas que tienen mascotas que entiendan la responsabilidad que conlleva”, dice Isabella Córdova, del colectivo Patitas Rojas, en Napo. A ella le dejaron, encerrada en un saco, una perra con la cadera rota para que pueda encargarse de su cuidado porque los vecinos sabían que era activista.
“Yo no contaba con los recursos para su cuidado y manutención, pero afortunadamente alguien con más posibilidades que yo pudo hacerse cargo, si no, enfrentaba un serio conflicto pues pensaba que lo mejor era dormirla”.
El tema del cuidado animal tiene muchas aristas que analizar, pero lo más importante es saber que tener un ser vivo a nuestro cargo implica al menos cubrir sus necesidades básicas: alimentación, limpieza, gastos médicos y afecto. Si no es así y únicamente adoptamos por moda, por pena o por la euforia del momento, tenemos que ser consientes de que tarde o temprano llegará el día en que debamos afrontar las consecuencias de nuestros actos. Algunos le llaman karma o ley de causa y efecto: todo lo que hacemos en esta vida nos retorna, ya sea para bien o para mal.