Cuando el papel se toma el lenguaje digital

Germán Garmendia libro youtuber.
Germán Garmendia es el youtuber más popular de habla hispana. Actualmente, su canal Juega Germán cuenta con 43 millones de suscriptores.

El 23 de abril de 2016 la Feria Internacional del Libro de Bogotá colapsó. No fueron los nobeles Vargas Llosa o Annie Ernaux la razón de las largas filas. La causa del alboroto fue la literatura de youtubers.

Después de doce horas firmando libros, Germán Garmendia necesitó oxígeno extra, algo de comida y una breve pausa. Recuperado, siguió atendiendo a los miles de lectores que desde muy temprano en la mañana esperaban para verlo, aunque fuera a través de una reja.

Garmendia es un joven youtuber chileno que por entonces acumulaba más de veintisiete millones de suscriptores en su canal HolaSoyGerman. El motivo del alboroto era la presentación de su libro #Chupaelperro. Uno que otro consejo para que no te pase lo que a un amigo.

Algo similar sucedió en otras ferias de Latinoamérica donde los seguidores desbordaron la capacidad logística. ¿Fans o lectores? Es un debate a la orden del día.

“No me considero un gurú ni un sabio, pero aquí te hablo de las cosas en las que he tenido experiencia en la vida”, dice en la contraportada de #Chupaelperro que para 2017 alcanzaba 43 000 copias vendidas.

Tras algunas complicaciones de salud y años de ajetreo, un sosegado Garmendia dedica hoy su tiempo al canal JuegaGerman con 44,8 millones de suscriptores y 13 000 millones de visualizaciones. Su historial como autor incluye también la novela Di hola (2018).

Contra lo que muchos creen, la popularidad en el mundo digital puede trasladarse a los libros, que suelen venderse por miles, superando los números de grandes autores de la literatura.

Para el analista Néstor David Polo se trata de la integración de diversos elementos dentro de una misma narración. “Se parte de la sensación de que un formato contiene un fragmento del relato, pero está incompleto si no se va por el siguiente”: un libro sobre la vida del youtuber, una novela gráfica, retos en formato impreso, un blog convertido en novela. El relato invita a formar parte de una comunidad y el libro suele entrar en la ecuación como pieza fundamental.

Transmitirse a sí mismo

Javier Ramírez libro youtuber.
Javier Ramírez empezó en 2016 con videos tutoriales para hacer manualidades y hoy tiene más de cuatro millones y medio de seguidores.

En 2005 YouTube publicó su primer video de regular calidad y pocas pretensiones en términos visuales y narrativos. Sin embargo, la intención subyacente era algo más ambiciosa: romper el monopolio corporativo y convertirse en una herramienta gratuita y de fácil uso para crear contenidos y ampliar su distribución. Para 2020 contaba con 2,1 billones de usuarios activos por mes en todo el mundo y hoy es el segundo motor de búsqueda más grande.

Con el propósito de incentivar a los usuarios a transmitir y transmitirse —Broadcast yourself fue su eslogan inicial—, YouTube fue la primera de varias iniciativas que se fueron convirtiendo en espacio para nuevos lenguajes y relatos.

Sobrevino la pandemia, que forzó al mundo a transformar su relación con el universo digital y acelerar el aprendizaje de las herramientas online. Visitar un museo virtual, conocer sobre arquitectura, aprender a tocar el piano, hacer un arreglo en la casa se hizo posible a través de los nuevos creadores de contenido, quienes comprendieron que YouTube no bastaba. Era necesario trasladarse a otras plataformas para interactuar con el mundo.

Twitch, Instagram y TikTok también han venido erigiendo luminarias que amplían sus contenidos online en el libro impreso.

Autenticidad y likes

Ami Rodríguez libro youtuber
Ami Rodríguez y El diario secreto de Ami que reproduce los escritos desde su niñez.

Cercanía, empatía, inquietudes comunes y una estrategia confesional entre pares fueron algunas claves de los nacientes youtubers para introducir a los usuarios en su mundo y seducirlos a cambio de suscripciones, me gusta y shares.

“Nuestro éxito se debe a que no somos personajes ficticios, sino personas reales con vivencias reales y del común en el día a día. Yo no vendo una vida inalcanzable o de fantasía. La gente se siente identificada conmigo y sabe que puede ser como yo”, explica Ami Rodríguez, el primer colombiano que alcanzó los diez millones de suscriptores, creador de varios canales donde lo siguen más de veintiún millones de “terrícolas”.

Es difícil coincidir en una fecha concreta, pero se calcula que los primeros youtubers en español aparecieron entre 2006 y 2011. El pintor/youtuber español Antonio García Villarán, habla de tres generaciones, la de “los salvajes” (2006-2009); “los recolectores” (2009-2014), y “los especialistas” (2014 en adelante).

Para Ami Rodríguez todo empezó con el programa iCarly de Nickelodeon “donde unas niñas tenían un web show. Dije: ¡quiero ser como ellas! Y en 2009 hice mi propia versión con mi hermana. En esa época no había una dinámica de mercado para nosotros. De hecho, la palabra youtuber no existía todavía. Mis espectadores eran mayormente mis amigos, pero eran muy pocos porque YouTube aún no era una plataforma tan reconocida”. Hoy tiene tres libros publicados y su historia da una idea general de este fenómeno en sus primeros años.

Algo similar ocurrió con Javier Ramírez, autor de los libros Un color a la vez (2019) y Sin gais no hay paraíso (2022). Su canal empezó en 2016 con videos tutoriales para hacer manualidades y hoy tiene más de cuatro millones y medio de seguidores. Su principio: conectar con la audiencia, tener claridad sobre el nicho al que va dirigido el contenido y nunca parar de sorprender a los seguidores que han hecho de las redes sociales su realidad.

Videos, reels y libros

De acuerdo con García Villarán, fueron “los recolectores” quienes empezaron a incursionar en el mundo editorial con sus propias publicaciones, fenómeno que fue el resultado de un hecho en particular: la monetización. Desde 2009 YouTube empezó a pagar a los creadores de contenido en español con más vistas, lo que impulsó que cada canal buscara extender su relato a otros formatos para incrementar su alcance.

Lo que para muchos nació como pasatiempo hoy se ha profesionalizado y diversificado en otras plataformas. A esos primeros jóvenes que ocupaban las pantallas de YouTube se han unido historiadores, médicos, ingenieros y otros tantos creadores de contenido que, en Instagram y TikTok, también reditúan likes.

Así ocurrió con el periodista, editor y escritor colombiano Daniel Samper Ospina, a quien el fenómeno Garmendia lo llevó a preguntarse cómo podía seguir haciendo periodismo en el siglo XXI. Encontró la respuesta en la parodia, la sátira y la crítica política que fue introduciendo en videos donde se burlaba de él mismo, “un youtuber de cuarenta años”.

Su canal #HolaSoyDanny llegó a 881 000 suscriptores y a estas cifras se suma #Hola, soy Danny. El patético libro de un escritor que se convirtió en youtuber para vender más (2017). El mismo camino han recorrido otras figuras que encontraron en los libros un formato para extender y complementar las narrativas de la marca en la que se han convertido.

Cómics, interactividad para hacer retos y bromas, tutoriales y manuales, tips para gamers, héroes de la vida diaria en realidad aumentada, consejos y autoayuda, novelas y librojuegos que invitan a viajes virtuales son solo una muestra de los numerosos tópicos y formatos de los libros que los creadores de contenido (youtubers, instagramers y tiktokers) publican hoy.

Algunos tuits reclaman: “no pueden considerarse escritores si no tienen experiencia en literatura”, “es absurdo llamarlos ‘libros’”. Para Carolina Venegas Klein, gerente editorial de la línea infantil y juvenil de Planeta Colombia, estas son afirmaciones apresuradas. Los libros escritos por creadores digitales “están hechos con enorme responsabilidad como proyecto editorial que puede sostenerse por sí mismo en cuanto a historias y contenidos, con un lenguaje que atrapa, que fomenta la lectura y cuida el producto desde el aspecto visual”.

Así, creadores de contenido como Yolo Aventuras, Badabun, Fernanfloo, Kimberly Loaiza, JD Pantoja, Mikecrack, RaptorGamer, Mónica Morán, Sofía Castro, DrossRotzank y un largo etcétera llenan las estanterías con títulos que expanden en el mundo offline los contenidos producidos en línea.
Para Polo el libro continúa y complementa la propuesta narrativa que se desencadenó desde otro formato o soporte. Hay un sentido afectivo y una identificación que incentivan la instauración de un vínculo y otro punto de relacionamiento con el youtuber o el creador de contenido.

Y es que los estudios de mercadeo de las editoriales demuestran que tener millones de seguidores pasivos no siempre es garantía de ventas. Sí lo son, en cambio, los fans activos que ansían entrar en esos mundos-marca que les garantizan una experiencia completa nacida en la vida digital que se expande en los libros.

Daniel Samper
Daniel Samper y su canal de YouTube pone en la mira a los políticos colombianos.

En esta apropiación de todas las piezas que componen el relato creado por tiktokers, youtubers e instagramers, el libro actúa en muchas ocasiones como objeto referencial principal que, como parte de todo un proyecto editorial transmedial, permite reproducir de otro modo y ampliar la experiencia vivida con los videos y reels. “El libro es visto como el medio que guarda mayor cantidad de detalles, es decir, el fragmento que puede aportar con más elementos a la construcción narrativa”, afirma Polo.

En palabras del librero Sebastián Zambrano, el engranaje cobra fuerza con las ferias literarias y eventos análogos. En estos espacios la lectura socializada, el contacto cara a cara con el autor, la selfi, la firma en el libro, y los comentarios y las reseñas compartidos en las redes, completan la experiencia y consolidan la idea de comunidad.

Lo que alguna vez se despreció desde la alta cultura se ha ido reconociendo como un bien híbrido con enorme potencial para incentivar la lectura y promover el acercamiento a otros tipos de literatura, considerados más “profundos”. Creadores de contenido que escriben, autores que hacen videos y reels: la puerta sigue abierta para leernos y vernos desde otra perspectiva.

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