Los mundos que habitan a Paulina Aguirre

Repasamos los treinta años de trayectoria de Paulina Aguirre, nominada al Grammy Latino el año pasado. Exploramos sus inquietudes y nuevos retos; uno de ellos con su fundación Mujer de Fe que trabaja el canto y la composición con personas privadas de la libertad en el Ecuador.

Paulina Aguirre
Fotografía: Cortesía

Cada persona es un mundo, sentencia la frase hecha. Pero quién dice que no pueda ser dos o tres mundos. Para tratar de entender el mundo —o los mundos— de Paulina Aguirre, hay que empezar por el principio, cuando se llamaba Paulina Rendón Reinoso.

La composición

“Las pijamas, viva el futuro”, cantaba esa Paulina de cinco o seis años, con su costumbre de cambiar de letra a las publicidades que escuchaba en la radio o la televisión. El eslogan original decía: “Plastigama, vive el futuro”.

Por esa misma época, una versión incipiente de la compositora que llegaría a ser sacó una tonada de un brevísimo verso que encontró en un cuento de la enciclopedia El mundo de los niños. Lo recuerda en fracciones de segundo sin el más mínimo esfuerzo y canta: “Pajarita pinta/ que estás en la rama/ de la linda y frágil/ campanilla azul/ te dio tus colores/ sea el sol o la luna/ hola pajarita/ linda de tu amor”. Su voz es nítida, potente.

Paulina Aguirre, La tierra llora
Paulina ha enfocado gran parte de su trabajo a promover un mensaje a favor de una causa social y ambiental, prueba de ello es La Tierra llora, que pone voz al planeta para denunciar lo que lo aqueja actualmente.

Mientras conversamos, a propósito de su quinta nominación al Grammy Latino, en noviembre pasado, Paulina reconoce —casi resignada— que el público no ve en ella a la compositora, sino únicamente a la intérprete. “La gente se confunde porque cree que Pablo es el que compone o escribe, pero él es el productor”. Se refiere a Pablo Aguirre, su esposo. Y dice que le da “flojera” estar aclarando todo el tiempo que ella es quien compone su música y, por eso, no dice nada.

De hecho, la letra y la música de la canción que da título al álbum que fue nominado al Grammy Latino este año, La Tierra llora, son suyas; el disco tiene ocho temas. Paradójicamente, su mundo-cantautora es uno de los menos conocidos para quienes siguen su música.

En 2022 Paulina no ganó el Grammy —como sí lo hizo en 2009—, pero el solo hecho de estar en la misma categoría (Folk Album) que Pedro Aznar, Susana Baca o Eva Ayllón puede entenderse como una forma de triunfo.

Una lucha cuesta arriba

Tener cinco nominaciones a los premios musicales más importantes de la industria a escala mundial; ser considerada como una de los cincuenta expertos mundiales para el concurso The World’s Best (de la cadena CBS en Estados Unidos); ganar una Gaviota de Plata en el Festival de Viña del Mar (2016); ser la preparadora musical de cantantes pop consagrados; hacer el doblaje de series televisivas de renombre internacional; componer música para películas, series, programas de concurso… Se dice fácil y se logra con tesón y también con un poco de suerte. Pero sobre todo saliendo del Ecuador.

Paulina es crítica con la situación de los músicos en el país. “Quienes hacemos música sabemos que es un camino difícil y quizá todos los días, en algún punto, pensamos en tirar la toalla. Más aún si vienes del Ecuador, donde se piensa esta carrera como un hobby. Hay que hablar claro, en el Ecuador no hay presupuestos asignados al arte, rubros que realmente financien proyectos. Quienes pueden vivir de la música en el país son quizás quienes hacen música de fiesta y están todos los sábados en eso. Los músicos deben hacer otras cosas para poder mantenerse”.

Su frustración está dirigida al Estado, principalmente. “En general la gente que ha trabajado en el Ministerio de Cultura no ha sido óptima para eso. O ha habido gente que ha querido hacer cosas y no le han dejado. Tengo amigos que han trabajado ahí y han tenido la intención, pero el sistema mismo no les ha permitido avanzar”.

A sus quince años, Paulina empezó a hacer música de manera profesional con el grupo Contrapunto; con él recorrió el país y vivió la realidad del músico local. No tardó mucho tiempo en darse cuenta de que, si quería seguir haciendo música de forma profesional y vivir de su carrera, tendría que salir del país. Hizo todo lo que estuvo a su alcance para lograrlo.

“Como no tenía dinero para viajar, empecé a trabajar como jefa administrativa de una empresa de transportes. Dejé construyendo cien viviendas para los choferes. Estoy muy orgullosa de haber aportado a levantar un conjunto habitacional en Chillogallo”. ¿Qué hubiera sido de su vida de no haberse ido a Estados Unidos? Ella cree que estaría trabajando en el sector público, “tratando de mejorar el país”.

Entre la tierra y el cielo

Desde hace más de diez años, a través de su fundación, Mujer de fe, Paulina canaliza sus preocupaciones de corte social. En 2016 envió ayuda humanitaria al Ecuador después del terremoto de Manabí, por ejemplo.

A inicios de noviembre de 2022 estuvo de paso por el país para afinar detalles del lanzamiento de su proyecto con mujeres cantautoras privadas de libertad. La idea de Paulina es trabajar con las cárceles de Latacunga y El Inca. Su fundación está enfocada en combatir la violencia doméstica, a través de las artes, “porque el arte sensibiliza”.

La cantautora estadounidense Tori Amos es parte de sus referentes musicales, sobre todo por su manera de escribir. Aunque ahora la siente demasiado dark. Sin embargo, Paulina reconoce que ella también tiene un lado B, uno que muchos de sus oyentes podrían considerar igualmente dark o irreconocible. Esa música la compone para el cine o la televisión.

¿De qué hablan esas canciones que su público habitual no asocia con el estilo de Paulina Aguirre? “De la insatisfacción que siento con alguna gente religiosa. Y puedo hablar con conocimiento de causa porque estuve metida mucho tiempo en ese tema”. El Grammy Latino que ganó en 2009 fue en la categoría música cristiana, un género en el que Paulina tuvo una gran acogida en el mundo hispanohablante estadounidense y del resto del continente.

Distanciada del evangelismo, ahora asegura: “Si no encaminas bien el camino espiritual, la religión te nubla la verdadera espiritualidad y defiende otros intereses. Para mí ha sido un poco difícil salir de ese ámbito sin ser apedreada, porque lo primero de lo que se me acusa es de que ya no soy cristiana. Pero yo sigo siendo cristiana, solo que lo soy de otra manera”.

A lo largo de aproximadamente treinta años de carrera, son muchas las Paulinas que se han subido al escenario. Diferentes motivaciones y expectativas la han guiado, pero en cualquiera de esos mundos que ha encarnado, la música es el aire que respira.

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