
Daniela Alcívar Bellolio
Severo, Quito, 2022
¿Cómo sigue esta historia? ¿Dónde están los lazos? ¿Qué es el linaje? ¿Qué es la deuda? Estas son las interrogantes que saltan desde el inicio en la más reciente obra de Alcívar Bellolio, donde se revisará el pasado para entender cómo se diluye el tiempo.
Ante un café amargo, la autora sabe disolver la dosis de azúcar conveniente para saborear de mejor manera los golpes de la vida, esos golpes que no necesariamente son los más fuertes, pero sí llegan donde más duele.
Una narrativa introspectiva le permite recordar la pérdida de la inocencia a través de la lasciva mirada de un milico o el exhibicionismo de un conserje, así como las lecturas y los sabores de unas simples papas fritas traen a su memoria el disfrute de la adolescencia.
En un ejercicio de archivo no solo contempla fotografías de niña, sino que reconstruye la figura de su abuelo, un prometedor escritor que devela que la mejor arma es la literatura, pero que también enseña que el abandono se hereda en medio de una espiral infinita.
Se trata de una novela sobre la pérdida, el fin de un matrimonio, el vacío del bebé que no creció, de los perros que enterramos; pero también es la historia de la amistad, ese salvavidas que llega cuando el mar quiere hundirnos.
La escritora logra conjugar el dolor con la esperanza, el llanto con la alegría, la reflexión con la ironía para explorar la relación con los otros. Así, el lector está bajo un canto de sirena del que no se puede escapar porque desde la primera página uno se rinde ante la belleza prosística y poética de Alcívar Bellolio.