La literatura latinoamericana es polifónica y diversa

La literatura latinoamericana escrita por mujeres tiene inagotables fuentes, perspectivas y caminos. Exploramos algunos de ellos.

El hogar de quien escribe son las palabras. Esta afirmación de la uruguaya Cristina Peri Rossi intenta develar cómo las escritoras de la región latinoamericana se relacionan con su oficio. En un espacio tan grande como el de América Latina, es esencial reconocer la pluralidad de voces que emergen sin cesar de territorios cuyas tradiciones literarias son complejas y heterogéneas, y responden a la historia de cada uno de sus países. Esto lo comprende muy bien la ecuatoriana Mónica Ojeda, quien, además, considera que el acto de escribir va más allá del género o el sexo: “Se escribe con todo el cuerpo, que… también es la raza, la sensibilidad, la clase, la mirada”, dice.

Pero esta misma diversidad de realidades configura condiciones que se repiten, y que a su vez se traducen en aspectos transversales: la incertidumbre política y económica, la marginación de grupos sociales y la migración, entre otros. En ese sentido la autora cubana Dainerys Machado explica: “Lo que tenemos realmente en común es habernos tomado en serio la libertad creativa”.

Más allá de búsquedas personales y autorales, existe una dinámica en la escritura femenina que es producto del tiempo que vivimos; una marca de época que consistiría, de acuerdo con la colombiana Margarita García Robayo, en hablar acerca de las anomalías de nuestro tiempo desde distintos formatos, y también desde las experiencias colectivas, tal como lo apunta la venezolana Keila Vall de la Ville: “Yo no escribo sola; escribo con un gentío sentado a mi lado”.

¿Dónde están estas anomalías de la época? La escritora uruguaya, Vera Giaconi, contesta esta interrogante apelando a las preocupaciones, las causas políticas, sociales y estéticas. Ahí residirían, además, las libertades con las que ellas enfrentan su literatura.

Hay un trabajo sobre la extrañeza, sobre el instante de crisis, sobre la pérdida de lo familiar y sobre la identidad que finalmente es un trabajo sobre pensarse con otros y otras en la propia lengua.”

Katya Adaui, escritora peruana.

Memoria y confrontación

La literatura femenina contemporánea es, sin duda, confrontativa. Confronta al miedo, al deseo, al daño, pero, sobre todo, se enfrenta con la violencia. Aquella que se ha repetido sin remedio y está al mismo tiempo en la memoria de ellas y en su presente. Violencia sobre el cuerpo de las mujeres. Violencia que se manifiesta en las intervenciones que comienzan a ocuparlo a partir de cierta edad.

En ello coinciden la dominicana Sorayda Peguero Isaac y la venezolana María Elena Morán: “Nuestras letras se inclinan en buena parte por el abordaje de los diversos tipos de violencias que nos atraviesan como sujetos y como ciudadanas”, dice Morán.

Quizá sea por eso que la literatura hecha por mujeres analiza el entorno de una manera más incisiva y quirúrgica que la de sus contrapartes masculinos. Con una mirada como la de una hechicera que observa desde los márgenes de una sociedad para estudiarla y luego diseccionarla, como afirma la cubana Daína Chaviano.

Terror, ciencia ficción, realismos divergentes

El terror, la fantasía, la ciencia ficción, el weird, son herramientas que también se encuentran en las letras contemporáneas, que se utilizan para romper la realidad, ponerla de cabeza y controvertir el statu quo. Para la mexicana Aura García-Junco esto implicaría la presencia de una literatura “de género”.

García-Junco no está sola en sus apreciaciones, ya que su voz está secundada por Andrea Chapela, también mexicana, y la chilena Montserrat Martorell, según quienes estaríamos hablando de una literatura que profundiza en los vínculos quebrados, la disfuncionalidad, el horror, lo trágico y lo terrible.

La ciencia ficción y la fantasía permiten metaforizar la otredad: el racismo y desigualdades sociales hacia las mujeres, según la peruana Tanya Tynjälä. Fernanda Trías pone el listón en las palabras de Tynjälä y aclara: “Cada escritora no es simplemente ‘una mujer’ como quieren hacernos pensar, sino un cúmulo de intersecciones y experiencias que construyen una identidad”.

La experiencia del mundo desde otros personajes

Hoy, los personajes femeninos son fuertes y complejos. La puertorriqueña Mayra Santos-Febres acentúa la aparición de mujeres como protagonistas en los procesos políticos y la narración de su intimidad, lo cual evidencia cómo se transforman sus cosmovisiones de vida y género.

Es evidente que las exploraciones de las escritoras latinoamericanas pasan también por una comprensión política de sus contextos, lo cual permea las estructuras narrativas, al mismo tiempo que se deja trastocar por ellas.

Por eso también abordan las injusticias estructurales, según señala la brasileña Nara Vidal. Estos temas dan lugar a narrativas perturbadoras que exponen nuestras culturas como países invadidos, colonizados y catequizados.

Los referentes de las escritoras latinoamericanas hoy

Al indagar sobre sus referentes en la literatura, la colombiana Velia Vidal valora el rigor y afirma que le gustan las escritoras que están dedicadas a hacer una obra, que no temen al compromiso político de su trabajo, que sienten que cada quien puede construir su camino y apoyan a otras a construirlo. Entonces refiere a Pilar Quintana, la escritora colombiana ganadora del Premio Alfaguara en 2021.

En cuanto a las autoras clásicas, aparecen con insistencia las insoslayables Clarice Lispector, Silvina Ocampo, Elena Garro, Alejandra Pizarnik, María Luisa Bombal, Juana de Ibarbourou, Alfonsina Storni, Idea Vilariño, Delmira Agustini, Elena Poniatowska, Laura Restrepo y Cristina Rivera Garza.

Trías encontró en ellas a unas maestras del lenguaje, del ritmo de la prosa. “Sus propuestas, siempre políticas, pero también poéticas, capaces de reelaborar literariamente los dolores del mundo y los personales”, anota.

Sobre las contemporáneas, la lista también es inagotable: para García-Junco son “los poemas narrativos de Elisa Díaz Castelo y el humor y profundidad de los ensayos de Laura Sofía Rivero”. Chapela se inclina por Liliana Colanzi, Nona Fernández, Verónica Gerber y María José Navia por la manera en la que subvierten las formas. Mientras que la escritora uruguaya Carolina Bello destaca, entre muchas, a Claudia Maliandi y a Leila Guerriero por su forma de contar con “subjetividad honesta”.

Morán encuentra en las brasileñas Carola Saavedra y Noemi Jaffe, y en las mexicanas Valeria Luiselli y Guadalupe Nettel temas como los movimientos migratorios, las relaciones familiares y el cuerpo. “Los abordan desde sus complejidades, sin indulgencias ni caminos fáciles, a través de una prosa seductora”, recalca.

La mayoría de las escritoras abordadas para este artículo revelan un apego por las letras de Samanta Schweblin, Mónica Ojeda, Ariana Harwicz, Mariana Enríquez, María Fernanda Ampuero y Pilar Quintana.

Hoy las mujeres latinoamericanas escriben con una “furia destemida que se traduce en un trato feroz e íntimo con el lenguaje; con desinhibición, desmesura deliciosa y disruptiva”, dice Morán; con desparpajo, arrojo, valentía y la capacidad de nombrar, señala Martorell; tomándose en serio la libertad creativa, según Machado; “trayendo el vigor literario y la frescura estética de quien sigue conquistando espacios y suelta el grito preso en la garganta”, de acuerdo con Giovana Madalosso; y desnaturalizando sin moralismos lo que se niega o se elige no ver, en la voz de la argentina Agustina Bazterrica.

De acuerdo con la colombiana Melba Escobar, escribir siendo mujer es un acto político, pues se habla desde un lugar marcado por las experiencias de haber tenido un trato distinto, con otros miedos, oportunidades y retos.

Le podría interesar:

¿Te resultó interesante este contenido?
Comparte este artículo
WhatsApp
Facebook
Twitter
LinkedIn
Email

Más artículos de la edición actual

Recibe contenido exclusivo de Revista Mundo Diners en tu correo