EDICIÓN 485

Gabriela Ponce
Severo, Ecuador, 2022
El amor y la muerte son las dos grandes preocupaciones de la humanidad. Y Gabriela Ponce los aborda con el mismo respeto que se le tiene al mar; es decir, comprendiendo su profundidad. Por ello, sus relatos salen a flote y se convierten en una botella que no naufraga pues está destinada a llegar a buen puerto: el lector, con alguno de sus cuentos, termina encontrándose.
En Flotar, pude las voces de mujeres, personajes que inundan el libro, se elevan como pompas de jabón al recordar cómo de un piano emanan los sonidos del pasado y del presente, al entender la existencia desde la memoria de una abuela y la preocupación de una hija por evitar desafinar.
Frente a un ataúd se puede comprender la fragilidad de la vida y cómo esta se revienta al igual que la espuma del mar en las orillas, pero frente al dolor también hay que entender que alguien nos acompaña a modo de salvavidas. “No solo éramos capaces de vivir solo porque estábamos juntos, sino que la certeza del cuerpo del otro, contundente frente a la muerte, nos hacía sentir la potencia de una vida nueva que era la nuestra”, escribe Ponce en uno de los cuentos.
Esa conciencia permite que las palabras sean un torrente que fluye desde lo poético para hablar de la pérdida, para cavilar sobre la maternidad y la orfandad con la dignidad que ameritan. Por eso, esta apuesta literaria se constituye en una lectura imprescindible al ser capaz de mostrar que el peligro del dolor no está cuando se pierde la vida, sino al no tener ganas de vivir.